El gobernador y el alcalde

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


El gobernador y el alcalde.

El ayuntamiento de un pueblo pequeño hizo una de esas barbaridades de folio mayor, que no se pueden calificar por falta de epítetos. Llamó el gobernador de la provincia al alcalde, se encerró con él en su despacho, y le enderezó una reprimenda de padre y muy señor mio. El alcalde, aturdido y sin saber qué disculpa dar, dijo por último:

— Señor, no hay asno que no tropiece alguna vez.

— Si fuera un asno, contestó el gobernador sonriendo, pase; pero... ¡toda la récua!...