El origen del hombre/Apéndice I

APÉNDICES.


I.


TEORÍA DARWINIANA DE LA SELECCION SEXUAL.

I. [1]

la seleccion sexual.


Cuando en un animal aparece, por variacion espontánea, un carácter nuevo propio para elevarle sobre su raza, el animal favorecido de este modo, á la par que todos los que hayan sufrido modificaciones como él, expulsarán con el tiempo del distrito que habitan á todos los individuos de su especie ménos privilegiados; se reproducirán entre sí, y aumentarán en cada generacion el desarrollo del carácter favorable, mientras este desarrollo les sea útil. De esta manera llegará á formarse una nueva especie con estos individuos elegidos inconscientemente; por la seleccion natural se bifurcará el tronco primitivo, y una rama nueva, más vigorosa, se desarrollará sobre él, á veces sin lograr destruirle, y otras absorbiendo toda su savia, hasta que llegue aquel á desaparecer.

Por lo tanto, el efecto de la seleccion natural consiste en fijar los caractéres que hace aparecer la variacion espontánea de las especies, con una condicion precisa: que estos caractéres sean útiles á los individuos que los presenten. Consíguese merced á ella explicar la causa de que las especies se hayan ido diferenciando; pasando unas á ser mas vigorosas con la adquisicion de armas propias para atacar su presa ó sorprenderla mejor; perfeccionándose otras con la adaptacion gradual de todo lo que es necesario para defenderse, huir ó esconderse.

Sin embargo, no á todos los caractéres que ofrecen los animales, se les puede asignar el mismo orígen. ¿Cómo pueden la manchada piel del tigre ó de la pantera, la melena del leon, ayudar á estos animales en sus cazas? ¿Qué seguridad puede dar al pavo real su soberbio plumaje, y al ruiseñor su voz melodiosa?

Para explicar la adquisicion de tales cualidades es de todo punto necesario recurrir á otro procedimiento. Darwin lo encuentra en la seleccion sexual, que, en su esencia, es sólo una forma de la seleccion natural. Con su ayuda descúbrese el mundo animal bajo un nuevo punto de vista sumamente curioso. Fiel á su manera de procecer, Darwin busca en sus inmensos conocimientos zoológicos una sola base para su hipótesis; héla aquí:

Los caractéres cuyo orígen se trata de descubrir son precisamente aquellos cuyo objeto principal parece ser el perfeccionamiento, estético, en algun grado, de los animales; tales son los vistosos colores, las crestas y apéndices multiformes, el timbre musical de la voz y la variedad del canto. Si nos fijamos en la clase del reino animal en que la elegancia de la forma, el encanto de la voz, los adornos más deslumbradores constituyen una ley general, la clase de las aves, veremos que estos dones no están ni con mucho repartidos con igualdad entre los dos sexos: casi siempre el macho es el que se nos presenta ostentando los más brillantes colores ó la voz más encantadora cuando no reune en sí las distintas cualidades de la voz y el color, que raras veces se presentan juntas. Principalmente en la época de la reproduccion se avivan los matices del plumaje, se desarrollan los bellisimos penachos, adquiere la voz toda su intensidad. Entonces los machos hacen gala de sus adornos ante las hembras, llegando á descuidar su propia seguridad para enamorarlas.

¿No parece natural que cuando llegue el momento en que la hembra haya de escoger entre sus pretendientes se entregará al que crea más bello ó mejor dotado? ¿No es probable tambien que las hembras tengan desarrollado á su modo algun sentimiento estético que las haga preferir unos adornos á otros, ó los imprevistos á los conocidos? Eligiendo siempre á los machos más vistosos, las hembras serian causa del perfeccionamiento, ó simplemente de la variedad en su especie.

La seleccion sexual tal como acabamos de definirla aparece, al lado de la natural, como un nuevo procedimiento para diversificar las razas; pero puede tambien obrar de otro modo. No se limitan los machos á contonearse siempre ante sus hembras; traban entre ellos numerosos combates, de que todos podemos haber sido testigos. En estas luchas la ventaja pertenece necesariamente, ya á los más fuertes, ya á aquellos en quienes la variacion espontánea ha dotado de alguna arma nueva, o de un medio de defensa excepcional. Así pueden haberse adquirido y conservado como caractéres específicos, los espolones del gallo, por ejemplo.

II.

condiciones necesarias para el ejercicio de la seleccion sexual.—leyes de herencia.


Para que se ejerza la seleccion sexual, bajo cualquier forma, es preciso que medien ciertas condiciones. Efectivamente, si suponemos que, en una especie determinada, el número de machos es exactamente igual al de hembras, y añadimos á esta hipótesis la de que cada macho no se aparee más que con una sola hembra, vemos claramente que, en este caso, todos los machos podrán reproducirse. Es cierto que los más vistosos, los más fuertes, ó los más precoces, encontrarán, antes que los demás, una hembra que les acepte, y hasta podrán escoger la que más les agrade, pero no por eso el número de sus descendientes será superior al de cada uno de los otros machos; de manera que no ofrecerá probabilidades de aumentar mucho la proporcion de los individuos que presenten un determinado carácter puramente ornamental.

Por el contrario, tan pronto como resulta una desproporcion considerable entre el número de individuos de cada sexo, aparece y obra la seleccion sexual. Los individuos del sexo ménos numeroso se ven forzosamente obligados á elegir entre los individuos del otro sexo que los pretendan; y estos últimos son arrastrados por la competencia á la rivalidad y á la lucha consiguiente.

Pueden producirse iguales efectos, sin que exista ninguna desproporcion numérica entre los individuos de cada sexo. Basta para ello que algunas costumbres ó hábitos especiales produzcan una escasez, que podríamos llamar artificial, de los individuos de un sexo con relacion á los de otro. Así vemos, por ejemplo, que el gallo, y la mayoría de los machos de las gallináceas, tienen la costumbre de formarse un verdadero harem. De esto resulta que si el número de hembras no excede con mucho al de los machos, no lodos estos encontrarán con quien aparearse. Por lo tanto, podrá y deberá intervenir necesariamente en tal caso la seleccion sexual. La poligamia es en los animales un hecho muy general, cuya consecuencia inmediata es la de producir una disminucion artificial en el número de hembras, que serán acaparadas por los machos preferidos, con exclusion de los demás.

Toda teoría sobre el orígen de las especies, que haga intervenir la influencia de la seleccion sexual, deberá ir precedida de una especie de censo numérico de los individuos machos y hembras en la mayor parte posible de especies.

Es incontestable que en la raza humana nacen por término medio más varones que hembras. Con todo, la proporcion varia segun los países, y hasta en una misma region influyen en ella circunstancias aun no conocidas. Presenta singularidades inexplicables todavía: en Europa, el exceso de los nacimientos de varones sobre el de hembras es mucho menor en los hijos naturales que en los legítimos; aun más, en un mismo país parece que los judíos engendran más hijos varones que los cristianos. En Livonia la proporcion entre los nacimientos de varones y hembras, es de 120 por 100 entre los judíos y sólo de 104 por 100 entre los cristianos. Sin duda habrá en ello una influencia de raza, persistente como el tipo de la fisionomía, á pesar de un transcurso de muchos siglos de comunidad de costumbres con las razas europeas.

En todos los animales domésticos se observan las mayores fluctuaciones en la proporcion, exceptuando en el cerdo y el conejo, en que los machos son mas numerosos. Respecto á los animales salvajes es difícil adquirir datos positivos. Créese que las ratas y topos machos son mucho más numerosos que las hembras. Entre las aves obsérvase tambien lo propio en muchas especies. Por su especial género de vida apenas se sabe nada sobre el particular relativamente á los peces.

En cuanto á los insectos han sido estudiados algunos de sus grupos con suficiente detenimiento para que sea posible formarse una idea bastante exacta de la proporcion numérica de ambos sexos en muchas especies, que son precisamente las más bellas. En ellas los machos parecen ser los más numerosos: en ciertas especies de la cuenca del rio de las Amazonas, observadas por M. Bates, los machos están con las hembras en la relacion de 100 á 1. Por otra parte, es un hecho muy conocido el de que, en muchos países, una hembra cautiva de ciertas mariposas nocturnas (Lasiocampa quercus, Saturnia carpini, etc.), basta para hacer acudir centenares de machos.

Otra prueba cita Darwin en apoyo de la idea de que los machos son más numerosos, y es la de los precios indicados en los catálogos de los vendedores, para los machos y hembras de cada especie. El catálogo del doctor Standinger contiene 300 especies de mariposas diurnas. Aun cuando los machos son comunmente más bellos que las hembras, estas tienen, por su escasez, mayor precio, y mientras en 113 especies raras pretende por aquellas 100 francos, pide por estas 149. La cria de muchas especies, entre las que habia el gusano de seda, ha dado por resultado 934 machos y 761 hembras.

Sentado ya el hecho de la desproporcion, débese inquirir cuáles son los caractéres adquiridos por seleccion sexual, y naturalmente se presentan como tales los que distinguen los sexos, sin que por esto estén enlazados directamente con el ejercicio de las funciones de reproduccion, las que sólo se desarrollan ó adquieren un grado máximo en la época del celo; y finalmente los que sirviendo únicamente para el adorno del individuo, y no teniendo otra utilidad positiva, no han podido ser debidos á la seleccion natural.

En el conjunto del reino animal, cuando los sexos difieren por su apariencia exterior, casi siempre el macho es el que presenta mayores modificaciones: la hembra conserva los mismos caractéres de la primera época de su vida. La causa de esto parece depender de que los machos de casi todos los animales tienen las pasiones más fuertes que las hembras. Por eso los machos luchan entre sí, hacen gala asiduamente de sus atractivos ante las hembras, y los que triunfan, por su mérito ó valor, de sus rivales, transmiten á su prole masculina los caractéres que les han dado la superioridad. Es cosa sabida que, en todos los mamíferos, los machos persiguen con ardor á las hembras. Lo propio acontece con las aves, aunque ménos que á perseguirlas tienden los machos á fascinar á las hembras desplegando ante ellas su plumaje, haciendo movimientos y ademanes extraños y cantando en su presencia. En los pocos peces cuyas costumbres se han estudiado, el macho parece ser mucho más ardiente que la hembra. La misma ley rige para todos los insectos; entre las arañas y crustáceos los machos son más activos y de costumbres ménos metodizadas que las hembras.

Tantos hechos como confirman esta ley, nos inducen á buscar las causas que la determinan; pareceria natural que los dos sexos se buscasen mutuamente; ¿por qué no sucede así y el macho es solo el que toma una parte más activa en la pasion? En las plantas, despues de la fecundacion, los óvulos deben ser nutridos algun tiempo, y por lo tanto es preciso que el pólen sea llevado á los órganos hembras, y colocado sobre el estigma, ya con ayuda del viento ó de los insectos, ya por los movimientos espontáneos de los estambres.

En los animales de organizacion inferior establecidos de una manera permanente en un mismo sitio, y que tienen separados los sexos, el elemento macho pasa invariablemente á la hembra, y por un motivo fácil de comprender, ya que los óvulos, aun cuando se desprenden antes de ser fecundados, son de más difícil transporte que el elemento macho, por su mayor tamaño. Obligados á emitir de este modo su elemento fecundante los machos de los animales adheridos á un sitio fijo, es natural que sus descendientes, elevándose en la série y llegando á ser móviles, hayan conservado la misma costumbre y se aproximen á la hembra, para que el producto fecundante no esté expuesto á los azares de un largo viaje á través del agua del mar. En cuanto á las formas cuyos antecesores primitivos no estaban adheridos á un lugar fijo, sino libres, es difícil comprender por qué los machos han adquirido la invariable costumbre de buscar á las hembras, y no estas á los machos. Pero, en todos los casos, ha sido preciso que para ello hayan estado dotados de fuertes pasiones, cuya adquisicion resultaria naturalmente del hecho de que los más solícitos y apasionados dejarian mayor número de descendientes, que los que lo fuesen ménos.

Para comprender de qué manera ha podido obrar la seleccion sexual produciendo en el transcurso del tiempo resultados tan considerables en animales de todas clases, es necesario tener presente las leyes que presiden á la transmision hereditaria de los caractéres.

Pueden estas reducirse á las siguientes: Herencia en los períodos correspondientes de la vida.—Esta tendencia está plenamente confirmada. Si aparece un carácter nuevo en un animal jóven, ya persista durante toda su vida, ya tenga sólo una duracion transitoria, reaparecerá por regla general, en sus descendientes, á la misma edad y de la misma manera. Si, por otra parte, aparece un carácter nuevo en el individuo adulto, ó aun en su edad avanzada, tenderá á reaparecer en la prole á la misma avanzada edad. Cuando esta ley presenta desviaciones, los caractéres transmitidos adelantan más frecuentemente su aparicion que la retrasan.

Herencia en las estaciones correspondientes del año.— En los animales que viven en estado salvaje se observan innumerables casos de caractéres que aparecen periódicamente en diferentes estaciones. El pelaje de los animales árticos se torna más espeso y más blanco durante el invierno. Muchas aves ostentan colores más brillantes y otros vistosos adornos en la época de la reproduccion. Herencia limitada por el sexo.— La transmision de los caractéres por igual á ambos sexos, es la forma más comun de la herencia. Pero tampoco es raro que los caractéres se transmitan solamente al sexo en que han aparecido primitivamente. La coloracion tricolor del gato es, por regla general, peculiar á las hembras. En la mayor parte de las gallináceas, los caractéres propios de cada sexo se transmiten solamente al mismo. Relaciones entre la época del desarrollo de un carácter, y su transmision á uno ó á ambos sexos.—A pesar de nuestra ignorancia sobre este particular, pueden establecerse dos reglas que por lo comun se aplican; á saber: que las variaciones que aparecen por primera vez en una época avanzada de la vida, tienden á desarrollarse en un sexo solo, mientras que las que surgen en la primera edad, suelen transmitirse á los dos. De este modo se explica que el hermoso plumaje de los machos de algunas aves, ó su facultad de cantar, sólo se desarrolla muy tarde (en la época correspondiente á la de su primitiva aparicion) de tal manera, que los machos jóvenes presentan durante mucho tiempo el pálido color de las hembras, ó son, como ellas, mudos.

Examinemos rápidamente cómo aplica Darwin estas leyes á los caractéres sexuales que presentan todos los grupos del reino animal.



III.

caractéres sexuales de los animales inferiores.


Bajo la denominacion de animales inferiores, comprende Darwin á los Protozoarios, Celentereos, Equinodermos, Moluscos y Gusanos. En estas clases inferiores no es raro encontrar los dos sexos reunidos en un mismo individuo, lo que impide naturalmente todo desarrollo de caractéres sexuales secundarios. En muchos casos en que los sexos están separados entre sí, pero fijos de un modo permanente sobre algun apoyo, los individuos no pueden buscarse, ni luchar uno por otro. Además, es positivo que estos animales tienen demasiado imperfectos los sentidos y limitadas las facultades mentales para que puedan experimentar sentimientos de rivalidad ó apreciar su belleza y demás atractivos recíprocos.

En muchas de estas clases no se descubren verdaderos caractéres sexuales secundarios, y este hecho confirma la idea de que los animales de clases más elevadas han adquirido los caractéres de esta clase por una seleccion sexual que depende simultáneamente de la voluntad, el deseo, y la eleccion ejercida por uno ú otro sexo.

Los magníficos y hasta deslumbradores colores que á menudo presentan muchos animales de las clases más inferiores pueden ser resultado directo ó de la naturaleza química, ó de la estructura elemental de sus tejidos, aparte de toda ventaja que les puedan proporcionar. Difícilmente se puede indicar un color más bello que el de la sangre arterial, y, con todo, nadie se atreverá á decir que este color sea en sí mismo una ventaja, por más que pueda aumentar la belleza y trasparencia de las mejillas de una joven. Al pensar en la gran cantidad de sorprendentes colores que recientemente han conseguido producir los químicos, nos parece extraña la idea de negar á la Naturaleza el poder de producir, sin ningun objeto de utilidad individual, matices brillantísimos en este laboratorio complexo que constituye el organismo viviente.



IV.

caractéres sexuales de los articulados.


Crustáceos00.—Comunmente los dos sexos de los crustáceos ofrecen una misma coloracion; sin embargo, el macho de la Squilla stylifera tiene un color azul verdoso, mientras la hembra presenta una tinta gris. Las diferencias sexuales de estos animales consisten, más que en los colores, en las formas de los apéndices que permiten al macho coger mejor á la hembra, ó en el desarrollo de órganos del olfato que pueden ayudarle á descubrirla. Darwin admite que estas diferencias han sido adquiridas por medio de una seleccion sexual inconsciente, ya que los machos dotados de un modo análogo se habrán reproducido con más prontitud y seguridad, teniendo probabilidades de dejar una progenie más numerosa.

En apoyo de esta opinion cita algunos hechos por demás curiosos. Los machos de ciertas especies pueden tener dos distintas formas que no cambian nunca una en otra. En la Orchestia Darwinii las pinzas pueden presentarse bajo dos formas muy diferentes en el macho. Este dimorfismo puede explicarse fácilmente suponiendo que en el orígen aparecieron en los machos por variacion espontánea, dos formas distintas, ventajosas en grado igual, y que ambas se fijaron por seleccion sexual. Admitida esta explicacion, al momento se nos ocurre la idea de que por un procedimiento análogo se habrá producido el extraño desarrollo de una de las pinzas anteriores del macho en gran número de crustáceos, mientras la otra pinza simétrica conserva la forma que tiene en la hembra. En muchas clases de cangrejos y langostas se encuentran modificaciones por el mismo estilo. En una clase, los Gelasimus macho y hembra viven por parejas, habitan una misma madriguera, cuya entrada cierra la enorme pinza del macho. Este no adquiere sus brillantes colores antes de su edad adulta. En general los machos son al parecer más numerosos que las hembras.

Arácnidos.—En algunas especies los sexos difieren considerablemente por el color: la hembra del Sparassus smarogdalus es de un verde claro, mientras el macho adulto tiene el abdomen de un amarillo vistoso, cruzado longitudinalmente por tres rayas encarnadas. Las aranas suelen dar pruebas de ser muy inteligentes. Sabida es la afeccion que demuestran tener las hembras por sus huevos llevándolos consigo envueltos en un saquito sedoso. No seria extraño de ningun modo que manifestasen á la par alguna preferencia por los machos más adornados; lo cual explicarla la causa de la brillante coloracion de algunos de estos. Hay otros que tienen la facultad de emitir un pequeño sonido, facultad de que sus hembras carecen por completo.

Insectos.—En esta clase los sexos presentan infinidad de diferencias, ya pasajeras y poco determinadas, ya por el contrario fijas y precisas. Los machos, aunque ordinariamente más pequeños que las hembras, son casi siempre los más hermosos y mejor armados. Solo ellos tienen el poder de producir sonidos que se perciben desde muy léjos y que, en las cigarras, pueden ser considerados como una verdadera voz. Colores brillantes, apéndices múltiples y vistosos, sólidas mandíbulas propias para defenderse: nada les falta. Comunmente se muestran los machos en demasía ardientes al perseguir á las hembras. A menudo se vé á cinco ó seis mariposas machos que van en pos de una misma hembra, y traban por el camino encarnizados combates aéreos. La inteligencia de estos pequeños séres se presenta frecuentemente en un alto grado de desarrollo.

Entre los Hemípteros y los Hortópteros sólo se pueden señalar las facultades musicales de los machos que son resultado de muy distintas disposiciones. El monótono canto de las cigarras se produce por la brusca expulsion del aire á través de los orificios de las tráqueas; aparatos muy complicados dan mayor intensidad á estos sonidos. Los grillos frotan una contra otra las bases de sus élitros. Todos estos insectos y algunos otros tienen sin duda placer en hacer más ruido que sus vecinos, y es incontestable que el objeto de su canto consiste en anunciar su presencia á las hembras que acuden desde muy léjos. Por otra parte, es cierto que los que más gritan tienen más probabilidades de atraerse hembras y, por consiguiente, de reproducirse, lo que es una condicion muy favorable para el desarrollo gradual del órgano de la voz.

El inimitable observador M. Fabre, descifrando las costumbres de un Himenóptero, el Cerceris, insecto parecido á la avispa, observa que «los machos traban á menudo luchas por la posesion de alguna hembra particular que se halla presente, indiferente espectadora del combate á que se entregan para obtenerla, y que, cuando la lucha ha terminado, emprende el vuelo tranquilamente unida al vencedor.» Los machos de muchas especies de hormigas son negros, y las hembras de un tinte algo claro: en la familia de las Abejas, principalmente en las especies solitarias, los sexos difieren á menudo de color.

Algunos Coleópteros ostentan matices brillantísimos. Tales son, entre otros, los escarabajos, protegidos suficientemente por su espesa coraza, las cantáridas, y otros insectos cuyo repugnante gusto les pone al abrigo de todo ataque. Darwin cree que todos estos séres, cuando macho y hembra son igualmente vistosos, han podido adquirir por seleccion sexual un deslumbrador brillo metálico. En efecto, ninguna utilidad, próxima ó remota, se puede asignar á cualidades que sólo pueden servir para revelar á los enemigos la presencia de los insectos que reunen. Tienen además muchos coleópteros gran número de caractéres sexuales muy marcados. Ciertos machos están dotados de miembros especiales que tienen por objeto sujetar fuertemente á la hembra durante el acto de la reproduccion.

Todo parece dispuesto en los Lepidópteros para fascinar la mirada: elegancia en las formas, gracia en los movimientos, armonía, variedad, brillantez en los colores; privilegios todos que confirman la teoría de la seleccion sexual, única que puede explicarlos. En efecto, no se podria asignar por causa de tales modificaciones alguna utilidad, ya que les expone á ser vistos á alguna distancia por sus enemigos; tampoco pueden atribuirse á los efectos combinados de la luz y el calor solar y la humedad de la atmósfera. Es indudable que las mariposas saben apreciar la variedad de colores, ya que sólo por ellos pueden elegir el cáliz que han de libar. Los machos son más numerosos que las hembras, las persiguen con tenacidad, traban entre sí combates, mientras las solicitan, y á menudo las obtienen al quedar victoriosos. Es sabido tambien que ciertas mariposas nocturnas logran reconocer desde mucha distancia la presencia de una hembra, á la que se dirigen rápidamente, lo que supone en ellas instintos sexuales muy desarrollados. El color de los machos suele ser distinto del de las hembras. El macho de una de las primeras mariposas que aparecen al entrar en la primavera (la Anthocaris Cardamina) tiene la mitad externa de las alas anteriores de un hermoso color anaranjado, mientras que las de la hembra son completamente blancas.

Los colores de las alas parecen dispuestos para hacer ostentacion de ellos: las mariposas diurnas son lasque presentan matices más brillantes. Por regla general, la cara superior de las alas es la más vivamente coloreada; cuando estos insectos se calientan al sol, se esmeran en abrir y plegar coquetamente sus alas como para sacar todos los efectos posibles de sus matices.

La seleccion sexual parte del principio de que los individuos más vistosos ó mejor dotados son preferidos por el sexo opuesto, y como en los insectos, cuando los sexos difieren, casi siempre es el macho el que está más adornado y se separa en mayor grado del tipo general de la especie; como al mismo tiempo los machos persiguen con mas ardor y constancia á las hembras, podemos suponer que estas prefieren aparearse con los machos más hermosos; preferencia que engendrará la fijacion y transmision hereditaria de colores brillantes ó sonora voz, en mayor número de individuos, eliminando paulatinamente á los peor dotados de alguna de estas cualidades.

No obstante, la teoría de la seleccion sexual no basta hasta ahora para explicar algunos hechos, y se ha de recurrir al principio de proteccion de Wallace, ó al de imitacion de Bates.

Según Wallace, los individuos en que, por variacion espontánea, hayan aparecido colores más ó ménos semejantes á los lugares en que ordinariamente habitan, habrán escapado mejor de los ataques de sus enemigos, consiguiendo á la par acercarse más impunemente á su presa, y por lo tanto su prole, más numerosa que la de los individuos no protegidos por la coloracion, adquirirá por herencia estos colores ventajosos que transmitirá á su vez en progresion creciente. Así se explicaria el color de tantas mariposas parecidas á las flores en que se posan; el de algunos gusanos, verdes como las hojas de que se alimentan, etc. Los animales cuyo gusto repugna, ó que hieden espantosamente, adquiririan, por via de proteccion, una coloracion muy visible, para advertir á sus enemigos la clase hedionda á que pertenecen. A los lepidópteros hembras, que han de emplear algunos dias en busca de un sitio conveniente donde poner los huevos fecundados, les seria perjudicial una coloracion demasiado brillante que les expondria á muchos peligros y hasta á la destruccion, y por lo tanto las hembras que primitivamente hubiesen sido de un color oscuro, gozarian de una inmunidad que transmitirian, con la coloracion, á sus descendientes del propio sexo.

M. Bates ha emitido una idea original á lo sumo que arroja gran luz sobre muchos oscuros problemas de coloracion. En la América del Sud se ha observado que ciertas especies de mariposas completamente distintas, se parecen de tal modo por el matiz del color y las líneas de las alas, que sólo con mucho trabajo podria distinguirlas un entomologista. Ahora bien, la especie imitada no estaba expuesta á los ataques de los pájaros á causa de su hediondez, mientras que la imitadora habria continuado siendo pasto de las aves si no hubiese adquirido paulatinamente por variacion espontánea, y fijado por seleccion natural los colores de la especie inmune, escapando por su apariencia á aquellos peligros.

Una y otra teoría contribuyen á explicar satisfactoriamente algunos caractéres de los insectos y otros animales, cuyo orígen no se puede atribuir á la seleccion sexual.




V.

caractéres sexuales de los vertebrados.


Peces.—Pocos peces se unen en el acto de la reproducción; generalmente los machos se limitan á seguir á las hembras, dejando, sobre los huevos que esta suelta, un principio fecundante. A pesar de esto, en la época de la fecundacion, traban los machos las más encarnizadas luchas. Los salmones machos combaten ardientemente, y su mandíbula inferior se prolonga, adquiriendo la forma de un gancho, para coger á sus adversarios. En muchos peces los dos sexos difieren por el color: el Callyonimus lyra es tan distinto de su hembra, que Linneo habia hecho de los dos sexos dos especies distintas; el macho es incomparablemente más bello. Es evidente que existe alguna relacion entre la coloracion de los peces y sus funciones sexuales:—primero, por la diferencia de coloracion, á menudo más brillante en el macho adulto:—segundo, por la semejanza de los machos jóvenes con las hembras adultas;—finalmente, porque hasta los machos que por lo comun presentan el mismo color que las hembras, revisten á menudo tintas vistosas durante la época de la reproduccion. Si podemos admitir que las hembras ejercen una eleccion y prefieren los machos más adornados, nos explicaremos perfectamente los hechos precitados.

Batracios.—Algunas especies de este órden ofrecen una diferencia sexual interesante, que consiste en las facultades musicales que caracterizan á los machos, si se nos permite calificar de musicales los discordantes sonidos que producen las ranas machos, entre otras. Emiten estos sonidos principalmente en la época de la reproduccion, y, con este objeto, los órganos del macho están mucho más desarrollados que los de las hembras, por efecto sin duda de la seleccion sexual.

Reptiles.—Obsérvanse entre los sexos de los ofidios algunas diferencias, aunque leves, de matices. Sus glándulas anales funcionan activamente durante la época de la reproduccion, despidiendo un fuerte olor de almizcle, lo cual se observa tambien en los lagartos y en las glándulas submaxilares de los cocodrilos. En los machos de la mayor parte de los animales que buscan á las hembras, estas glándulas sirven probablemente con sus emanaciones para excitar y seducir á estas, mejor que para guiarlas al sitio en que se encuentra el macho. Los vivísimos colores de algunos lagartos, como tambien varios apéndices y otras raras modificaciones de estructura, habrán sido adquiridos por los machos por seleccion sexual, á manera de adornos, transmitiéndose luego hereditariamente ó á su descendencia masculina ó á ambos sexos.

Aves.—Uno de los rasgos más característicos de las costumbres de las aves, es el de los cuidados que prodigan á su progenie. Todo parece estar subordinado en estos animales al acto de la reproduccion. Los machos persiguen á las hembras con tanta constancia como ardor; para poseerlas riñen furiosos combates con sus rivales: uno de los pájaros más pendencieros es el colibrí. Otras aves combatientes han llegado á adquirir una fama tradicional, por el valor de que dan pruebas en sus luchas; los machos, de mayor tamaño que sus hembras, adornados con un soberbio collar de espléndidas plumas que les sirve á la par de escudo, se reúnen cada dia en gran número en sitios determinados, y emprenden encarnizados combates, que presencian las hembras. Estos lugares de reunion, verdaderos palenques de torneo, se reconocen fácilmente por verse el suelo removido por un incesante pataleo.

En los tetraos urogallos la lucha presenta más bien el carácter de un pacífico certámen que el de un torneo. En la América del Norte los Tetrao phasianellus machos se reunen todas las mañanas en un lugar escogido, perfectamente llano, donde de repente emprenden una vertiginosa carrera, trazando un círculo de quince á veinte piés de diámetro, y acaban por arrancar el césped á su rápido paso. Al propio tiempo hacen las contorsiones y movimientos más originales que imaginarse pueda; los cazadores norte-americanos designan estas reuniones con el nombre de baile de las perdices. Las hembras presencian estas danzas escondidas entre los matorrales próximos al teatro de la locha. Los machos más vistosos son los que obtienen con preferencia la posesion de las hembras.

Cuando las aves machos están adornadas con mayor brillantez que sus hembras, es un hecho constante que emplean los mayores esfuerzos para hacer que estas admiren la belleza de su plumaje. Cada una despliega con tanto cuidado como coquetería sus plumas más vistosas. Extiende el pavo su cola y agita convulsivamente ciertas plumas para que tomen los más brillantes matices irisiados; el faisan Argos baja una de sus alas y eleva la otra, para hacer ver los ojos brillantemente pintados de sus plumas. El faisan dorado de la China, y otras especies, presentan con evidente satisfaccion á la admiracion de las hembras el gracioso moño de color de oro que adorna su cabeza, y sus demás adornos. Otras aves del mismo género, pero de colores oscuros, evitan toda ostentacion, como si tuviesen conciencia de su propia belleza.

Es un hecho conocido el de que los pájaros cantores se excitan mutuamente, rivalizan en la intensidad y extension de sus trinos y gorjeos, y tratan de sobrepujarse unos á otros.

Los hechos anteriores, y muchísimos más que se podrian citar, prueban de una manera incontestable que los machos no ignoran el poder de los adornos de que están dotados, y que, por su parte, las hembras son sensibles á los bellos matices y á los atractivos de sus compañeros. Se han visto muchos ejemplos de que las hembras tienen preferencias muy marcadas á favor de ciertos machos: Lichtenstein vió en el cabo de Buena-Esperanza á una hembra del Phera Progne, que repudió á su macho, al perder este las largas rectrices que embellecen su cola durante la época de la reproduccion.

Otra observacion curiosa es la de que en las aves polígamas el macho está siempre mucho más adornado que la hembra.

Cuando los machos difieren de las hembras por un carácter cualquiera, este se desarrolla generalmente en la época de la aptitud para la reproduccion. Hasta entonces los pájaros cantores se limitan á gorjear débilmente, como las mismas hembras. Los machos, más brillantes que estas, tienen en su juventud un plumaje de un color apagado, el cual se presenta con el mismo aspecto en los jóvenes de ambos sexos, y se parece mucho al de la hembra adulta.

En virtud de la seleccion sexual, un considerable número de variaciones ventajosas, aparecidas accidentalmente en la época de la pubertad, han sido fijadas en su plumaje, se han transmitido hereditariamente tan sólo en el sexo masculino, y han continuado desarrollándose únicamente en la fecha relativa de su primera aparicion.

De igual manera nos podemos explicar la formacion del canto, la posesion de algunas armas ofensivas ó defensivas, como los espolones de muchas gallináceas, y hasta las curiosas modificaciones sufridas por ciertas plumas con objeto de producir ruidos más ó ménos musicales.

Muy á menudo los machos sólo adquieren sus hermosos colores durante el estricto período de la reproduccion, perdiendo despues de ella sus plumas más bellas; en este caso, como en los anteriores, se puede aplicar la ley de seleccion sexual, ya que estos colores pasajeros son verdaderos caractéres sexuales.

Mamíferos.—Obsérvase un paralelismo sorprendente entre los caractéres sexuales secundarios de los mamíferos y los de las aves, tales como las armas con que luchan con sus rivales, los apéndices ornamentales y los colores. En ambas clases cuando el macho difiere de la hembra, los jóvenes de ambos sexos se parecen entre sí, y, casi siempre, á las hembras adultas. El macho adquiere los caractéres propios de su sexo poco antes de tener aptitud para la reproducción; y la castracion se los impide adquirir á causa su pérdida ulterior. La estacion puede tambien determinar en las dos clases el cambio de color, ó las tintas de las partes desnudas pueden aumentar de intensidad en el momento de aparearse. En muchos mamíferos y en alguna ave, el macho despide un olor más pronunciado que la hembra. La voz de aquel es, en las dos clases, más intensa que la de esta. Este paralelismo nos induce á creer en la indudable accion de una misma causa, sea cual fuere, sobre los mamíferos y aves; causa que residirá sin duda en la preferencia, persistente durante mucho tiempo, de parte de los individuos de un sexo por los del opuesto; combinada con el hecho de que de este modo habrán logrado dejar mayor número de descendientes herederos de sus principales ventajas de ornamentacion.

Las facultades mentales de los animales más superiores difieren sólo en grado, no en esencia, de las facultades correspondientes en el hombre, sobre todo en las razas humanas salvajes é inferiores; hasta parece que el gusto por lo bello que sienten estas últimas es poco distinto del que prueban tener los Cuadrumanos. Del mismo modo que el negro africano se hace extrañas cicatrices en la cara creyendo aumentar su belleza, podemos admitir que el mandril africano macho, cuyas mejillas están cruzadas por rayas encarnadas que le dan un aspecto grotesco y repugnante á la vez, puede haber adquirido dichos caractéres porque de esta manera era agradable á la hembra.

Razas humanas.—En la especie humana las diferencias entre los sexos son mayores que en la mayor parte de los Cuadrumanos, aunque menores que en algunos de ellos, tales como el mandril. Por regla general el hombre tiene la estatura más elevada, y más salientes los músculos; su piel es ménos fina, su color ménos claro, su cara mucho más vellosa. Es el hombre más valeroso, más enérgico; la mujer más tímida, más tierna. Aquel tiene más imaginacion, pero ménos tenacidad; raciocina más y adivina ménos que la mujer.

Como en los animales de todas clases, los caractéres del sexo masculino no se desarrollan en el hombre por completo hasta que casi llega al estado adulto; la barba, por ejemplo, es un carácter sexual secundario; y sólo aparece en la época correspondiente á la de su adquisicion primitiva. Tales diferencias sexuales en la raza humana son precisamente las mismas que en los Cuadrumanos. Hay entre los machos de estos y el hombre otro paralelismo singular, y es el de que cuando la barba difiere de los cabellos por su tinte, tiene invariablemente un matiz más claro.

Los caractéres sexuales del hombre son eminentemente variables, aun en los límites de una misma raza ó sub-especie, y difieren mucho en las razas diversas; hechos tambien que se observan generalmente en todo el reino animal.

La ley del combate por la posesion de la hembra rige asimismo para el hombre. En las naciones bárbaras las mujeres son contínuo pretexto para entablar la guerra entre individuos de la misma tribu ó entre tribus distintas. Sin duda aconteceria lo mismo en la antigüedad. «Nam fuit ante Helenam mulier teterrima belli causa.» Los antecesores simio-humanos del hombre habrán luchado durante muchas generaciones por la posesion de las mujeres. Pero no les bastarian para vencer las cualidades de fuerza muscular y talla corporal; necesitarian además desplegar valor, energía, raciocinio. Fijadas estas cualidades en el hombre durante la virilidad, deben reaparecer á la misma época, en su descendencia masculina, y así efectivamente parece haberse efectuado.

No debemos tampoco pasar por alto la aptitud y la aficion del hombre al canto, aunque no se presenta como un carácter sexual. El uso primitivo de los órganos vocales de los animales estaba y está unido á la propagacion de la especie. Todos los vertebrados de respiracion aérea poseen necesariamente un aparato para la inspiracion y expiracion del aire, provisto de un tubo que se puede cerrar por sus extremos. Cuando los miembros primordiales de esta clase hayan sido fuertemente excitados se habrá producido, forzosamente, una emision de sonidos, sin objeto alguno; pero siendo tales sonidos útiles en algun modo, se habrán podido modificar por la conservacion de variaciones adaptadas convenientemente. Muchos vertebrados inferiores, las ranas, por ejemplo, poseen órganos vocales que están constantemente en actividad durante la estacion del celo, y aparecen más desarrollados en el macho que en la hembra. Todos sabemos que el canto de las aves machos sirve principalmente para seducir y cautivar á las hembras. Los machos de casi todas las especies de mamíferos se sirven de su voz en la época de la reproduccion más que en otra cualquiera.

Como, dadas las costumbres y hábitos ordinarios del hombre, ni la aficion ni la aptitud para el canto le reportan ninguna utilidad directa, podemos colocar estas facultades en el número de las más misteriosas que presenta. La indefinible sensacion que produce en nosotros el canto, y otros muchos singulares hechos, enlazados con los efectos de la música, pasan á ser completamente explicables si admitimos que los antecesores simio-humanos del hombre emplearon los sonidos musicales y el ritmo durante la época de la reproduccion, en que todos los animales se hallan sometidos á la influencia de las más fuertes pasiones. Caso de ser realmente así, siguiendo el profundo principio de las asociaciones hereditarias, los sonidos musicales podrian despertar en nosotros, de una manera vaga é indeterminada, las internas emociones de una remotísima edad. Al recordar que algunos cuadrumanos machos tienen mucho más desarrollados los órganos vocales que las hembras, y que una especie antropomorfa puede emitir casi todas las notas de la octava, no es ya tan improbable la idea de que los antecesores del hombre, antes de haber adquirido el lenguaje articulado, hayan expresado sus sentimientos por medio de la emision de sonidos y cadencias musicales. Cuando hoy el cantante hace sentir, con las modulaciones de su voz, las emociones más vivas á su auditorio, está muy léjos de sospechar que emplea los mismos medios que sus antecesores semi-humanos utilizaban para excitar recíprocamente sus pasiones más ardientes.

Cada raza, á veces cada tribu, se ha formado un tipo especial de belleza. Mungo-Park sufrió las burlas de las negros á quienes repugnaba el blanco color de su epidermis. Un cafre que, accidentalmente, tenia una tez clara, no pudo nunca encontrar mujer que le aceptase. En Java consideran á una mujer amarilla como un modelo perfecto de belleza. Los Aymarás y Quichuas de América miran con desprecio la barba, poco considerada tambien en el Japón; en cambio los Anglo-Sajones de la Edad Media fijaban en 20 chelines la indemnizacion por la pérdida de la barba, y sólo en 12 la que se pedia por la fractura de una pierna.

Admirando cada tribu sus propias cualidades especiales, la forma de la cabeza ó de la cara, el color de la piel, la carencia de pelos, etc., estos caracteres se habrán ido exagerando lenta y gradualmente en los hombres más fuertes y vigorosos de la asociacion. Admitiendo una desproporcion en el número de individuos de un sexo por la poligamia, el infanticidio ú otras causas, la seleccion sexual ha de obrar rigurosamente, fijando los distintos caracteres, é influyendo principalmente en la diferencia de aspecto exterior que ofrecen las diversas razas humanas.

La admision del principio de la seleccion sexual conduce á la notable conclusion de que el sistema cerebral no sólo regula la mayor parte de las actuales funciones del cuerpo, sino que ha influido directamente en el progresivo desarrollo de diversas conformaciones corporales y de ciertas cualidades mentales. El valor, la perseverancia, la fuerza y vigor corporal, las armas de todos géneros, los órganos musicales ó vocales, los colores brillantes, las rayas y apéndices de ornamentacion, han sido caractéres adquiridos todos, indirectamente por uno ú otro sexo, por la apreciacion de la belleza en el sonido, el color ó la forma, y por el ejercicio de una eleccion; facultades del espíritu que dependen evidentemente del desarrollo del sistema cerebral.






  1. El siguiente concienzudo extracto de la teoría Darwiniana de la seleccion sexual, lo tomamos, aumentándolo en gran parte é introduciendo variaciones, del profundo escritor francés Edmundo Perier, que ha estudiado detenidamente las modernas teorías transformistas.
    (N. del T.)