El drama del alma: 08

El drama del alma
de José Zorrilla
Segunda parte. Libro cuarto. Fé y Pátria.
Segunda parte


Libro cuarto. Fe y patria. editar

(agosto 1866.)

I.

Yo he visto a Dios su protectora mano
Tenderme sin cesar: cuando rugía
Voraz bajo mis pies el ocëano,
Cuando el cañón que frente a mí crujía
Cubría de cadáveres el llano,
Cuando hervía la peste… ¡yo vivía!
Y el que así vive, la bondad eterna
Reconoce, cree en Dios y se prosterna.

II.

Y años ha que en América le pido
Que si me ha de matar en tierra extraña,
No me hunda allá en el polvo del olvido
Sin dejarme tornar a ver a España.
Y mi voz ha llegado hasta su oído,
Pues su amparo visible me acompaña.
¿Cómo no, sí por medio de María
En América a Dios me dirigía?

III.

Y vuelvo al fin. Con su favor los mares
Y las tierras crucé.—¡Salvo, tranquilo
De peligros, aunque harto de pesares,
Vuelvo hoy a entrar en el caliente asilo
Del patrio hogar y los paternos lares.
Siento de afán mi corazón en vilo
Y no late que salta de alegría!
¡Ya aspiro el aire de la patria mía!

IV.

He aquí ya la frontera: ya es el viento
Español el que orea mis facciones.
¡Con qué delicia penetrar le siento
Y dilatar mis ávidos pulmones!
Su soplo abre mi alma al sentimiento
De pasadas memorias y afecciones.
¡Patria, tus auras de recuerdos llenas
Se llevan las memorias de mis penas!

V.

Ya aquí tienen las gentes otro porte
Y el país otras fábricas y otro arte.
Alto!—llaves, registro, pasaporte:
La tierra aquí con el francés se parte.
¡España…! ¿qué hay aquí que no soporte
El que antes de morir vuelve a besarte?
¡Vamos! Y a el conductor la fusta empuña:
Ya partimos…, ya estoy en Cataluña.

VI.

¡España!—¡fuera ya pesar y afanes!
España… ¡fuera ya tiros franceses!
¡Ah bravos postillones catalanes!
¡Ah valientes caballos montañeses!
¡A escape!—¡galopad como huracanes;
Corred hasta que salten los arneses!
Corred ¡mare de Deu! aunque volquemos:
Corred… ya a Dios aquí tentar podemos.

VII.

Así!—No hay que cuidarse del camino.
Adelante está Dios, y atrás se queda
Ebrio de rabia nuestro mal destino.
Así! poder de Dios, qué polvareda!
¡Que nos crea la tierra un torbellino:
¡Que no toque en su haz ninguna rueda!
Corred!… Mare de Deu de Monserrate,
Solo aquí temo que el placer me mate.

VIII.

¡Oh qué hermoso país! ¡qué brava gente!
De aquí sacó sus héroes audaces
Rojer de Flor para asombrar a oriente:
Aquí hicieron paisanos pertinaces
Guerra a España y a Francia juntamente.
De todo aquí los hombres son capaces:
Un patrón catalán de un mal falucho
Dar vuelta al mundo en él no cree aquí mucho.

IX.

¡Oh qué hermoso país!—Aquella sierra
Tan pintoresca, original y extraña,
Sobre cuyos crestones abre y cierra
La niebla una fantástica maraña
Que rasgan viento y sol con ella en guerra,
Aquella es la romántica montaña
Que cobija en su centro solitario
Virgen de Monserrate, tu santuario.

X.

¡Tórtola casta que en el monte anidas,
Lirio fragante que en las peñas creces,
Madre que en vela de tus hijos cuidas
Y a Dios te encargas de elevar sus preces:
Tú que a ninguno en el afán olvidas,
Y amparo a todos en el riesgo ofreces,
Santa Madre de Dios de Monserrate
A quien oré en el mar y en el combate:

XI.

Virgen del monte, a cuyo auxilio santo
Debo el tornar a ver el patrio suelo;
La primera oración; y el primer canto
Que al ver cumplido mi ferviente anhelo
A Dios en mi honda gratitud levanto,
Te confío: dirígeles al cielo!
Yo ofrecí al otro lado de los mares
Venirles a poner en tus altares.

XII.

Iris de tu poética montaña,
Estrella tutelar de Barcelona,
Empresa de su escudo en la campaña,
Santo florón de su condal corona,
Antes que vuelva a abandonar a España
La ofrenda te traeré que hoy no me abona:
Obra debe de ser de mis afanes
Si me la han de estimar tus catalanes.

XIII.

¡A Castilla! al hogar en que he nacido!
Quiero ver la ciudad y los lugares
De mis recuerdos infantiles nido,
Antes que torne, pájaro perdido,
Solo a morir allende de los mares.