El libro talonario: 01


ACTO ÚNICO

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La escena, en Madrid. Época moderna.


Sala lujosamente amueblada: en el fondo, un balcón; a la izquierda del público, una puerta; a la derecha, dos; a la derecha también, y en primer término, un velador, y sobre él, un quinqué encendido; libros, recado de escribir, etc.; junto al velador, un sofá; a la izquierda una mesa y un sillón. Es de noche.


Escena primera

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MARÍA, sentada junto al velador y bordando.

MARÍA ¡Las doce, y Carlos no viene!
(Suspendiendo el trabajo.)
 
 ¡Cuando en su conducta pienso,
 en sus tristezas sin causa,
 en su anhelar sin objeto,
 en sus continuas ausencias,
 en aquel duro despego
 con que se aparta de mí
 y del pobre pequeñuelo,
 la verdad miro patente,
 el desengaño contemplo,
 y son certezas mis dudas
 y son venganzas mis celos!
 ¡Mi frente quema y le falta
 respiración a mi pecho!

(Se levanta, se dirige al balcon y lo entreabre; pausa. Después vuelve al proscenio.)
 
 ¿Dónde estará Carlos, dónde?
 ¡La baronesa... Loreto...,
 ella, sí; no hay que dudarlo!
 Es hermosa como un cielo,
 tiene encanto irresistible,
 y a su mirada de fuego
 los más sensatos deliran
 y enloquecen los más cuerdos.
 Pero a mí también me aclaman
 por hermosa; y yo le quiero
 con el alma y con la vida,
 ¡y soy la madre de Eugenio!
 ¡Si digo que es imposible;
 si aunque lo estuviera viendo,
 creyera la realidad,
 del delirio fingimiento!
 ¡Él, tan noble, tan amante,
 conmigo siempre tan bueno!
 ¡La prenda del alma mía,
 Carlos, mi esposo, mi dueño!
(Rompe a llorar.)
 
 ¿Llora el niño?
(Acercándose a la primera puerta de la derecha y escuchando.)
 
                   No; serían
 de mis sollozos los ecos.
(Pausa; vuelve a sentarse.)
 
 ¡Sola, siempre sola! Carlos,
 de asuntos con el pretexto,
 de mí se aleja. Vendrá
 triste, pensativo, inquieto,
 y sin estrechar mi mano,
 y sin dar al niño un beso,
 sin entrar ni por costumbre
 en este cuarto tan lleno
 de perdidas ilusiones
 y de amorosos recuerdos,
 a solas con su pasión
 se irá el infiel, mientras quedo
 a solas con mis tristezas
 y luchando, con mis celos.
 Quiero saber la verdad.
 ¡la verdad a cualquier precio!
 Luis me prometió una prueba,
 y yo estimulé su intento.
 ¿Hice mal? Yo no lo sé;
 tan sólo sé que deseo,
 o de mi mal la evidencia
 o de mi mal el remedio.
 ¿Un coche? (Aplicando el oído.)
                   ¿Si será Carlos?
 No puedo luchar más tiempo
 con las dudas que me matan;
 esta misma noche debo
 hablarle. ¿Por qué vacilo?
 Si él no viene, iré a su encuentro.

(Se dirige hacia la puerta de la izquierda.)