El médico a palos/Acto II/Escena II
¡Ay, señor amo! que aunque el médico sea un pozo de ciencia, me parece á mí que no haremos nada.
¿Por qué?
Porque Doña Paulita no ha menester médicos, sino marido, marido, eso la conviene, lo demas es andarse por las ramas. Le parece á usted que ha de curarse con ruibarbo, y jalapa, y tinturas, cocimientos, y potingues, y porquerías, que no sé cómo no ha perdido ya el estómago? No señor, con un buen marido sanará perfectamente.
Vamos, calla, no hables tonterías.
La chica no piensa en eso. Es todavía muy niña.
¡Niña! sí, cáscla usted y verá si es niña.
Mas adelante no digo que.....
Boda, boda, y aflojar el dote, y.....
¿Quieres callar, habladora?
¿A qué novio, bachillera, impertinente? ¿En dónde está ese novio?
¡Qué presto se le olvidan á usted las cosas! ¿Pues qué, no sabe usted que Leandro la quiere, que la adora, y ella le corresponde? ¿No lo sabe usted?
La fortuna del tal Leandro está en que no le conozco, porque desde que tenia ocho ó diez años no le he vuelto á ver..... Y ya sé que anda por aqui acechando y rondándome la casa, pero como yo le llegue á pillar.... Bien que lo mejor será escribir á su tio para que le recoja y se le lleve á Buitrago, y alli se le tenga. ¡Leandro! ¡Buen matrimonio por cierto! ¡Con un mancebito que acaba de salir de la universidad, muy atestada de Vinios la cabeza, y sin un cuarto en el bolsillo!
Vete al instante de aqui, lengua de demonio.
(Aparte. Alli le duele.)
Vete.
Ya me iré, señor.
Vete, que no te puedo sufrir.
¡Que siempre has de dar en eso, Andrea! Calla, y no desazones al amo, muger; calla, que el amo no necesita de tus consejos para hacer lo que quiera. No te metas nunca en cuidados agenos, que al fin y al cabo, el señor es el padre de su hija, y su hija es hija, y su padre es el señor, no tiene remedio.
Dice bien tu marido, que eres muy entremetida.
El médico viene.