En el abanico de la misma Condesa

En el abanico de la misma Condesa editar

Mañana, gentilísima Condesa,
seguiré por la tierra mi camino:
la gloria es un brillante torbellino
de humo de incienso y ráfagas de luz:
mas aunque leve y perfumado, pesa,
que es calvario de flores cuya altura
sin alcanzar su cáliz de amargura
no alcanza nadie, y sin llevar su cruz.

El recuerdo fugaz que de mí os deje
la onda de aire es no más de este abanico,
y los versos que os doy de él en un pico
para deciros al partir ¡adiós!
Queda en ellos y en él cuando me alejo,
y en esa onda que os da fresco y reposo,
la gratitud que debo a vuestro esposo
y el hermoso ideal que os debo a vos.