El pleito de la cabra

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


El pleito de la cabra.

Sobre si era ó no era mia
Una magnífica cabra
Que yo en mi lugar tenia,
Comprada á un tal N. Fabra,

Me puso un pleito Simón
Alegando con desden
Que el tal Fabra era un ladrón,
Lo que puede ser muy bien.

Ello es que busqué abogado
Para salvar mi dinero,

Y escribió mas que el Tostado
De falso y de verdadero.

Ello es también que en la Audiencia,
Que es lo que os quiero hacer ver,
Probó su infinita ciencia
Como podréis conocer.

— Comienzo, pues, ab initio.
Dijo con mucha razón,
Siempre ha probado el buen juicio
La buena disposición.

Escribió en Sichen mil folios
De esta cuestión peregrina,
Con comentarios y escolios
La preciosísima Dina.

Nembroc y Melchisedec,
Y Semíramis y Niño,
Y el astuto Abimelec
Cuando del Egipto vino.

La espedicion de Artajerjes
Recogió datos preciosos,
O sea mas bien de Jerjes,
Porque hay autores dudosos.

La guerra de Mitrídates

Trae un ejemplo palmario
Aunque digan disparates
Los del partido contrario.

También el Peloponeso
Si bien lo examino y miro
Tiene relación con eso
Por las cuestiones de Ciro.

Y no faltarán ejemplos
Que mi ingenio los barrunte
En las ruinas de los templos
De la hermosa Seleunte.

En las intrigas de Sila,
En las luchas de los Marios

Y en los hechos de Favila
Que pasan de estraordinarios.

Los Mucios, los Escipiones,
Los Pompeyos y Sertorio,
Todos traerán á millones
Pruebas sobre este auditorio.

Pero si razones tales
Os parecieran livianas,
Las encontrareis cabales
En la batalla de Cannas.

Y en el lago Trasimeno,
Y en la ciudad de Corinto,
Y en medio del mar Tirreno
Que está con la sangre tinto.

Y para mas testimonio
Sabio oráculo de Belfos,
Os citaré á Mareo Antonio,
A Gibelinos y á Güelfos.

Y el Areópago de Atenas,
Y las naves de Jason,
Que están de mis pruebas llenas,
Y pruebas robustas son.

Pero hablaba tan de prisa
Que el pobre sudaba á mares,
Yo por no morir de risa
Me apretaba los hijares.

No sé cómo conseguí

A fuerza de hacerle señas
Que por complacerme á mí
Descendiese de sus breñas.

Ya veis, dijo, bien patente
Sin que nadie la destruya
La razón de mi cliente,
Es decir, la cabra es suya.

Y por justa consecuencia
Daréis y estoy muy seguro
A su favor la sentencia
Y pido costas y juro.

Claro es con tales razones
Que era el triunfo natural,
Pero esto va en opiniones
Y tuvo otra el tribunal.

¡A quién nunca ha sucedido
(Vamos, de cólera rabio)
Haber el pleito perdido
Por ser su abogado sabio!