Enrique IV: Segunda parte, Acto V, Escena I

Enrique IV
de William Shakespeare
Segunda parte: Acto V, Escena I



ACTO V ESCENA I

GLOUCESTERSHIRE- Un cuarto en la casa del Juez Trivial.

(Entran Trivial, Falstaff, Bardolfo y el Paje)

TRIVIAL.- Vive Dios, señor mío, que no os iréis esta noche.- Vamos, Davy, ¿vienes?

FALSTAFF.- Es necesario que me excuséis, maese Trivial.

TRIVIAL.- No os excusaré; no seréis excusado; no se admitirán excusas; no hay excusa que valga, no seréis escusado... Y bien, ¡Davy!

(Entra Davy)

DAVY.- Aquí estoy, señor.

TRIVIAL.- Davy, Davy, Davy... A ver, Davy, a ver... Ya, ¡eso es! William, el cocinero... decidie que venga. Sir John, no seréis excusado.

DAVY.- ¡Ay, señor! esas órdenes no pueden ser ejecutadas; una vez más, señor, ¿sembraremos de trigo la tierra del cercado?

TRIVIAL.- De trigo rojo, Davy... Pero en cuanto a William, el cocinero... ¿No hay pichones tiernos?

DAVY.- Sí, señor. He aquí ahora la cuenta del herrero por herraduras y hierros de arado.

TRIVIAL.- Que se examine y se pague... Sir John, no seréis excusado.

DAVY.- Señor, el cubo necesita absolutamente un anillo nuevo... Además, señor, ¿pensáis retener algo sobre el sueldo de William, por el saco que perdió el otro día en la feria de Kinckley?

TRIVIAL.- Debe responder de él... Algunos pichones, Davy, un par de gallinas de patas cortas, un cuarto de carnero y algunas pequeñas fruslerías bien sabrosas... Avisa a William el cocinero.

DAVY.- ¿El hombre de guerra se quedará aquí toda la noche, señor?

TRIVIAL.- Sí, Davy. Quiero tratarle bien. Un amigo en la Corte vale más que un penique en el bolsillo. Trata a esos hombres bien, Davy, porque son bribones de cuenta y pueden difamarnos.

DAVY.- No más sin embargo que lo que se les difama a ellos mismos.

TRIVIAL.- Bien encontrado, Davy. Ahora, a tu quehacer.

DAVY.- Os ruego, señor, que apoyéis a William. Visor, de Wincot, contra Clement Perkes de la Colina.

TRIVIAL.- Hay muchas quejas, Davy, contra ese Visor; ese Visor es un pillo de cuenta, según sé.

DAVY.- Concedo a Vuestro Honor que es un pillo; pero no obstante, señor, no quiera Dios que a un pillo pueda faltarle apoyo, cuando un amigo lo pide. Un hombre de bien, señor, puede hablar por sí mismo; no así un pillo. He servido con fidelidad a Vuestro Honor desde hace ocho años y si no puedo una o dos veces por mes, sacar adelante a un pillo contra un hombre honrado, tengo bien poco crédito con Vuestro Honor. Ese pillo es un amigo honrado para mí; así, ruego a Vuestro Honor que lo favorezca.

TRIVIAL.- Vamos, bien está; no le sucederá nada malo. A tu quehacer, Davy.

(Davy sale)

¿Dónde estáis, Sir John? Vamos, sacaos las botas. Dadme vuestra mano, maese Bardolfo.

BARDOLFO.- Me alegro de ver a Vuestro Honor.

TRIVIAL.- Te lo agradezco de todo corazón, gentil maese Bardolfo.

(Al paje)

Bien venido, mi gran muchacho. Vamos, Sir John.

(Sale Trivial)

FALSTAFF.- Ya os sigo, mi buen maese Roberto. Bardolfo, cuida de los caballos.

(Salen Bardolfo y el Paje)

Si me dividieran en varios pedazos, haría cuatro docenas de báculos de ermita barbudo, como Trivial. Es una cosa maravillosa observar la completa conexión que existe entre el espíritu de sus servidores y el suyo. Ellos, a fuerza de observarle, han tomado el aire de jueces reblandecidos; él, conversando con ellos, el de un criado de juez. Sus espíritus están tan estrechamente unidos por el comercio social constante, que marchan todos en manada, como gansos silvestres. Si quisiera obtener algún favor de maese Trivial, adularía a sus gentes, afirmándoles que hacen uno con su amo; si de sus gentes, lisonjearía a maese Trivial, asegurándole que ningún hombre tiene más imperio sobre sus servidores. Es un hecho que tanto el espíritu como la imbecilidad se contagian en los hombres, de uno a otro; por tanto, hay que preocuparse de las compañías. Tendré tema suficiente, con éste Trivial, para tener al príncipe Harry en continua risa durante seis modas (que comprenden cuatro términos o dos acciones por deudas) y reirá así sin intervalos. ¡Es enorme el efecto que hace una mentira, sostenida por un juramento ligero y una broma, dicha con aire serio, sobre un muchacho a quien nunca han dolido las espaldas! ¡Oh! ¡le veréis reír hasta que su cara se ponga, como una capa mojada y puesta de través!

TRIVIAL.- (Dentro) ¡Sir John!

FALSTAFF.- Voy allá, maese Trivial, voy allá.

(Sale)