Enciclopedia Chilena/Folclore/Montura, La (2)

Para ver el documento original completo, haga clic en la imagen.

La (2) Montura
Artículo de la Enciclopedia Chilena

Este artículo es parte de la Enciclopedia Chilena, un proyecto realizado por la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile entre 1948 y 1971.
Código identificatorio: ECH-2749/13
Título: La (2) Montura
Categoría: Folclore


Montura, La.

Folk.

Pieza fundamental de apero, cuya función de como silla ecuestre proporciona al jinete la seguridad y comodidad adecuada para el manejo de su cabalgadura.

Como núcleo básico tiene un armazón condicionadora de su morfología general, de manera que sus materiales y estructura establecen las dos clases elementales de la montura chilena.

Así encontramos, en primer término, la de casco de madera o de copa, que adopta esta nomenclatura por ser su marco del material aludido, si bien sus secciones van trabadas por pequeñas láminas de hierro, y porque la forma de dicho marco es la de dos semicírculos unidos por una curva de estrechamiento, da mayor diámetro y de línea más perfecta al posterior, al cual se da propiamente el nombre de copa.

En segundo lugar, está la de casco de fierro, constituída por dos barras paralelas de madera, llamadas lomillos, unidas en sus extremos por una pieza de hierro perpendicular a ellas, denominada fuste, de lo cual resulta uno delantero y uno trasero, caracterizados por su curvatura prominente, de ángulo más cerrado y alto en el primero, cuya designación foklórica es cabecilla. A lo largo del espacio de 10 a 12 cm. existente entre los lomillos, y a 3 a 4 cm. encima de ellos, a los cuales se amarra en zig-zag con corriones, está tendido un puente de suela, de fuste a fuste, apernado en la parte superior de cada uno, y con la línea de concavidad apropiada para la correcta posición del jinete.

La montura de copa, a causa de su forma posterior ya indicada, es asimismo conocida como montura de paño, debido a los pañetes que lleva entre el casco y el lomo de la cabalgadura, por lo común en número de dos o tres, conjunto llamado peleros. En cambio, la de fierro, simplemente justo - según la fonética foklórica - por la importancia que implica esta pieza, suele recibir la terminología de montura de cuero, en las regiones cordilleranas, cuando sustituye los pañetes por cueros de oveja o cordero, utilizados como colchón en los alojamientos nocturnos. Ambas, la de paño y la de cuero llevan un sudadero bajo su elemento diferenciador, este es un trozo de lana, que contribuye a la buena conservación de aquél.

Ambos tipos de aparejo descritos, de cuyos costados penden las estriberos o estribos, sujetos por las arciones a, se forran con cuero curtido de vacuno - con o sin pelo -, o de cerdo, o, excepcionalmente, de carpincho -roedor ríoplatense -, el más fino y durable de todos los materiales para este efecto. Termínase de vestir el casco, como dicen los maestros montureros mediante las faldas y las fronteras, también forradas, y que son planchas de suela dura y de especial calidad. Las primeras tiene forma trapezoidal, y en número de dos, una a cada lado del armazón, se fijan en la base de éste. Las segundas, semejantes a triángulos alargados, se encuentran perpendicularmente puestas en los extremos de los bordes verticales de ambas faldas, de ahí que sean dos delanteras y dos traseras.

Los complementos restantes de la montura son los pellones de cuero de ovino, indispensables para la blandura del asiento ecuestre. Sobre ellos es habitual el uso de una tapa del mismo cuero ocupado en las partes forradas aludidas, la cual sigue la forma de los pellones y llámase caropa o choco. En el ángulo interior constituído por cada falda con su correspondiente frontera trasera, se sujetan sendos rollos de cuerda de cáñamo, cuero o crin, para ahormar los pellones, indistintamente conocidos come cabrestos. Para apretar este armónico conjunto sobre el lomo de la cabalgadura se emplean dos cinchas: la de abajo (cincha), así calificada porque arranca de una gruesa y ancha correa prisionera en el casco, y la de arriba o de encima (sobrecincha), por cuanto constituye un círculo cerrado con correa aún más fuerte que la anterior, colocada sobre los pellones o el choco - si lo hay -, la cual recibe también el nombre de cinchón, y se halla cubierta por un tapacinchón, de cuero igual al de los otros forros. La gran resistencia del cinchón se debe a que él, aparte de desempeñar la función señalada, sirve para apegualar el lazo. Este tiene su ubicación en la montura chilena en el lado derecho posterior, colgado a ella por sendas corriones, del casco y afianzado en la sobrecincha. En casos especiales, entre los que destacan el rodeo, es habitual cubrirlo con un tapalazo, de cuero, de forma triangular y provisto de enflecadura.

La medida normal de los dos tipos en referencia es de 15 a 20 pulgadas, de fuste a fuste. En la actualidad las faldas de la montura de copa se han acortado, para permitir una mayor facilidad en el manejo de la espuela en la corredura en vacas, donde predomina ostensiblemente el uso de la de casco de madera.

La de fierro ha tenido su más famoso centro artesanal en la región de Río Bueno, provincia de Valdivia; la redonda ostenta varios importantes en el país, sobresaliendo los de las provincias de Linares y Ñuble. Sus piezas complementaris, en particular pellones, pañotes, así como la vestimenta completa del casco, son confeccionadas en múltiples sitios urbanos y rurales, diseminadas en el centro y sur de nuestro territorio, y su valoración depende de los tradicionales conceptos del hombre de oficio ecuestre, quien la ha llevado a todos los confines nacionales.

Junto a los atributos de firme y sobria construcción, la montura chilena evidencia su calidad por medio de los dibujos ornamentales que aparecen, a menudo, en la cara exterior de sus fronteras, en el choco, y en el forro de la copa o del fuste posterior, según la clase a que pertenezca, obtenidos con bordado de tientes - finos y angostos corriencillos - y cuyos motivos más comunes son fitomórficas y geométricos varios.

La escuela artesanal y la funcionalidad de la montura, invitan a la aplicación de los caracteres de esta especie folklórica en el campo de la Pedagogía y del turismo, además del interés que significa para la Sociología la interpretación de un bien cultural de tan profunda y diversificada ingerencia en la vida del hombre campesino.

No es fácil determinar los antecedentes históricos directos de nuestra montura criolla. A nuestro juicio, ella es la resultante de los tipos de silla de procedencia hispánica introducidos por el conquistador español en América, en especial de la silla de brida y de la silla la jineta, que serían, lo fundamental de las peculiaridades de sus cascos o aparejos, respectivamente, las antecesoras de la de copa y de la de fuste, sin concomitancia actual con la manera de montar del huaso, no mayormente con los elementos restantes de la montura, cuya morfología nacional propia se consolida a comienzos del siglo XIX, distinguiéndose por sus pellones y estribos de madera, que incluídos en la organicidad de su índole la hacen inconfudible en el folklore americano.



Bibliografía

S. A. M. "Diccionario de equitación". Imp. y Estereotipia de M. Rivadeneyra. Madrid, 1854.


Lago, Tomas. "El huaso". Ediciones de la Universidad de Chile. Ed. Universitaria. Stgo., 1953.


León Echaiz, Rene. "Interpretación histórica del huaso chileno". Ed. Universitaria. Stgo., 1955.