El final de la jornada
Bajo una luz descolorida
Corre, danza y se tuerce sin razón
La Vida, impudente y vocinglera,
Así, en cuanto en el horizonte
La noche voluptuosa sube,
Sosegándolo todo, hasta el hambre,
Borrándolo todo, hasta la vergüenza,
El Poeta se dice: ¡"Finalmente"!
Mi espíritu, como mis vértebras,
Implora ardiente el reposo;
El corazón lleno de pensamientos fúnebres,
Voy a tenderme de espaldas
Envolviéndome en vuestros cortinados,
"¡Oh, refrescantes tinieblas!"