Electra: 36
Escena IV
editarMÁXIMO, ELECTRA.
ELECTRA.- (Volviendo de lo interior.) Dormiditos están como unos ángeles, Allá les dejo media hora más reponiendo en el sueño sus cuerpecitos fatigados.
MÁXIMO.- Hija, debemos mirar por nuestros cuerpecitos... o nuestros corpachones. ¿Comemos?
ELECTRA.- Cuando quieras. Todo lo tengo pronto. (Dirígese al aparador donde tiene la vajilla, cubiertos, mantel y servilletas, frutero.)
MÁXIMO.- Eso me gusta. Todo a punto. Así se llega siempre a donde se quiere ir.
ELECTRA.- (Extiende el mantel.) De eso trato... Pero con todo mi tino no llegaré, ¡ay!
MÁXIMO.- Déjame que te ayude a poner la mesa. (ELECTRA le va dando platos y cubiertos, el vino, el pan.) Sí llegarás...
ELECTRA.- ¿Lo crees tú?
MÁXIMO.- Tan cierto como... como que tengo un hambre de cincuenta caballos.
ELECTRA.- Me alegro. Ahora falta que te guste la comida que te han hecho estas pobres manos.
MÁXIMO.- Traéla y veremos.
ELECTRA.- Al instante. (Corre al interior de la casa.)