Enrique IV: Segunda parte, Acto V, Escena III
GLOUCESTERSHIRE- El jardín de la casa de Trivial.
(Entran Falstaff, Silencio, Bardolfo, el Paje y Davy)
TRIVIAL.- Bien, ahora veréis mi huerta y bajo una glorieta comeremos una manzana esperiega que yo he injertado con mi propia mano, con un plato de anís y otras cosillas; vamos, primo Silencio y luego a la cama.
FALSTAFF.- Vive Dios que tenéis aquí una buena habitación y rica.
TRIVIAL.- Improductiva, improductiva, improductiva; parásitos todos, parásitos todos, Sir John... ¡Bah! el aire es bueno; sirve, Davy, sirve, Davy. Bien, Davy.
FALSTAFF.- Este Davy os sirve para muchos usos; es vuestro criado y vuestro labrador.
TRIVIAL.- Es un buen criado, un buen criado, un excelente criado, Sir John... ¡Por la misa! He bebido demasiado vino en la cena... ¡Un buen criado! Ahora sentaos, ahora sentaos; venid, primo.
SILENCIO.- Por mi fe, no haremos.
(cantando)
Más que comer y banquetear
Y agradecer al cielo el año feliz;
Cuando la carne está barata y las hembras caras
Y que los robustos muchachos andan rondando
Tan alegremente
Y por siempre alegremente.
FALSTAFF.- ¡He ahí un carácter alegre! Buen maese Silencio, una copa al instante ¡a vuestra salud!
TRIVIAL.- Servid vino a maese Bardolfo, Davy.
DAVY.- Mi dulce señor, sentaos; (haciendo sentar a Bardolfo y al Paje a otra mesa) Soy con vosotros al momento, dulcísimo señor. Maese Paje, buen maese Paje, sentaos: ¡que aproveche! Lo que os falta en comida, lo tendremos en bebida. Pero nos excusaréis; la buena intención es todo.
TRIVIAL.- ¡Alegría, maese Bardolfo! Y vos allá, soldadillo, ¡alegría!
SILENCIO.- (Cantando):
Alegría, alegría, mi mujer es como todas;
Las mujeres son bribonas, tanto grandes corno pequeñas,
Hay alegría en la sala, cuando las barbas ondean
¡Bienvenida la alegre carnestolenda!
FALSTAFF.- Nunca hubiera pensado que maese Silencio fuera un hombre de esos bríos.
SILENCIO.- ¿Quién, yo? Más de una vez he estado obispo. (Vuelve Davy)
DAVY.- (Colocando un plato delante de Bardolfo) He aquí un plato de manzanas para vos.
TRIVIAL.- ¡Davy!
DAVY.- ¿Señor?
(a Bardolfo)
En seguida soy con vos
(a Trivial)
¿Una copa de vino, señor?
SILENCIO.- (Cantando)
Una copa de vino, que sea vino fino
¡Yo bebo a mi querida!
¡Un corazón alegre vive mucho tiempo!
FALSTAFF.- ¡Bien dicho, maese Silencio!
SILENCIO.- Debemos estar alegres; ahora viene la dulce hora de la noche.
FALSTAFF.- ¡Salud y larga vida, maese Silencio!
SILENCIO.- (Cantando)
Llevad la, copa y pasádmela;
Os correspondo hasta una milla más allá.
TRIVIAL.- Honesto Bardolfo, bien venido. Si tienes necesidad de algo y no lo pides, el diablo te lleve
(al Paje)
Bienvenido, briboncillo; tú también, bien venido, a fe mía. Quiero beber a maese Bardolfo y a todos los alegres muchachos de Londres.
DAVY.- Espero ver Londres una vez antes de morir.
BARDOLFO.- Si puedo veros allí, Davy...
TRIVIAL.- ¡Por la misa! Os beberéis una pinta juntos, ¿heim? ¿No es así, maese Bardolfo?
BARDOLFO.- Sí, señor, en un jarro de cuatro pintas.
TRIVIAL.- Gracias; el pillo no te soltará; tendrá firme; es de buena sangre.
BARDOLFO.- Yo tampoco le soltaré; señor.
TRIVIAL.- Bien, eso es hablar como un rey. No os privéis de nada y estad alegres.
(Llaman)
Mira quién está a la puerta; ¡hola! ¿Quién llama?
(Sale Davy)
FALSTAFF.- (A Silencio, que ha bebido un largo trago) Así, ahora me habéis correspondido.
SILENCIO.- (Cantando)
Correspóndeme
Y hazme caballero
¡Samingo!
¿No es así?
FALSTAFF.- Eso es.
SILENCIO.- ¿Es así? Confesad entonces que un hombre viejo sirve para algo.
(Vuelve Davy)
DAVY.- Con el permiso de Vuestra Señoría, es un Pistola que trae noticias de la Corte.
FALSTAFF.- ¿De la Corte? ¡Que entre!
(Entra Pistola)
¿Qué hay de nuevo, Pistola?
PISTOLA.- ¡Dios os guarde, Sir John!
FALSTAFF.- ¿Qué viento te ha empujado por aquí, Pistola?
PISTOLA.- No es el mal viento que nunca empuja al bueno... Dulce caballero, eres ahora uno de los más grandes personajes del reino.
SILENCIO.- Por nuestra Señora, creo que lo es; después del bueno de Puf de Barson, sin embargo.
PISTOLA.- ¿Puf? Al diablo Puf, ¡follón villano y cobarde! Sir John, soy tu Pistola, soy tu amigo y a rienda suelta he corrido hasta ti y te traigo las noticias más afortunadas y gozosas de sucesos de oro, ¡nuevas del mayor precio!
FALSTAFF.- Te ruego, suéltalas como un humilde mortal.
PISTOLA.- ¡El diablo se lleve este mundo y sus humildes mortales! ¡Hablo del África y de sus placeres de oro!
FALSTAFF.- Oh vil caballero asirio, ¿qué noticias traes? ¡Di la verdad al rey Cophetua!
SILENCIO.- (Cantando)
Y Robin Hood, Escarlata y Juan.
PISTOLA.- ¿Corresponde a los perros sarnosos contestar a los hijos del Helicon? ¿Es permitido mofarse de las buenas noticias? Si es así, Pistola, ¡oculta tu cabeza en el regazo de las Furias!
TRIVIAL.- Honesto caballero, no entiendo jota de lo que decís.
PISTOLA.- Entonces, deplóralo.
TRIVIAL.- Perdonadme, señor. Si traéis, señor, noticias de la Corte, pienso que no hay más que dos caminos: o decirlas o callarlas. Ejerzo, señor, por el rey, alguna autoridad.
PISTOLA.- ¿Porqué rey, andrajoso? Habla o muere.
TRIVIAL.- Por el rey Enrique.
PISTOLA.- ¿Enrique IV o V?
TRIVIAL.- Enrique IV.
PISTOLA.- ¡Al diablo tu oficio! Sir John, tu tierno corderillo es ahora rey, Enrique V es el hombre. Digo la verdad. Si Pistola miente, hazme esto: la higa, como a un fanfarrón español.
FALSTAFF.- ¿Cómo? ¿El viejo rey ha muerto?
PISTOLA.- Cómo un clavo en una puerta; lo que afirmo es exacto.
FALSTAFF.- ¡En marcha, Bardolfo! Ensilla mi caballo. Maese Roberto Trivial, elige el empleo que quieras en el país; tuyo es. Pistola, quiero agobiarte de dignidades.
BARDOLFO.- ¡O día feliz! ¡No daría mi fortuna por un título de caballero!
PISTOLA.- ¿Qué tal? ¡Traigo buenas noticias!
FALSTAFF.- Llevad a la cama a maese Silencio. Maese Trivial, milord Trivial, sé lo que quieras, yo soy el proveedor de la fortuna. Ponte las botas; galoparemos toda la noche. ¡Oh! ¡suave Pistola!. ¡En marcha, Bardolfo!
(Sale Bardolfo)
Ven, Pistola, cuéntame todo y además, piensa en lo que puede convenirte. Las botas, las botas, maese Trivial. Sé que el joven rey languidece por mi ausencia. Tomemos los primeros caballos que encontremos; las leyes de Inglaterra están a mis órdenes. Felices aquellos que han sido mis amigos y ¡ay! ¡de milord Justicia Mayor!
PISTOLA.- ¡Que los viles buitres le devoren los pulmones! Dónde está la vida que antaño llevaba, dicen; y bien, hela aquí. ¡Bienvenidos estos gratos días!
(Salen)