El héroe/Primor VIII

Primor VIII

Que el héroe prefiera los empeños plausibles


Dos patrias produjeron dos héroes: a Hércules, Tebas; a Catón, Roma: fue Hércules aplauso del orbe, fue Catón enfado de Roma. Al uno admiraron todas las gentes, al otro esquivaron los romanos.

No admite controversia la ventaja que llevó Catón a Hércules, pues le excedió en prudencia; pero ganole Hércules a Catón en fama.

Más de arduo y primoroso tuvo el asumpto de Catón, pues se empeñó en domeñar monstruos de costumbres, si Hércules de naturaleza: pero tuvo más de famoso el del tebano.

La distancia consistió en que Hércules emprendió hazañas plausibles y Catón odiosas. La plausibilidad del empleo llevó la gloria a Alcides a los términos del mundo y pasara adelante si ellos se alargaran. Lo desapacible del empleo circunscribió a Catón dentro de las murallas de Roma.

Con todo esto, prefieren algunos, y no los menos los juiciosos, el asumpto primoroso al más plausible, y puede más con ellos la admiración de pocos que el aplauso de muchos, si vulgares.

Milagros de ignorantes llaman a los empeños plausibles.

Lo arduo, lo primoroso de un superior asumpto pocos lo perciben, pero eminentes, y así lo acreditan raros. La facilidad del plausible permítese a todos, vulgarízase, y así el aplauso tiene de ordinario lo que de universal.

Vence la intensión de pocos a la numerosidad de un vulgo entero.

Pero destreza es topar con los empleos plausibles. Punto es de discreción sobornar la atención común en el asumpto plausible; manifiéstase a todos la eminencia, y a votos de todos se graduó la reputación.

Débense estimar en más los más. Es palpable la excelencia en tales hazañas, y si con evidencia plausible, las primorosas tienen mucho de metafísico, dejando la celebridad en opiniones.

Empleo plausible llamo aquel que se ejecuta a vista de todos y a gusto de todos, con el fundamento siempre de la reputación, por excluir aquellos tan faltos de crédito cuan sobrados de ostentación. Rico vive de aplauso un histrión, y perece de crédito.

Ser, pues, eminente en hidalgo asumpto, expuesto al universal teatro; eso es conseguir augusta plausibilidad.

¿Qué príncipes ocupan los catálogos de la fama, sino los guerreros? A ellos se les debe en propiedad el renombre de magnos. Llenan el mundo de aplauso, los siglos de fama, los libros de proezas, porque lo belicoso tiene más de plausible que lo pacífico.

Entre los jueces se entresacan los justicieros a inmortales, porque la justicia sin crueldad siempre fue más acepta al vulgo que la piedad remisa.

En los asumptos del ingenio triunfó siempre la plausibilidad. Lo suave de un discurso plausible recrea el alma, lisonjea el oído, que lo seco de un concepto metafísico los atormenta y enfada.