Enciclopedia Chilena/Folclore/Lazo, El
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El Lazo
Artículo de la Enciclopedia Chilena
Este artículo es parte de la Enciclopedia Chilena, un proyecto realizado por la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile entre 1948 y 1971.
Código identificatorio: ECH-544/6
Título: El Lazo
Categoría: Folclore
Lazo, El. Folk. Cuerda de cuero empleada habitualmente para pillar, asegurar y llevar de tire animales de ganado mayor y menor. Además, entre otros fines ocasionales, sirve para arrastrar distintos objetos, facilitar el paso por terrenos accidentados, y hasta perpetrar violentas acciones con motivo de pendencias. La longitud normal del lazo fluctúa entre los 18 y 15 m., y su diámetro, entre los 16 y 22 mm., existiendo algunos más delgados aún que se utilizan como simple adorno de la montura, o como relleno de la parte inferior trasera de los pellones, con el propósito de ahorrar el lugar en que se sienta el jinete. En este último caso recibe el nombre de cabresto de montura, y también se hace de cáñamo o de crin. Corrientemente distínguense dos tipos: el tercido, que consiste en una correa, a la cual se la forma cilíndrica, humedeciéndola y haciéndola girar a lo largo, en un mismo sentido, de tal modo que los bordes resultantes queden en posición paralela diagonal. El trenzado, producto del entrecruzamiento de hebras del mismo ancho, por lo general cuatro o seis, que suele rematar en el extremo de la lazada - el que debe abrirse para coger el animal - con un agregado de dos hebras más, respectivamente, en la extensión de poco más de un metro, cabe que se denomina yapa. Esta obedece a razones de resistencia y de peso apropiado para facilitar el correcto movimiento giratorio, llamado berneo, que conduzca a un lanzamiento certero. Persiguiendo las mismas finalidades, algunos lazos torcidos presentan yapa de cuatro hebras. Uno u otro pueden llevar en la punta de la mencionada lazada, una argolla de fierro, de aproximadamente 6 centímetros de diámetro, para que corra la cuerda por ella, o bien, un ojal con su correspondiente botón, desempeñando una vez cerrado aquel la misma función de la argolla, con la ventaja de poder sacar el lazo del animal cogido con mucha mayor facilidad. En cambio, en la otra punta, siempre aparece la citada pieza compuesta, para poder fijarla, a voluntad, al cinchón de la montura, acción conocida como apegualar, necesaria para resistir los tirones de un animal indómito o laceado en plena carrera, lo que exige al jinete lacero poner su cabalgadura de frente a dicho animal, si quiere soportar en buena posición de equilibrio el primer envión. Algunos caballos maestros resisten los forcejeos sin necesidad de las imposiciones de su amo, lo que permite a éste saltar a tierra y cumplir otros cometidos. Esta habilidad equina recibe el nombre de cinchar. Ambos tipos señalados resultan de lonjas de cuero crudo, cortadas de una sola vez en toda su longitud, en forma concéntrica, de afuera hacia adentro, prefiriéndose el material proporcionado por novillos robustos, material al que excepcionalmente se le deja el pelo cuando se trata de un lazo torcido; pero, que de todas maneras debe ser sebado hasta adquirir la flexibilidad apropiada. La máxima demostración de destreza practicable con el lazo, alternancia de deporte y faena, es la de echar peales, expresión técnica que sintetiza las diversas y elegantes modalidades de lacar de a río una o dos extremidades de un caballo suelto en un corral, consiguiendo su caída sin quebrarlo y aguantando el sacudón sin mover los pies del sitio ocupado por el lacero. Pero si el procedimiento de supremo dominio es el aludido, sólo alcanzable por algunos privilegiados, no por eso la mayor parte de nuestros huasos dejan de llevar enrollada sobre el costado posterior derecho de la montura, y sujeta por dos corrianes, la vigilante cuerda, visible en todas las regiones donde existe el oficio ecuestre, y que podría ayudar eficazmente a la difusión turística de los caracteres del huaso, y a la enseñanza de la significación de este personaje nacional. Las condiciones actuales del lazo, en lo que concierne a sus materiales de construcción, su morfología y su uso, proceden de una criollización chilena, en la que intervinieron factores apartados por el conquistador ibérico y el indígena americano.
Bibliografía Roman, Manuel Antonio. "Diccionario de chilenismos". Imp. Claret. Stgo., 1901-1918.
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