El médico a palos/Acto I/Escena I
¡Válgate Dios y qué durillo está este tronco! El hacha se mella toda, y él no se parte..... (Corta leña de un arbol inmediato al foro: deja despues el hacha arrimada al tronco, se adelanta hácia el proscenio, siéntase en un peñasco, saca piedra y estabon, enciende un cigarro y se pone á fumar.) ¡Mucho trabajo es este!..... Y como hoy aprieta el calor, me fatigo, y me rindo, y no puedo mas..... Dejémoslo y será lo mejor, que ahí se quedará para cuando vuelva. Ahora vendrá bien un rato de descanso y un cigarrillo, que esta triste vida otro la ha de heredar..... Alli viene mi muger. ¿Qué traerá de bueno?
(Sale por el lado derecho del teatro.)
Holgazan, ¿qué haces ahí sentado, fumando, sin trabajar? ¿Sabes que tienes que acabar de partir esa leña y llevarla al lugar, y ya es cerca de mediodia?
Anda, que si no es hoy será mañana.
Mira qué respuesta.
Perdóname, muger. Estoy cansado y me senté un rato á fumar un cigarro.
¡Y que yo aguante á un marido tan poltron y desidioso! Levántate y trabaja.
Poco á poco, muger, si acabo de sentarme.
Levántate.
Ahora no quiero, dulce esposa.
¡Hombre sin vergüenza, sin atender á sus obligaciones! ¡Desdichada de mí!
¡Ay! ¡qué trabajo es tener muger! Bien dice Séneca, que la mejor es peor que un demonio.
Miren qué hombre tan hábil, para traer autoridades de Séneca.
¿Si soy hábil? A ver, á ver, búscame un leñador que sepa lo que yo, ni que haya servido seis años á un médico latino, ni que haya estudiado el quis vel qui, quæ, quod vel quid, y mas adelante, como yo lo estudié.
Mal haya la hora en que me casé contigo.
Y maldito sea el pícaro escribano que anduvo en ello.
Esposa, vamos poco á poco.
Yo te haré cumplir con tu obligacion.
Mira, muger, que me vas enfadando.
(Se levanta desperezúndose, encaminase hácia el foro, coge un palo del suelo vuelve.)
¿Y qué cuidado se me da á mí, insolente?
Mira que te he de cascar, Martina.
Cuba de vino.
Mira que te he de solfear las espaldas.
Infame.
Mira que te he de romper la cabeza.
¿Sí? Pues toma. (Da de palos á Martina.)
¡Ay! ¡ay! ¡ay! ¡ay!
Este es el único medio de que calles..... Vaya, hagamos la paz. Dame esa mano.
¿Despues de haberme puesto asi?
¿No quieres? Si eso no ha sido nada. Vamos.
No quiero.
Vamos, hijita.
No quiero, no.
¡Si reventáras!
Vaya, si se muere por mí la pobrecita..... Perdóname, hija mia. Entre dos que se quieren, diez ó doce garrotazos mas ó menos no valen nada..... Voy hácia el barranquitero, que ya tengo alli una porcion de raices, haré una carguilla y mañana con la burra la llevaremos á Miraflores. (Hace que se va y vuelve.) Oyes, y dentro de poco hay feria en Buitrago, si voy allá, y tengo dinero, y me acuerdo, y me quieres mucho, te he de comprar una peineta de concha con sus piedras azules.
(Toma el hacha y unas al forjas, y se va por el monte adelante. Martina se queda retirada á un lado, hablando entre si.)
Anda, que tú me las pagarás..... Verdad es que á una muger no le pueden faltar medios para vengarse de su marido; pero no me satisface cualquier castigo, yo quisiera uno que él sintiera de veras.