El cazador sediento

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


El cazador sediento.

Acosado por la sed entró un cazador en busca de agua en una cabana de pastores, donde encontró á una pobre vieja, abuela de seis chiquillos, tan sucios y mal perjeñados como ella, que, colocados en círculo, se entretenían en pasar de mano en mano un mugriento jarro.

El infortunado sediento, que era bastante escrupuloso, vaciló un instante al observar esta evolución; pero como le apremiaba la necesidad, pidió la

vasija. Una vez en su poder la aplicó á sus labios por un pequeño portillo, presumiendo que tal vez por allí no habrían bebido ni la vieja ni sus malditos nietos. Aquella familia se deshizo en aplausos viéndole beber, y preguntando el cazador la causa de aquel regocijo, la vieja contestó:

— Tiene V. el mismo gusto que nosotros. Por ese portillito bebemos todos en casa.

Nuestro hombre salió de la cabana pensando morir.