El profeta/Las Leyes
Las Leyes
Entonces un abogado dijo, «¿Pero qué de nuestras leyes, maestro?»
Y él contestó:
Te encanta establecer las leyes,
Pero te encanta más romperlas.
Como niños jugando al lado del océano que construyen torres de arena con constancia y después las destruyen con risa.
Pero mientras construyes tus torres de arena el océano trae más arena a la orilla,
Y cuando las destruyes, el océano se ríe contigo.
En verdad el océano se ríe siempre con el inocente.
Pero, ¿qué de los para quienes la vida no es un océano, y las leyes de los hombres no son torres de arena,
Sino para quienes la vida es una piedra, y la ley un cincel con el qual cincelarían en ella sus propios parecidos?
¿Qué del lisiado que los odia a los bailadores?
¿Qué del buey a que le encanta su yugo y que los estima los alces y ciervos del bosque perdidos y vagabundos?
¿Qué del serpiente viejo que no puede mudar de su piel, y les llama a los otros desnudos y sinverguenzas?
Y, ¿de él que llega temprano a la fiesta de boda, y cuando se está hartado y cansado se va dijiendo que todas las fiestas son violaciones y que todos que asisten a ellas quebrantan la ley?
¿Qué diré acerca de éstes salvo que ellos también se hallan en la luz del sol, pero con las espaldas hacia el sol?
Ellos ven sólo sus sombras, y sus sombras son sus leyes.
Y, ¿qué es el sol para ellos sino algo que proyecta sombras?
Y, ¿qué es reconocer las leyes sino agacharse y calcar sus sombras en la tierra?
Pero tú que andas con frente al sol, ¿cuáles imagenes dibujadas en la tierra pueden detenerte?
Tú que viajas con el viento, ¿cuál veleta te dirige el rumbo?
¿La ley de cuál hombre te ata si rompes tu yugo pero no en la puerta de cárcel de nadie?
¿De cuáles leyes tendrás miedo si bailas pero no tropezas contra las cadenas de hierro de nadie?
Y, ¿quién es él que te trae a juicio si te quitas tu ropa pero no la dejas en el paso de nadie?
Gente de Orfalese, pueden amortiguar el tambor y pueden aflojar las cuerdas del laúd, pero, ¿quién le mandará la alondra que no cante?