El burgo
Junto al cielo en la cumbre de una sierra lampiña, tal como descansando de la marcha, se sienta el burgo, con su iglesia, su molino y su venta, en medio a un estridente mosaico de campiña. Regálase de oxígeno, de nuez sana y de piña... Rige chillonamente gitana vestimenta: chales de siembra, rosas y una carga opulenta de ágatas, lapislázulis y collares de viña. Naturaleza pródiga lo embriaga de altruismo; el campo es su filósofo, su ley el catecismo. Fieramente embutido en sus costumbres hoscas, por vanidad ni gloria mundanas se encapricha; tan cerca está del cielo que goza de su dicha, y se duerme al narcótico zumbido de las moscas...