El fusilamiento á peseta
Un tahúr quiso á la vez dar limosna y reirse de un pobre ciego; pero como de los labios de un malvado no pueden salir risas inocentes, esta traspasó los límites de lo malo.
Mandó á sus criados que lo cogieran, lo llevasen al corral, lo atasen y le hicieran poner de rodillas.
Después se acercó y le dijo:
— Ciego, vas á morir fusilado; y entonces mandó á sus criados que cargasen. A estas palabras, el ciego se alarmó y principió á llorar.
Cuando el tahur lo vió entregado á la mayor desesperación, mandó preparar y disparar al aire.
— ¿Estoy ya fusilado? dijo el ciego á poco rato, y cuando se hubo enterado de que estaba ileso.
— Sí, le contestó el tahur, y toma dos duros en pago del susto que te ha causado tu muerte.
El ciego los tomó, y dijo:
— ¿Quiere V. volverme á fusilar á peseta?