El Cardenal Cisneros: 47

El Cardenal Cisneros de Carlos Navarro y Rodrigo
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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original. Publicado en la Revista de España.


L.

Cisneros, al propio tiempo que se ocupaba de levantar aquel glorioso monumento de su gloria, acariciaba en su pensamiento otra idea gigantesca que iba á poner en inmediata ejecución, porque ese es el distintivo feliz de su carácter, si grande en el concebir, rápido y constante en el ejecutar. Nos referimos á la Biblia Políglota ó, como se dice generalmente por el lugar en que se imprimió, la Políglota Complutense.

El pensamiento capital de la obra era, siguiendo el plan de Orígenes, presentar reunidas las Escrituras, al lado del texto latino, el texto matriz, el texto original de las lenguas madres. La ejecución era difícil, y sobre difícil costosísima.

Había que buscar por todas partes los manuscritos, y Cisneros los buscó. Puso á Europa entera á contribución para realizar esta obra. El Papa le ayudó poniendo á su disposición la colección del Vaticano. Las bibliotecas particulares de Italia le facilitaron copias de sus documentos antiguos, y las de España, en donde dejaron los Judíos ejemplares del Viejo Testamento, le ayudaron grandemente. No se excusó molestia, ni se perdonó gasto alguno Cisneros: cuatro mil coronas de oro dió por siete manuscritos que ni á tiempo llegaron al revisarse la primera edición.

Había necesidad de eminentes críticos y de ilustres sábios para examinar los documentos y estar al frente de la obra, y Cisneros los encontró. Profundos filólogos y consumados literatos como Lebrija, Pinciano, Lopez de Zúñiga, Demetrio de Creta, Bartolomé de Castro, y los Judíos conversos Pablo Coronel, el médico Alfonso y Alfonso Zamora constituyeron en Alcalá un Areopago de sábios. Con ellos se reunia Cisneros; con ellos discutia y continuamente los estimulaba con sus dones. «No perdais tiempo —solia decirles— en la prosecución de nuestra gloriosa obra, amigos mios; no sea que por uno de los accidentes comunes de la vida os veais privados de vuestro protector, ó yo tenga que lamentar la pérdida de vosotros, cuyos servicios son de mayor precio á mis ojos que todas las riquezas y honores de este mundo [1]

Habia necesidad de artistas y caracteres tipográficos en España, recien descubierta como estaba la imprenta, y Cisneros atendía á ella amplia y generosamente. Trajo artistas de Alemania, y además estableció en Alcalá fundición para todos los caracteres de los diversos idiomas que hablan de emplearse en la Políglota .

Asi la obra fué y es una obra monumental. Consta de seis tomos: el primero quedó impreso en 10 de Febrero de 1514, y el último en 1517; cuatro consagrados al Antiguo Testamento, uno al nuevo, y el sexto contiene un vocabulario hebreo, caldeo y griego para comprender las palabras de estos idiomas que hay en los dos Testamentos, con algunos otros trabajos sumamente curiosos y originales. El Nuevo Testamento, que es el primero que se imprimió, aunque figura el quinto en la colección, es sin disputa la edición príncipe, si bien la de Erasmo quiere competir con ella; y tanto éste como los otros cinco tomos llaman la atención por la belleza de los caracteres y por la perfección tipográfica de la obra, sobre todo, en lo que hace relación á los idiomas hebreo y caldeo. Los seis tomos en folio se vendieron á seis ducados y medio, no habiéndose tirado mas que seiscientos ejemplares de la obra, y esto explica la dificultad de adquirirla entera hoy dia, en que un ejemplar completo no costaria menos de quinientos ducados. Cisneros, que tanto gastó en los preparativos y en la impresión de la Políglota, dispuso en su testamento que los productos de ella se dedicasen á obras de caridad, y esto aumenta su gloria, que se ha hecho inmortal en la historia de las artes y de las letras, como lo es también como Ministro y como Prelado.

¡Ah! ¡Qué alegría tan infantil, qué santa y pura alegría no experimentó aquel ilustre anciano cuando un niño, Juan Brocar, el hijo del impresor, vestido de fiesta, puso en sus manos el último pliego de la obra! ¡Con qué fervorosa sinceridad no dio gracias al Cielo, y dijo á sus amigos «que de todos los actos de su gobierno ninguno habia, por árduo que fuera, por el cual debieran felicitarle con más motivo que por éste! [2]

  1. Quintanilla.— Archetypo.
  2. Gomez. — De Rebus Gestis, fól. 38.