Escena II

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Dichos y JOSÉ ANTONIO.

José Antonio. -Buenas tardes. (Besa a MAMECA en la frente.) ¿Como está abuelita?

Mameca. -Te esperaba hijo.

José Antonio. -No pude venir. Un negocio. (A SILVIA.) ¿Y tú?

Silvia. -Bien, como siempre.

Mameca. -¿No has estado enfermo?

José Antonio. -No señora.

Mameca. -Gracias a Dios. ¿Y tus nenes? ¿Y tu señora?

José Antonio. -Buenas, muy buenas. Con ganas de verla.

Mameca. -¡Pobrecitos! Criaturas cariñosas. Me tienen tan regalona que cuando no vienen a buscarme lo paso de mal humor.

José Antonio. -¿Sabe que Pilulo está muy enojado?

Mameca. -¿Conmigo?

José Antonio. -Sí, señora; por su regalo, Dice que hubiera preferido pasteles.

Mameca. -¡Sí, muy bonito! ¡Herejes!...

Silvia. -¿Qué era?

José Antonio. -Unas estampas de San Luis Gonzaga.

Silvia. -(Ríe.) Ja, ja, ja.

Mameca. -Sí ríanse de la gracia. Lo único que te reprocharé toda la vida es que eduques a esas criaturas como unos judíos sin religión, ni nada.

Silvia. -Los judíos tienen religión.

Mameca. -Qué sabes tú mocosa. No tienen; no creen en Dios.

Silvia. -Le digo que sí.

Mameca. -¡Cállase la boca, atrevida! (Murmurando.) Los inocentes, sin moral, sin saber rezar ni el bendito...

José Antonio. -Tú siempre contradiciéndola.

Silvia. -Ya lo ves. Si no lo hago, extraña, imaginándose quién sabe qué cosas.

Mameca. -¿Qué estás hablando pizpireta? (A JOSÉ ANTONIO.) ¿Es de mí?

Silvia. -Empezaba a contarle lo que me dijo usted de los maridos.

Mameca. -Son invenciones. No lo creas José Antonio. ¿Y me llevas contigo?

José Antonio. -Sí señora.

Mameca. -Bueno hijita; acompáñame a mi cuarto, con eso me arreglo un poco.

Silvia. -Venga usted, señora presumida, a emperifollarse.

Mameca. -¿Qué?

Silvia. -(Dándole el brazo y encaminándose hacia la puerta derecha.) Digo, que el día menos pensado no la vemos más.

Mameca. -Sí; cuando me muera.

Silvia. -No; cuando haga una conquista.

Mameca. -Burlate, burlate. Ya vendrán otros a vengarme.

Silvia. -¿Mis nietos? ¿Mis nietos?

Mameca. -Pero ¿han visto el atrevimiento? Una niña no habla de esas cosas.

Silvia. -Usted lo ha dicho. Y bien claro. (Remedando.) Ya vendrán tus nietos a vengarme.

Mameca. -¡No seas descarada muchacha! ¡No seas descarada! Qué manera de mentir.

Silvia. -¡Sí, señora; lo ha dicho y lo ha dicho! (Hacen mutis discutiendo.)