El Tesoro de la Juventud (1911)
El libro de la Poesía, Tomo 17
El Cerezo
de Román de Saavedra

Nota: se ha conservado la ortografía original.

Contemplando un cerezo cargado de fruta, Román de Saavedra se siente arrebatado por la belleza generosa del árbol.

EL CEREZO

¡OH, el cerezo arrebolado
Por la luz del sol poniente!
¡Tan umbroso! ¡Tan dorado!
¡Tan ardiente!...

Esta tarde yo he sentido
Todo el ímpetu florido
De su luz primaveral;
Su frescor de verde gruta;
La dulzura de su fruta.
De su fruta de coral...

Sobre el tronco ceniciento
Desbordábase, opulento.
Con relumbres de joyel;
Una ofrenda en cada rama;
Todo fuerza, todo llama,
Todo miel.

Era un grito de alegría
Que rompía, que estallaba,
Como un ascua de rubí;
Todo el árbol se me daba;
Todo el árbol me decía:
— Para ti.

Para ti mi savia loca;
Para ti mis dulces granos;
Para ti mis tirsos rojos;
Todo yo para tu boca;
Todo yo para tus manos;
Todo yo para tus ojos.