Electra: 23
Escena VIII
editarDON URBANO; CUESTA con papeles y cartas.
DON URBANO.- Leonardo, gracias a Dios.
CUESTA.- Ya te dije que no venaría por la mañana. (A JOSÉ dándole una carta.) Que certifiquen esto... Pronto. Luego llevaréis más cartas. (Vase JOSÉ.)
DON URBANO.- (Tomando un papel que le da CUESTA.) ¿Qué es esto?
CUESTA.- El resguardo de las cien mil y pico... Fírmame ahora un talón de sesenta y siete mil...
DON URBANO.- Ya: para el envío a Roma.
CUESTA.- ¿Y Evarista?
DON URBANO.- Vistiéndose.
CUESTA.- Vistiéndose, que vais a la inauguración de La Esclavitud que lleváis a Electra.
DON URBANO.- Por cierto que de esta niña no debemos esperar nada bueno. Cada día nos va manifestando nuevas extravagancias, nuevas ligerezas...
CUESTA.- (Con viveza.) Que no significan maldad.
DON URBANO.- Lo son como síntoma, fíjate, como síntoma. Por esto Evarista, que es la misma previsión, ha pensado en someterla a un régimen sanitario en San José de la penitencia.
CUESTA.- Permíteme, querido Urbano, que disienta de vuestras opiniones. Dirás tú que quién me mete a mí...
DON URBANO.- Al contrario... Como buen amigo de la casa, puedes darnos tu parecer, aconsejarnos...
CUESTA.- Eso de arrastrar a la vida claustral a las jovencitas que no han demostrado una vocación decidida, es muy grave... Y no debéis extrañar que alguien se oponga...
DON URBANO.- ¿Quién?
CUESTA.- ¡Qué sé yo! -Alguien. Hay en la vida de esa joven un factor desconocido... El mejor día... podrá suceder... no aseguro yo que suceda... el mejor día, cuando vosotros tiréis de la cuerda para encerrar a la niña contra, su voluntad, saldrá una voz diciendo: «Alto, señores de Yuste, alto...».
DON URBANO.- Y nosotros responderemos: «Bueno, señor incógnito factor... Ahí la tiene usted. Nos libra de una tutela enojosa, molestísima».
CUESTA.- (Sintiendo gran fatiga, se sienta.) Esto es un decir, Urbano, un suponer...
DON URBANO.- ¿Te sientes mal? ¿Necesitas algo?
CUESTA.- No... Este maldito corazón no se lleva bien con la voluntad.
URBANO.- Descansa, hombre. ¿Por qué no te echas un rato?...
CUESTA.- ¿Pero tú sabes lo que tengo que hacer? (Sacando papeles.) Por de pronto, dos cartas urgentísimas, que han de salir hoy.
DON URBANO.- Escríbelas aquí. (Escogiendo un sitio en la mesa, y retirando libros y papeles.)
CUESTA.- Sí... Aquí me instalo.
DON URBANO.- Yo también estoy atareadísimo. Tengo mil menudencias...
CUESTA.- No te ocupes de mí. (Escribiendo.)
DON URBANO.- Perdona, Leonardo. Evarista no tardará en salir.
CUESTA.- (Sin mirarle.) Hasta luego. (Vase DON URBANO por el foro.)