Elementos de economía política: 49


Capítulo XI : De la tierra, tercer instrumento de producción.

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    • I. Nociones de la tierra.
    • II. Del mejor empleo de la tierra; grande y pequeña propiedad territorial; grande y pequeño cultivo.
    • III. Teoría de la renta; teorema de Ricardo.

§. III. Teoría de la renta; teorema de Ricardo.

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347. Hemos dicho que la tierra es un monopolio, el más importante de todos los monopolios, hemos manifestado que las tierras labradas y labrantías presentan entre sí diferencias esencialísimas; entremos ahora más adelante en el análisis de la producción agrícola, y procuremos determinar la naturaleza verdadera de la renta que corresponde económicamente al propietario o posesor de ese monopolio.
348. Supongamos que todas las tierras de primera calidad, es decir, las más feraces y mejor expuestas, se hayan puesto en cultivo, sin que las cosechas que dan basten para la población existente; ¿qué harán los labradores? Cultivarán tierras igualmente fértiles, pero más distantes, o las tierras igualmente cercanas, pero menos fértiles; o bien emplearán en las tierras que ya están en cultivo una cantidad mayor de trabajo y de capital; es decir, en otros términos, que cultivarán tierras de segunda calidad, o lo que es lo mismo, que producirán con mayor coste que si continuasen cultivando tierras de primera calidad.
349. Habrá, pues, entonces en el mercado productos (primeras materias y comestibles), que se habrán obtenido, unos con menos, otros con más gastos de producción. El trigo procedente de la tierra de primera calidad habrá costado menos que el procedente de la de segunda.
350. Esto sentado, ¿hay dos precios o un solo precio? Habrá un solo precio, si suponemos el mismo mercado, la misma época y la misma calidad de trigo; porque es visto que los precios se nivelan entre dos calidades, en completa igualdad de circunstancias, cualquiera que sea la diferencia de los gastos de producción.
351. Ahora bien, ¿cuál es el precio que domina? El del trigo que se ha producido a mayor coste, el del trigo que proviene de la tierra de segunda calidad; porque si el productor que produce a mayor coste no obtuviese el reembolso de sus adelantos y un beneficio, no produciría. Puede en verdad haber error de cálculo y pérdida efectiva por parte de este o el otro labrador; pero es físicamente imposible que ese error subsistía por mucho tiempo y en un gran número de productores.
El posesor de la tierra de primera calidad, que disfruta de un monopolio, no teme la competencia, porque las buenas tierras no se improvisan, y el comercio tiene precisión de hacer gastos para ir a buscar los productos que podrían establecer esa competencia.
352. Por consiguiente, el regulador general del precio del trigo es el precio del trigo obtenido con mayores gastos, y puede decirse sin rebozo que el trigo de la tierra de primera calidad tiende a ponerse en consonancia con el trigo de la tierra de segunda calidad.
353. Hemos supuesto solamente dos calidades de tierra; pero hubiéramos podido suponer más, cuatro, por ejemplo, con trigo que costase de producir 44, 48, 56 y 64 reales. De lo que precede resultaría que el precio hacia el que oscilarían en el mercado todas las calidades de trigo sería el de 64 reales, dando de esta suerte al posesor del suelo un beneficio líquido de 20, 16, 8 y 0 reales.
354. Lo que decimos del trigo se aplica a todos los géneros agrícolas, y basta para manifestar la marcha de la producción agrícola.
Lo que es cierto con respecto a dos tierras, lo es igualmente con respecto a dos porciones de capital aplicadas a la misma tierra.
355. Acabamos de demostrar que hay una diferencia entre el valor de los productos de una tierra y el valor de los productos de otra: esta diferencia entre el precio natural y el precio corriente de los productos, entre los gastos de producción y el precio del mercado, entre los gastos exigidos por el producto menos costoso y el precio de la plaza regulado por los gastos de producción necesarios para los que han producido más caro, es lo que forma la renta de la tierra, el rédito líquido del que la posee.
356. Esta renta forma parte del arriendo pagado por el colono o arrendador; pero este arriendo puede también ser mayor o menor que la renta.
357. Por lo visto, la renta es el efecto y el resultado del precio del mercado, y de ninguna manera su causa. En cuanto al arriendo, es evidente que puede hasta cierto punto influir sobre aquel precio, porque puede, si es superior a la renta, transformar momentáneamente un terreno de primera calidad en un terreno de calidad inferior, y recíprocamente; si es inferior a la renta, puede poner a un terreno de segunda calidad en las condiciones de un terreno de primera calidad, a menos de que en este caso el colono o arrendador no se lucre con la diferencia, lo que siempre es más probable, en atención a que los compradores de subsistencias son siempre bastante numerosos para que haya entre ellos competencia. Ya Adan Smith entrevió este modo de considerar la producción agrícola: pero a quien debemos, su demostración completa es a Ricardo, el primero de los economistas después de Smith [1]. El mismo modo de ver la cuestión han adoptado los principales economistas, como fruto de sus investigaciones sobre esta parte de la ciencia, sin que contra él hayan valido de nada las varias objeciones que se le han hecho, bastando, para convencerse de su exactitud, leer el final de la lección octava del Curso de M. Rossi.
358. El conocimiento de la verdad, en este delicadísimo punto de la economía política, derrama nueva luz sobre las relaciones que ligan entre sí al propietario y al colono, a los posesores de tierra y al resto de la población; en fin, ilustra al Gobierno en orden al repartimiento de las contribuciones.
También a nosotros nos servirá para profundizar las importantes nociones del producto en bruto y del producto líquido de la sociedad.
Por de pronto ya nos demuestra que, no siendo la renta del propietario más que el efecto del precio del mercado, no debe entrar en la suma de los gastos de producción (91).

  1. Opinión de Rossi, Curso de Economía política, lección octava.