​El baño​ de Julio Herrera y Reissig


Entre sauces que velan una anciana casuca,
donde se desvistieran devorando la risa,
hacia el lago, Foloe, Safo y Ceres, de prisa
se adelantan en medio de la tarde caduca.

Atreve un pie Foloe, bautizase la nuca,
y ante el espejo de ámbar arróbase indecisa;
meneando el talle, Safo respinga su camisa
y corre, mientras Ceres gatea y se acurruca...

Después de agrias posturas y esperezos felinos,
gimiendo un ¡ay! glorioso se abrazan a las ondas,
que críspanse con lúbricos espasmos masculinos...

Mientras, ante el misterio de sus gracias redondas,
Loth, Febo y David, púdicos tanto como ladinos,
las contemplan y pálidos huyen entre las frondas.