El sombrero de tres picos (1874)/Capítulo II
II.
De cómo vivia entonces la gente.
En Andalucía, por ejemplo (pues precisamente aconteció en una ciudad de Andalucía lo que vais á oir); las personas de suposicion continuaban levantándose muy temprano, yendo á la catedral á misa de prima, aunque no fuese dia de precepto; almorzando á las nueve un huevo frito y una jícara de chocolate con picatostes; comiendo de una á dos de la tarde puchero y principio, si habia caza, y si no, puchero sólo; durmiendo la siesta despues de comer; paseando luego por el campo; yendo al rosario entre dos luces à su respectiva parroquia; tomando otro chocolate á la oracion (éste con bizcochos); asistiendo los muy encopetados à la tertulia del corregidor, del dean ó del título que residia en el pueblo; retirándose á casa á las ánimas; cerrando el porton antes del toque de la queda; cenando ensalada y guisado por antonomasia, si no habian entrado boquerones frescos, y acostándose incontinenti con su señora,—no sin hacerse calentar antes la cama durante nueve meses del año...
¡Dichosísimo tiempo aquel en que nuestra tierra seguia en quieta y pacífica posesion de todas las telarañas, de todo el polvo, de toda la polilla, de todos los respetos, de todas las creencias, de todas las tradiciones, de todos los usos y de todos los abusos santificados por los siglos! ¡Dichosísimo tiempo aquel en que habia en la sociedad humana variedad de clases, de afectos y de costumbres! ¡Dichosísimo tiempo, digo,... para los poetas especialmente, que encontraban una leyenda, un cuento, una comedia, un drama, una novela, un sainete, un entremés, un auto sacramental ó una epopeya detrás de cada esquina, en vez de esta prosáica uniformidad Y desabrido realismo que nos legó al eabo la revolucion francesa!—¡Dichosísimo tiempo, si...
Pero esto es volver à las andadas: basta ya de generalidades y de circunloquios, y entremos resueltamente en la historia del Sombrero de tres picos.