El amor médico
de Tirso de Molina
Acto I

Acto I

[La escena es en Sevilla y en Coimbra.]

 

[Sala en casa de DON GONZALO, en Sevilla.]

 

(Salen DOÑA JERÓNIMA y QUITERIA.)


DOÑA JERÓNIMA

¿Hay huésped más descortés?
¡Un mes en casa al regalo
y mesa de don Gonzalo,
y sin saber en un mes
qué mujer en ella habita, 5
o si lo sabe, que es llano,
blasonar de cortesano
y no hacerme una visita!
    ¡Jesús, Quiteria! Grosero
es, aunque vuelvas por él. 10


QUITERIA

Yo en lo que he notado dél,
perfeto le considero:
    la persona, un pino de oro;
una alma en cualquiera acción;
de alegre conversación, 15
guardando en ella el decoro
    que debe a su calidad;
en lo curioso, un armiño;
mas no afectando el aliño
que afemina nuestra edad; 20
    mozo, lo que es suficiente
para prendar hermosuras;
mas no para travesuras
de edad, por poca, imprudente.
    Júzgole yo de treinta años. 25


DOÑA JERÓNIMA

Pinta en él la perfección,
que el conde de Castellón
en su cortesano.

QUITERIA

Extraños
    humores en ti ha causado
ese enojo que condeno: 30
ya no tendrá nada bueno
porque no te ha visitado.
    Si ignora que en casa hay dama,
¿qué le culpas?


DOÑA JERÓNIMA

No lo creas;
que aunque abonarle deseas, 35
un mes de mesa y de cama
    en casa, viendo criadas,
escuderos, coche y silla
-si no es que se usa en Castilla
en las más autorizadas 40
    servirse los caballeros
de dueñas y de doncellas-,
sacado habrá ya por ellas
quién vive aquí.


QUITERIA

Forasteros
    más tratan de su negocio, 45
que de tantas menudencias.


DOÑA JERÓNIMA

¡Qué alegas de impertinencias!
La curiosidad es ocio
    de obligación en discretos;
que nunca están los cuidados 50
en ellos tan ocupados
que perjudiquen respetos
    hijos de la cortesía,
y más en casas extrañas.
Porque veas que te engañas, 55
anoche a la celosía
    del patio le vi bajar;
y para que no tuviese
disculpas, porque me oyese,
dije en voz alta: «Aguilar, 60
    ¿dónde dejáis a mi hermano?»
Y respondióme: «Señora,
iba a la Alameda agora.»
Entonces él, cortesano,
    quitó a la reja el sombrero, 65
sin extrañar el oírme.
¿Osarás ahora decirme
que no peca de grosero
    quien, sin hacer novedad
de escuchar que en casa había 70
hermana, la suponía?

QUITERIA

Culpa la severidad
de tu hermano. Mas ¿pasó
sin hablarte?


DOÑA JERÓNIMA

Hizo un pequeño
comedimiento, y risueño 75
en la otra cuadra se entró.


QUITERIA

Es tan negro circunspeto
mi señor, que habrá mostrado
en que no te vea, cuidado,
y don Gaspar, tan discreto, 80
    que le adivinará el gusto.
¿Mas que nunca en él te habló
después que está en casa?


DOÑA JERÓNIMA

No;
que corno muestra disgusto
    porque no me determino 85
en admitir persuasiones
casamenteras, pasiones
de hermano a que no me inclino,
    le ocasionan a no hablarme
dos meses ha.


QUITERIA

No me espanto; 90
haste embebecido tanto
en latines, que a cansarme
    llego yo, sin que me importe,
cuanto y más quien se encargó
de ti desde que murió 95
tu padre.

DOÑA JERÓNIMA

Yo sigo el norte
    de mi inclinación, ¿qué quieres?
Mi señor se recreaba
de oírme, cuando estudiaba.
¿Siempre han de estar las mujeres 100
    sin pasar la raya estrecha
de la aguja y la almohadilla?
Celebre alguna Sevilla,
que en las ciencias aprovecha.
    De ordinario los vasallos 105
suelen imitar su rey
en las costumbres y ley;
si da en armas y en caballos,
    soldados y caballeros
son el sabio y ignorante, 110
enamorados si amante,
si ambicioso, lisonjeros.
    Dicen que en Indias hay gente
que porque a un cacique vieron
sin un diente, todos dieron 115
luego en sacarse otro diente.
    La reina Doña Isabel,
que a tanta hazaña dió fin,
empieza a estudiar latín,
y es su preceptora en él 120
    otra que por peregrina
no hay ingenio que no asombre,
tanto que olvidan su nombre
y la llaman la Latina.
    Por esto quiero imitalla. 125


QUITERIA

Haces bien; mas dese modo,
procura imitarla en todo,
por mujer y por vasalla:
    cásate, pues se casó.

DOÑA JERÓNIMA

Dame tú un rey Don Fernando 130
que, a Castilla gobernando,
me deje estudiar, que yo
    haré mis dichas iguales.
El matrimonio es Argel,
la mujer cautiva en él; 135
las artes son liberales
    porque hacen que libre viva
a quien en ellas se emplea:
¿Cómo querrás tú que sea
a un tiempo libre y cautiva? 140


QUITERIA

Yo no te sé responder,
porque no sé argumentar;
pero, ¿por qué ha de estudiar
medicina una mujer?


DOÑA JERÓNIMA

Porque estimo la salud, 145
que anda en poder de ignorantes.
¿Piensas tú que seda y guantes
de curar tienen virtud?
    Engáñaste si lo piensas;
desvelos y naturales 150
son las partes principales,
que con vigilias inmensas
    hacen al médico sabio.
Por ver si a mi patria puedo
aprovechar, contra el miedo 155
que a la salud hace agravio.
    ¿No es lástima que examinen
a un albéitar herrador,
un peraile, a un tundidor,
y que antes que determinen 160
    que pratique su ejercicio
aprueben su suficiencia;
y la medicina, ciencia
que no tiene por oficio
    menos que el dar o quitar 165
la vida, que tanto importa,
con una asistencia corta
de escuelas, un platicar
    dos años, a la gualdrapa
de un dotor en ella experto 170
porque más hombres ha muerto,
prolijo de barba y capa,
    en habiendo para mula,
luego quede graduado,
antes de ser licenciado, 175
de dotor? Quien no regula
    estos peligros, ¿no es necio?

QUITERIA

Cuanto a esa parte, estoy bien
con lo que dices.


DOÑA JERÓNIMA

¡Que den
joya que no tiene precio, 180
    ni se puede restaurar,
a un bárbaro desa suerte!


QUITERIA

Y aun no dan de balde muerte;
que se la hemos de pagar.
    Diz que en Madrid enseñaba 185
cierto verdugo su oficio
no sé a qué aprendiz novicio,
y viendo que no acertaba,
    puesto sobre un espantajo
de paja, aquellas acciones 190
infames de sus liciones,
le echó la escalera abajo,
    diciéndole: «Andad, señor,
y pues estáis desahuciado
para oficio de hombre honrado, 195
estudiad para dotor.»


DOÑA JERÓNIMA

¡Cosa extraña, que en cualquiera
arte, por poco que valga,
haya aprendiz que no salga
con ella, echándole fuera, 200
    y que en ésta no ha de haber
médico que desechar,
Quiteria!

QUITERIA

Para matar,
poca ciencia es menester.
    Tuvo un pobre una postema 205
(dicen que oculta en un lado),
y estaba desesperado
de ver la ignorante flema
    con que el dotor le decía:
«En no yéndoos a la mano 210
en beber, moríos, hermano,
porque ésa es hidropesía.»
    Ordenóle una receta,
y cuando le llegó a dar
la pluma para firmar, 215
la mula, que era algo inquieta,
    asentóle la herradura
(emplasto dijera yo)
en el lado, y reventó
la postema ya madura; 220
    con que, cesando el dolor,
dijo, mirándola abierta:
«En postemas, más acierta
la mula que su dotor.»


DOÑA JERÓNIMA

Pues por eso determino 225
irme tras el natural,
que aprenden todos tan mal,
ya que en su estudio me inclino.


QUITERIA

Volverás por el desprecio
de los médicos ansí. 230


DOÑA JERÓNIMA

Y por el que hizo de mí
nuestro forastero necio.


QUITERIA

¿Ahí tornamos?


DOÑA JERÓNIMA

Me ha enfadado
el poco caso que ha hecho
de mí. ¿Sabes qué sospecho? 235
Que le trae tan desvelado
    la dama que en Madrid deja,
que no le dan pensamientos
lugar para cumplimientos.

QUITERIA

Eso agora ya es conseja. 240
    ¿Qué nos faltaba si hubiera
correspondencias constantes?
Ya obligaciones y guantes
se gastan de una manera.
    Amadises y Macías 245
alambicaban celebros.
Y habitando Beltenebros
libros de caballerías,
    tienen esa calidad;
que los de ahora, si lo notas, 250
en calzándose las botas,
descalzan la voluntad.


DOÑA JERÓNIMA

Pues hagamos la experiencia.


QUITERIA

¿Cómo la habemos de hacer?


DOÑA JERÓNIMA

Vile anoche revolver 255
papeles, sin advertencia
    de que acecharle podían.


QUITERIA

¿Por dónde?


DOÑA JERÓNIMA

Por el espacio
de la llave.


QUITERIA

¡Qué despacio
tus desvelos te tenían! 260


DOÑA JERÓNIMA

¿Qué quieres? La privación
es causa del apetito;
no haberme visto es delito
que ofende mi presunción.
    Y dije entre mí: «Sepamos 265
quién puede este Adonis ser,
que no se nos deja ver,
temeroso de que aojamos.»
    Estaba el tal en jubón,
con calzones de tabí 270
de naranjado y turqui,
y con tal satisfacción
    de sí, que de cuando en cuando,
Narciso de sus despojos,
se andaba todo en sus ojos, 275
por sí mismo paseando.

QUITERIA

Ya eso fué mucho notar.


DOÑA JERÓNIMA

Si él fuera al paso discreto
que galán, yo te prometo
que llevara qué soñar, 280
    porque es su disposición
por gallarda, peregrina.


QUITERIA

Y eso ¿está en la medicina?


DOÑA JERÓNIMA

No; pero en mi inclinación.
    Advertí, pues, que leyendo 285
papeles, ya los doblaba,
ya otra vez los repasaba,
con los primeros riyendo,
    con los otros suspirando;
y aunque no los entendí 290
(que los leyó para sí),
dije: «¿Riendo y llorando?
    Aunque adivino en bosquejo,
afectos sentís de amante;
que siempre imita al semblante 295
de quien se mira, el espejo.»
    No los leyó una vez sola,
antes para segundar
los mismos, despabilar
quiso la vela y matóla; 300
    conque le forzó a acostarse,
y a mí, riendo, a volverme
a la cama. Entretenerme
pudiera, a no desmandarse
    en mí su imaginación, 305
que de principios pequeños,
apadrinándola sueños,
es ya mal de corazón.
    Yo tengo celos, Quiteria,
y he de ver, pues me maltratan, 310
de qué estos papeles tratan.

QUITERIA

¡Qué bien medraste en la feria!
    ¿Dónde, pues, hemos de hallarlos?


DOÑA JERÓNIMA

Las navetas los tendrán
de aquel contador, que están 315
sin llaves para guardarlos.
    Salgamos dese cuidado.


QUITERIA

Vamos, porque le asegures,
y enferma, para que cures,
la ciencia que has estudiado, 320
    que uno y otro es frenesí.


DOÑA JERÓNIMA

En accidentes de amor,
no cura bien el dotor
que no cura para sí.

[Una calle de Sevilla.]
(Salen DON GASPAR, DON GONZALO y MACHADO.)


DON GONZALO

Yo sé que no habéis de echar, 325
mientras estéis en Sevilla,
menos, señor Don Gaspar,
pasatiempos de Castilla,
que ésa es río y ésta es mar.
    Mucho de Toledo cuentan, 330
donde Isabel y Fernando
su corte dicen que asientan.
Su Tajo arenas criando,
que fama más que oro aumentan;
    sus pancayos cigarrales, 335
que viéndose en sus cristales,
les sirven de apretadores
listones de eternas flores,
que visten sus pedernales.
    Palacios de Galiana; 340
Huerta del Rey deleitosa,
que tanta opilación sana;
bienes de la vega hermosa,
hasta en permisiones llana;
    membrillares y amacenas; 345
sus riberas siempre llenas
entre frutas peregrinas,
de azabache sus endrinas...


MACHADO

No olvides sus berenjenas.


DON GONZALO

Sus aljibes siempre helados, 350
sus damas siempre discretas,
sus ingenios laureados,
ya de Apolo por poetas,
ya de Marte por soldados;
    alcázar y iglesia santa, 355
puentes, título imperial,
concilios, virtud que espanta,
tanta sangre principal,
tanta mitra y gente tanta;
    todo eso que es maravilla 360
con que blasona Castilla,
y se ilustra mi nación,
es la grandeza en borrón
de nuestra Menfis Sevilla.

DON GASPAR

No lo habéis encarecido 365
mucho, corto habéis andado;
pues un mes que la he vivido,
en vuestra casa hospedado,
de su nobleza aplaudido,
    sí en alabarla me fundo, 370
zodíaco considero
que es del uno y otro mundo,
dividiéndose el primero
por el Betis del segundo.
    Árbitros límites da 375
a los dos orbes, y está
como raya su corriente
hacia esta parte de Oriente,
y del ocaso hacia allá.
    ¿Quién hay que alabarla pueda? 380
¡Pluguiera a Dios que el pesar
que sus deleites me veda,
supiera en ella gozar
río, alcázar y alameda!


DON GONZALO

Pues ¿qué hay de nuevo?


DON GASPAR

Este pliego 385
que acabo de recibir
para fin de mi sosiego.


DON GONZALO

Nunca os puedo persuadir,
por más que os conjuro y ruego,
    a que acabéis de contarme 390
la causa que por honrarme,
de Toledo os trujo aquí.
O no halláis caudal en mí
de amigo para fiarme
    secretos, o pagáis mal 395
la amistad que me debéis.

DON GASPAR

Si como os sobra el caudal,
Don Gonzalo, y conocéis
que os le correspondo igual,
    me permitiera el respeto 400
hablar, yo os satisfaciera.
Pero escuchad; que en efeto,
no es bien cuando amor espera
morir, que guarde secreto.
    Serví en la imperial Toledo 405
por inclinación a un ángel,
primer móvil de los gustos,
Argel de las libertades,
de superior jerarquía
hasta el nombre que sus padres 410
la dieron, que fué Micaela,
blasón suyo, a ser constante.
Halló el favor en sus ojos
entrada para burlarme;
ventas las llamó un discreto, 415
donde el amor caminante
tomar un refresco suele,
y si anochece, apearse,
para proseguir después
hasta el alma su viaje. 420
Recibiéronme dos niñas
entre risueñas y graves;
pero de niñas y en venta
quien se fía, poco sabe.
Hechizáronme amorosas, 425
y cuando pasé adelante,
sin alma me hallé: ¿qué mucho
que ventas y ojos engañen?
¡Qué de favores alegres
a censo echaron pesares, 430
que entonces tomaba a usura,
y agora aprietan! No en balde
dicen que el gusto y dinero
en príncipes y en amantes
deleitan al recibirse 435
y congojan al pagarse.
Seis meses corrió mi dicha
la derrota favorable
de honestas correspondencias;
pero en amores y en mares 440
la mudanza es el piloto,
pues cuando desembarcarme
en la playa de Himeneo
pensaba, sopló un levante
de celos, que me volvieron 445
al golfo, donde sin lastre,
de sufrimiento me llevan
mis desdichas a anegarme.

DON GASPAR

Fué el caso, pues, que quisieron
intereses de su madre 450
y un hermano, sin consulta
de mi dama, hacer alcaide
de su voluntad, ya ajena,
a un caballero que, en sangre,
hacienda, edad, discreción, 455
tengo, si no que envidiarle,
a lo menos que temerle:
permitidme que le alabe;
que el valor, aunque compita,
no desluce calidades. 460
Estaba en Valencia entonces,
y llamáronle ignorantes
de que sin su permisión
la voluntad profanase
derechos de la obediencia; 465
como si en fe de llamarse
dios amor, no se eximiese
de leyes universales.
Hasta entonces ignoraba
mi ingrata que apresurasen 470
cautiverios de por vida
diligencias tutelares;
y ansí creciendo favores,
fuera justo recelarme
de llamas, que están más cerca 475
de su fin, cuanto más arden.
Registradores baldíos
se ocuparon en contarles
los pasos a mis deseos;
y como el fuego no sabe 480
encubrirse, ni el amor,
sacaron por las señales
de mis afectos mis dichas,
¡Qué de daño envidias hacen!


DON GASPAR

No sé cuál dellos, o todos, 485
escribieron a Don Jaime
-así se llama mi opuesto-
las razones semejantes:
«Por mucho que apresuréis,
llamado, pasos amantes; 490
si elecciones se anteponen,
a casaros vendréis tarde.
Don Gaspar de Benavides
llega a tener tanta parte
en la dama que os ofrecen, 495
que hay quien se atreve a llamarle
usufructuario vuestro.
Si con esto juzgáis fácil
el riesgo que la honra corre...
Discreto sois; Dios os guarde.» 500
Iba la carta sin firma;
y como en Valencia nace
tan delicado el honor,
imitó a sus naturales,
y acreditó sus renglones, 505
escribiéndole a su madre
repudios y menosprecios:
con celos no es cortés nadie.
Metió en el pliego el papel
recibido, y fué bastante 510
en su madre a concluir
con su vida sus pesares.
Estaba el hermano ausente,
y mi dama, que eclipsarse
sintió el sol de su opinión, 515
se persuadió (no os espante,
que fué la sospecha urgente)
a que yo, por estorbarle
ejecuciones violentas
tan a riesgo de matarme, 520
aquella carta había escrito;
y airada de que quedase
por mí su fama dudosa,
y su amor por inconstante,
favores trocó en desdenes, 525
desprecios vi por donaires,
rigor por correspondencias,
por premios severidades.


DON GASPAR

No admitió satisfacciones,
ni bastaron a abonarme 530
juramentos inocentes;
pero ¿quién habrá que amanse
enojos en la mujer,
que atropella por vengarse,
cuando aborrece de veras, 535
respetos y calidades?
Notificóme retiros,
a mis disculpas diamante,
a mis diligencias bronce,
a mis sentimientos áspid; 540
y dando cuenta de todo
a su hermano, provocarle
pudo a venganzas de honor:
¡ved de un yerro los que nacen!
Yo, que desvelado siempre, 545
registraba enemistades,
para averiguar por ellas
quién fué el autor de mi ultraje
y aquella carta sin firma,
una vez que por el margen 550
del Tajo, en estos discursos
consultaba sus cristales,
vi conversando junto a ellos
dos déstos que en las ciudades,
sanguijuelas de las honras, 555
sin espadas sacan sangre;
censura de las doncellas,
sátira de los linajes,
zoilos de los ausentes,
de los ingenios vejamen; 560
déstos, en fin, que mirones
en los templos y en las calles,
porque todo lo malician
dicen que todo lo saben.


DON GASPAR

Despreciábanlos los cuerdos, 565
temíanlos los cobardes;
pero entre todos yo sólo
gusté singularizarme,
opuesto suyo, de suerte
que hallaron en mi semblante 570
con letras de menosprecio
escritas sus libertades.
A esta causa siempre tuve,
si no infalibles, probables
sospechas de que por ellos 575
renunció su amor Don Jaime.
Lleguélos a hablar entonces,
y para certificarme
de todo punto, troqué,
cauteloso conversable, 580
sospechas en certidumbres;
porque empezando a tratarse
varios géneros de cosas,
unas de risas, otras graves,
los enlacé en mi suceso, 585
deletreando en las señales
de su inquieta turbación
mis recelos sus verdades.
Entonces, ya la irascible
predominando en la sangre, 590
les dije: «No es bien nacido,
ni de hombre puede preciarse,
quien con la lengua o la pluma,
cuando escriba o cuando hable,
desmintiéndose en aquélla, 595
firmar en ésta no sabe.
Carta sin firma es libelo
que contra sí mismo hace
quien no osa poner su nombre,
por confesar que es infame. 600
El apellido es blasón
que califica linajes,
que diferencia sujetos,
que autoriza antigüedades,
quien le oculta es porque teme 605
que por él a luz no saque
sambenitos del honor
la bajeza de sus padres.


DON GASPAR

Si es infamia el desdecirse,
¿no es desdecirse el quitarle 610
a una carta autor y firma'?
Dígalo el más ignorante.
Claro está que receloso
de que tienen que forzarle
a desmentirse a sí mismo, 615
y confesar falsedades,
lo mismo que escribe niega,
y que en su contrario añade
circunstancias de valor
en todos los tribunales. 620
Infarnes, pues, por escrito,
hombres sin nombres, cobardes
que os menospreciáis del ser
que tenéis, pues le ocultastes,
lo que no firmaron plumas, 625
firme el acero, y no manchen
espejos de honor honestos
cartas que sin firma salen.»
Dije, y sacando el estoque
con la razón de mi parte, 630
ella y yo, dos contra dos,
partimos el sol iguales.
Di muerte al uno, herí al otro,
y huyendo severidades
de Fernando -que castiga, 635
si premia- en los cigarrales,
guarnición de aquellas peñas,
uno hallé donde ampararme,
y dentro dél un amigo,
que para que me ausentase, 640
medió un caballo de monte,
un criado y liberales
socorros que en el camino
vencieron dificultades.


DON GASPAR

Llegué a vuestra casa, en fin, 645
en cuyo noble hospedaje
pudiera templar desprecios
de quien gusta de olvidarme;
mas cartas despertadoras
quiere mi amor que dilaten 650
penas, que en ésta me dicen
que las dé por incurables.
Ya se ha casado, en efeto,
mi ingrata, porque Don Jaime,
averiguando mentiras, 655
y confirmando amistades,
llegó a lograr diligencias
de su hermano, que obligarle
pudieron, para mi muerte,
a ofenderme y a casarse. 660
Escríbenme que han pedido
requisitoria las partes
contrarias para prenderme,
y será fuerza pasarme
a Portugal, cuyo rey 665
gente alista que se embarque
al Oriente, en cuyo extremo
son sus quinas formidables.
Generoso es; cuando sepa
quién soy, y para abonarme 670
lleguen cartas de la corte
que me prometen sus grandes,
apacible a mis deseos,
no dudo que me despache
en esta armada a la India, 675
donde piélagos de mares.
en medio, aneguen memorias,
y militando restauren,
contra amorosas tragedias,
mi fama dichas de Marte.


DON GONZALO

Agora que por extenso
sé la historia que a pedazos
me contábades, los brazos
os doy, pues echando a censo
    obligaciones de amigo, 685
por tal quedo confirmado,
habiéndoos de mí fiado:
que yo, Don Gaspar, me Obligo
    de quien en la adversidad
se llega a favorecer 690
de mi casa, por tener
certeza de mi amistad.
    No os aconsejo el viaje
que al Oriente disponéis;
Indias más cerca tenéis, 695
y en más seguro paraje.
    Díó patrimonio Colón
de un Nuevo Mundo a Castilla,
nueva grandeza a Sevilla,
nueva fama a su nación. 700
    El gobierno de la Habana
espero con brevedad:
ya que os embarquéis, gozad
entre gente castellana
preñeces de plata pura; 705
pues sabéis que Portugal
siempre se ha llevado mal
con Castilla.


DON GASPAR

Ya asegura
Don Manuel, que reina en él,
paces que eternizar pueda, 710
pues nuestros reinos hereda.


DON GONZALO

Princesa es Doña Isabel,
    su esposa, desta corona,
muerto el príncipe Don Juan,
y ya jurados están; 715
mas lo que el tiempo ocasiona,
    no asegura la mudanza.
Considerad lo que os digo,
y si os embarcáis conmigo,
prometed a la esperanza 720
    de mi parte todo aquello
en que os pudiere servir.

[Sale TELLO. DON GASPAR, DON GONZALO y MACHADO.]


TELLO

Ríndase a Guadalquivir
Tajo y revés.


DON GASPAR

Paso, Tello.


TELLO

Déjame, ¡pléguete a Dios!, 725
celebrar damas y talles.
¡Cuántas topo por las calles,
hermosas! De tres las dos,
    de cuatro las tres, de siete
las cuatro y media, ¡más bellas 730
que tras el pastel las pellas,
que el vino tras el luquete!
    ¡Válgate Dios por lugar,
la mitad de cuanto veo
hermoso!

[Salen DOÑA JERÓNIMA y QUITERIA,
con sombreretes y mantos de anascote a lo sevillano.
Dichos.]



DOÑA JERÓNIMA

[Aparte a QUITERIA.]
 
Tápate.
 
(Échanse el manto las dos.)

TELLO

Creo 735
que nos busca el dicho par.
    Aguárdolas a pie quedo
una a una. ¿Mandan algo?


QUITERIA

[Hablando a DON GASPAR al oído.]
 
Hacia el Alcázar, hidalgo,
sabréis cosas de Toledo. 740


DON GONZALO

A vos dijo.


DON GASPAR

¿Quién será?


TELLO

¡Tapadas! ¿Si es desafío?


DON GONZALO

No tiene esotra mal brío.


DON GASPAR

¡De Toledo!


TELLO

¿Si es de allá?


DON GASPAR

¿Hasta aquí llega la fama 745
de mi amor?


DOÑA JERÓNIMA

[A DON GASPAR al oído.]
 
Si os atrevéis,
al Alcázar, y sabréis
mil cosas de vuestra dama.


DON GASPAR

¿Y no aquí?


DOÑA JERÓNIMA

No, que recela
mi honor que me puedan ver. 750


DON GASPAR

¿Traéis cartas?


DOÑA JERÓNIMA

Puede ser.


DON GASPAR

¿Cúyas?


DOÑA JERÓNIMA

De Doña Micaela.


DON GASPAR

¡Ay, cielos!


TELLO

Deja disputas
Vamos: ¿qué andas por las ramas?


DOÑA JERÓNIMA

Al estanque de las Damas. 755


DON GASPAR

Ya os sigo.


DOÑA JERÓNIMA

Entre las dos grutas.
 
(Vase.)

DON GASPAR, DON GONZALO, TELLO, MACHADO.



DON GONZALO

¿Qué os dijo?


DON GASPAR

Que esperaría
a las grutas del jardín
de las Damas.


DON GONZALO

¿Con qué fin?


DON GASPAR

Cartas de la ingrata mía 760
    me ofrece.


DON GONZALO

¿Y os la nombró?


DON GASPAR

Sí, amigo. Confuso quedo.


DON GONZALO

Dama será de Toledo.


DON GASPAR

Su despejo lo mostró.


DON GONZALO

Hay notables aventuras 765
en el Alcázar; sus salas
saben, disfrazando galas,
acomodar coyunturas.
    Cúrsanlas la primavera
como en escuelas de amor, 770
unas huyendo el calor,
otras haciendo tercera
    su acomodada frescura;
que como tienen enfrente
la lonja con tanta gente, 775
donde el interés procura
   enriquecer mercaderes,
son, aunque con varios nombres,
lonja aquélla de los hombres,
y esotra de las mujeres. 780
    Andad, Don Gaspar, a ver
lo que escribe vuestra dama:
podrá ser mienta la fama,
que os ha obligado a creer
    bodas que os causan pesar, 785
antes que estén concluídas:
cartas se escriben fingidas,
que es peor que por firmar.
    Quiera Dios que verdadero
salga yo, porque excuséis 790
destierros que disponéis.


DON GASPAR

Adiós.


DON GONZALO

En casa os espero.

(Vanse DON GONZALO y MACHADO.)

DON GASPAR, TELLO.

DON GASPAR

Tello, ¿no me dices nada
desto?


TELLO

¿Qué quieres que diga?
Cada cual su rumbo siga, 795
tu amor tú, yo a la tapada;
    que el diablo del sombrerete,
que parece tajador
de aldea, para mi humor
tiene no sé qué sainete 800
    que alienta mis disparates.
¡Oh anascote, oh caifascote,
oh basquiña de picote,
oh ensaladas de tomates
    de coloradas mejillas, 805
dulces a un tiempo y picantes,
oh chapines, no brillantes,
mas negros y con virillas,
    oh medio ojo que me aojó,
oh atisbar de basilisco, 810
oh tapada a lo morisco,
oh fiesta, y no de la O!-
    Sigamos a quien nos llama:
¿Qué aguardas?


DON GASPAR

«¡Si os atrevéis,
al Alcázar, y sabréis 815
mil cosas de vuestra dama!»
    ¡Cuando el rigor me desvela
de sus bodas!


TELLO

¿No es mujer?


DON GASPAR

«¿Traéis cartas?-Puede ser.-
¿Cúyas?-De doña Micaela.» 820
    Quien tanta noticia tiene
de mis cosas, no hay que hablar,
de Toledo a consolar
mis ansias sin duda viene.
    Penas de amor absolutas, 825
no desesperéis mis llamas.
Ven.


TELLO

Al jardín de las Damas.
Ten cuenta, entre las dos grutas.
 
(Vanse.)

[Jardín.]
(Salen DOÑA JERÓNIMA y QUITERIA.)

DOÑA JERÓNIMA

Este hombre se me ha entrado
en el alma por las puertas 830
más nuevas y peregrinas
que ha visto el amor, Quiteria.
Comenzó por menosprecios
el mío: ¡ay Dios! ¿Quién creyera
que hicieran descortesías 835
en mí lo que no finezas?
Sentí que huésped en casa,
al fin de un mes de asistencia,
no preguntase curioso
qué mujer moraba en ella. 840
En nosotras, ya tú sabes
que imperando la soberbia,
se rinde por sus contrarios:
hombre que nos menosprecia,
téngase por bien querido; 845
fínjase quien nos desea
desdeñoso, descuidado,
no nos mire, no dé quejas;
causarálas en su dama;
porque en balanzas opuestas, 850
aunque amor es simetría,
cuando se abrasan, nos hielan,
y helándose nos abrasan.
Si ellos esta estratagema
supieran, ¡qué a poca costa 855
atropellaran firmezas!
Causó en mi este sentimiento
una curiosa impaciencia
y deseo de inquirir
si viven hombres de piedra; 860
y para que no alegase
ignorancias, a una reja
del patio fingí preguntas
que le avisasen quién era.


DOÑA JERÓNIMA

No hizo novedad de oírme, 865
aunque pudo sacar dellas
ser mi hermano don Gonzalo.
Juntáronse a las primeras
quejas y culpas, segundas,
que engendraron causas nuevas 870
de acusar descortesías,
si primero inadvertencias.
Parecióme que elevado
en lo que en Toledo deja,
se olvidó allá los sentidos 875
y vino acá sin potencias.
Esto ya yo imaginaba
que a, b, c de celos era,
que si a la postre presumen,
al principio deletrean. 880
Pero, celos o no, en fin,
una noche aceché inquieta
por la llave lo que hacía.
su mal busca quien acecha.
Demostraciones amantes 885
vi entre papeles envueltas,
con gusto en los apacibles,
en los severos con pena.
Él leyendo y yo acechando,
el sol nos amaneciera 890
si con los dos compasiva
no se acabara una vela.
Desvelos volví a la cama,
que a mi sueño hicieron guerra
y el plato a imaginaciones, 895
si inquietudes la sustentan.
Salió el alba, y don Gaspar
de casa, y dándonos cuenta
de amorosas novedades,
se la pedí a una naveta 900
del contador secretario,
y hallé papeles en ella,
serranos en lo tratable,
de Toledo en la agudeza.


DOÑA JERÓNIMA

Otros vi que se humanaban 905
algo libres, y a la cuenta
se escribieron cuando el gusto
lograba correspondencias.
Uno dellos le decía,
si no las mismas, casi estas 910
razones bien rigurosas,
mas para mis celos tiernas:
«Don Gaspar, en todo amor
que se prosigue de veras,
la honra de lo que se ama 915
no se eclipsa, antes se aumenta.
Cartas bastardas sin firma,
ya vos veis cuánta vileza
arguyen en quien pretende
hacer la infamia estafeta. 920
Más os valiera faros
en mi voluntad que en ellas;
que ella os despenara firme,
y ellas viles os despeñan.
Por vos mi opinión perdida 925
desprecio en don Jaime engendra,
castigo justo en mi hermano.
llanto en mi madre y molestias.
Vos su muerte ocasionastes,
y yo, si os amara, fuera, 930
como ingrata a sus cenizas,
verdugo a mi fama honesta.
Aborreciéndoos, verá
el mundo, porque os desmienta,
la falsedad de una carta 935
que la infamia afirma vuestra.
No habla el cuerdo amor, ni escribe;
que es niño en cuanto la lengua,
y las plumas de sus alas
volaran mal, si escribieron.


DOÑA JERÓNIMA

Cara voluntad os tuve,
y tan cara, que me cuesta
menoscabos de mi honor,
y una madre por vos muerta.
Si os buscare la venganza, 945
no os espante que pretenda
borrar con sangre la tinta
de tan afrentosas letras.»
Esto, Quiteria, leí,
sospecho que en la postrera 950
de todas, con que animé
esperanzas y quimeras.
Estudié por las demás
todo el suceso y materia
destos trágicos amores: 955
¡fin más dichoso en mí tengan!
El nombre de la ofendida
supe que es doña Micaela,
Ayala en el apellido.
¡Triste amor que en ay comienza! 960
En efeto, mis pasiones,
sin saber dónde me llevan,
me traen aquí, a ¿qué sé yo?,
ni ¿qué espero, aunque lo sepa?


QUITERIA

¡En verdad que en el estudio 965
de la medicina medras
lucidamente! Dotora
que en vez de curar enferma,
el diablo que la dé el pulso.


DOÑA JERÓNIMA

Decirme podrá el problema: 970
«Dotor, cúrate a ti mismo.»


QUITERIA

Éstos son.


DOÑA JERÓNIMA

Pues hazles señas.

(Tápanse.)

[Salen DON GASPAR y TELLO.
-DOÑA JERÓNIMA, QUITERIA.]

TELLO

Hay tanta mujer tapada,
los sombrerillos de tema,
tantas con los medios ojos 975
anascotados, que es fuerza,
si no nos llaman, perdernos.


DON GASPAR

Las dos grutas son aquéllas.


TELLO

Y las otras las dos damas.


DON GASPAR

Señas nos hacen.


TELLO

Pues llega. 980


DON GASPAR

¿Son vuestras mercedes?


DOÑA JERÓNIMA

Somos.


DON GASPAR

Y yo quien a la obediencia
cortés de vuestros mandatos
llego humilde.


DOÑA JERÓNIMA

Cosa nueva
será en vos la cortesía. 985


TELLO

(Aparte.)
 
¿Ya empezamos por afrentas?
No es malo; que entrar perdiendo,
la ganancia tiene cierta.

DON GASPAR

Rigurosa comenzáis.
No sé yo que en esta tierra, 990
ni en otra, me dé ese grado
la fama que en mí profesa
diferentes atributos.


DOÑA JERÓNIMA

No lo dice la experiencia
de quien, de vos ofendida, 995
os culpa en tales materias.


DON GASPAR

Es mi ventura tan corta,
que aquello en que más se esmera
mi cuidado, le saldrá
al contrario. ¿No supiera 1000
yo quién es esa ofendida?


DOÑA JERÓNIMA

Una dama que se queja
de vos con justas razones,
muy mi amiga, aunque no vuestra.


DON GASPAR

Si se admiten conjeturas, 1005
y corresponsal con ella,
me prometéis alentar
esperanzas con sus nuevas;
en Toledo está esa dama,
porque yo no sé que pueda 1010
otra ninguna intimarme
tan descorteses ofensas.


DOÑA JERÓNIMA

Bien puede ser.

DON GASPAR

Eso mismo
me dijisteis allí fuera
no ha mucho, pidiéndoos cartas. 1015


DOÑA JERÓNIMA

Decís la verdad.


DON GASPAR

¿Traéislas?


DOÑA JERÓNIMA

Yo vengo por carta viva.


DON GASPAR

¿De Toledo?


DOÑA JERÓNIMA

De allí cerca.


DON GASPAR

¿Y no sabré yo quién sois?


DOÑA JERÓNIMA

Si eso algún cuidado os diera, 1020
no estuviera yo quejosa.


DON GASPAR

¿Vos? ¿Por qué?


DOÑA JERÓNIMA

Porque asistencias
de un mes de huésped, ni obligan.
ni cortesías despiertan.


DON GASPAR

No os entiendo.


DOÑA JERÓNIMA

Es mal antiguo 1025
en vos no entender.


DON GASPAR

Discreta
misteriosa, declaraos,
ya que me habláis encubierta.
¡Vuestro huésped un mes yol


DOÑA JERÓNIMA

Si tan presto negáis deudas, 1030
no haréis pleito de acreedores.


DON GASPAR

¿Donde? ¿Cómo? ¿Cuándo?

TELLO

(A QUITERIA.)
 
Pueda
alcanzar yo algún favor
dese retablo en cuaresma,
ya que no corren cortinas 1035
aquí por Pascuas, ni fiestas.
¿Eres dama motilona
de la hermana compañera?
¿Fregatriz o de labor?
No quiero decir doncella; 1040
que ésa es moneda de plata,
y como el vellón la premia,
apenas sale del cuño,
cuando afirman que se trueca.
Dame un adarme no más 1045
de carantoña.
 
(Va a destaparla, y pégale ella.)

QUITERIA

Jo, bestia.


TELLO

Bestia soy, pues que te sufro,
y Jo soy en la paciencia.


DON GASPAR

En fin, ¿ni queréis decir
quién sois, ni queréis que os vea, 1050
ni en qué parte me hospedaste,
ni cuándo os di causa a quejas?

DOÑA JERÓNIMA

Estáis muy despacio vos,
y traigo yo mucha priesa:
vamos, don Gaspar, al caso. 1055
Sabed que la dama vuestra,
pesarosa en desdeñaros,
y triste con vuestra ausencia,
ha despedido a don Jaime
y ansiosa veros desea. 1060


DON GASPAR

¡Oh iris de mi ventura,
que disfrazada en tinieblas
reflejos de sol retocan
colores con que me alegras!
Dame a besar esas manos. 1065


TELLO

(A QUITERIA.)
 
Y dame tú, aunque las tengas
con callos del almirez,
las tuyas, pues todos besan.

 
(Ven llegar a DON GONZALO y apártanse los dos.)<poem>

[Sale DON GONZALO.-Dichos.]


DON GONZALO

Don Gaspar, dejad ahora
averiguaciones tiernas 1070
de vuestra dama, y poned
cobro en vos; que diligencias
enemigas están ya
en Sevilla, y tan molestas,
que mi casa han registrado 1075
requisitorias que os prendan.
El gobierno de La Habana
que me prometieron, truecan
por el de Pamplona, siendo
castellano de su fuerza. 1080
Mándanme partir al punto,
porque las armas francesas,
instantes en su conquista,
por Navarra dicen que entran.
Si dejando a Portugal 1085
queréis dar ilustres muestras
de la sangre que heredastes,
honraréis una bandera.
Determinaos esta noche,
y dad en la santa iglesia 1090
a la libertad sagrado
que oprimir tantos desean.
Cama os llevarán allá
y regalos de una mesa,
si no poderosa, amiga: 1095
retiraos, pues está cerca;
que yo voy a disponer
mi partida, porque pueda
salir de Sevilla al alba.
Hablaréos cuando anochezca. 1100
 
(Vase.)

DON GASPAR

Señora, desdichas mías
presurosas desordenan
principios que aseguraban
mi sosiego en vuestras nuevas.
Ya veis el riesgo que corro, 1105
y también estaréis cierta
(pues venís tan informada
de mis cosas) lo que aprietan
diligencias enemigas
de la parte que desea 1110
vengar una muerte honrosa
que satisfizo mi ofensa.
Pues no he podido hasta aquí
conoceros, y la priesa
que mis peligros me dan 1115
el breve tiempo me niegan
en que presumí obligaros
a este favor, por vos sepa
vuestra amiga, y mi señora,
que en la corte portuguesa, 1120
a su amor agradecido
y deudor de su firmeza,
podrá divertir con cartas
soledades de su ausencia.
Embarcaréme esta noche: 1125
si hay en que serviros pueda
allá, ejecutad mandando
los réditos desta deuda.
 
(Vase.)

TELLO

Yo soy maza desta mona:
ya ves que tras sí me lleva. 1130
No pongas porte en las cartas,
si quieres que no se pierdan,
y pide cuanto mandares,
porque, en fin, cuando no venga,
cumples con tu obligación 1135
que te atisbo pedigüeña.
Y adiós, hasta la otra vida.
 
(Vase.)

DOÑA JERÓNIMA

¿Qué tropel de olas, Quiteria,
quieren hoy desbaratar
mi amor? ¿qué desdicha es ésta? 1140


QUITERIA

¿Qué sé yo? Vamos a casa,
porque no nos eche en ella
menos tu hermano; y arroja
en Guadalquivir tus penas.


DOÑA JERÓNIMA

¡A Lisboa se me parte, 1145
donde amor en sus bellezas,
extranjero con las damas,
perpetúe su asistencia!
¿Qué intentáis, locuras mías?


QUITERIA

De los libros te aprovecha 1150
en que estudias.


DOÑA JERÓNIMA

¡Plegue a Dios
que por ellos no me pierda!

(Vanse.)