En la muerte de Sennucio, poeta y amante
Aunque quedo sin ti, solo y desierto,
caro Sennucio, al cabo me consuelo;
porque del cuerpo donde estabas muerto
gloriosa tu alma remontó su vuelo.
Ya puedes, lejos de este mundo incierto,
las maravillas contemplar del cielo,
y de mil y mil astros el concierto;
yo templo así con tu placer mi duelo.
Te ruego que de Venus en la esfera
por mí saludes al divino Dante
y a Beatriz su dulce compañera;
y dile a Laura que su triste amante,
mientras con ella reunirse espera,
en lloro vive y en dolor constante.