El licenciado Periquín/Capítulo I
compuestas por el licenciado Pedro de la Oliva
Capítulo I - Del perro
Perro es un animal que tiene quatro pies, dos ojos, dos orejas y detrás un nervio lanudo que se llama cola. Hase de advertir que no todos son perros, que ay también perras entre ellos. En este género de animales ay muchos perros, porque ay galgos, lebreles, alanos, bracos, perdigueros, mastines, perros de falda que entretienen las damas, podencos y sabuessos. No sé qué intento tuviesse naturaleza para criar un género de los demás animales y criar sólo tantos déste, porque si diéssemos, como es sin duda, que son diferentes muchos animales de los de España con los de otras partes, diferéncianse sólo en mayores, más mostruosos, más espantables, o en mayor hermosura, como se prueva en las gallinas de las Indias; mas en qualquier parte no ay más de un género de gallinas, sea como aquí o sea como allí, y de perros ay el que hemos dicho y todos conocemos.
Destos animales, unos nacen con inclinación a la caça por el agua, otros por la tierra, otros a reñir pendencias, no huyendo el rostro a uno o a muchos aceros; otros boltean haziendo salva al vino puro, torziendo el rostro al aguado; otros, con su buen talle y cara, deleytan a sus dueños y viven de aposento en las faldas de sus amas.
Es el perro naturalmente agradecido y amigo del hombre, lo qual procede de tener mucha memoria. Y con ser tan buena su inclinación, ay perros que en todo el día entienden en otra cosa que hazer mal no sea: esto, se entiende, a otros perros, como sean pobres o forasteros. Que si pobres son, no lo son poco; y por ellos se devió dezir «El peregrino en su patria», lo qual más agrava la mala inclinación, a que es causa gozar mucha ociosidad con satisfación de comida. ¡Ricos ellos y necessitados los otros!
Están tendidos en essas calles, particularmente en las convezinas a las carnicerías o rastros, entre alanos y mastines, que, en viendo a otro perro que se llega adonde ellos tienen su pasto, aunque no le coman, le hazen pedaços. Huye este pobre perro hasta entrarse en una casa y pónese detrás de la puerta. Allí le dexan, mas otros perrillos, que son valientes a sombra destos, sus criados que digamos, no quieren que aya pobre en casa, que, aunque ay tanto que comer en ella, más quieren que se pierda que no que lo coma otro: dan en ladrar a este retraýdo perro, que, aunque no ofende a nadie y por esta causa no tiene para qué temer, es pobre que basta, y tanto le ladra y tanto le aflige que le echa de casa.
Haze el pobre perro con los ojos a sus pies una plática, manifestándoles el peligro presente si al viento no imitassen; mas júntanse una manada de perrillos que convocan los grandes, salen y alcánçanle, porque, quando le yerren unos, le darán mate otros, que, como ay por allí qué comer, están repartidos de manera que, por qualquier parte aya soldados, acósanle: mira por todas partes, velo todo cerrado, tiéndese en el suelo.
¡Válaos la mala ventura por perros! Ya no quiere comer: ¡dexalde yr en paz! ¿Es possible que le ayáys de castigar porque quiso comer, como si huviera comido? Retíranse quando ven que ha tiempo que está en el suelo, mas los perrillos ni por pienso le dexan, hasta que le echan de la calle, de donde se buelven luego, porque si della saliessen, como quiera que el perro tenga mucha memoria y los ofendidos sean tantos, por qualquier parte hallarían enemigos. Mala inclinación de perros, pero no la peor comparada con la de otros animales, pues por lo menos dexan el caýdo: que aya otros que a éstos hagan ventajas nos lo mostrará el capítulo procedente.