El sueño de un curioso
¿Conoces, como yo, el dolor sabroso?,
Y de ti haces decir: "¡Oh, que hombre singular!"
-Iba yo a morir. Era aquello en mi alma amorosa,
Deseo mezclado al horror, un mal particular;
Angustia y viva esperanza, sin humor ficticio.
Cuanto más se vaciaba la fatal ampolleta,
Más áspera y deliciosa era mi tortura;
Todo mi corazón se desprendía del mundo familiar.
Me sentía cual el niño ávido del espectáculo,
Aborreciendo el telón como se odia un obstáculo...
Finalmente la verdad fría se reveló:
Estaba yo muerto, inesperadamente, y la famosa aurora
Me envolvía.— Y, ¿qué? Entonces, ¿no es más que esto?
La cortina se había alzado y yo esperaba todavía.