El Alba
Nota: se ha conservado la ortografía original
1883
« Rosa Espino », en los cuatro cantos que siguen, pinta el alba, el medio día, la tarde y la noche, tal como su visión poética admiró esas partes del día, en distintas regiones mejicanas.
EL ALBA
(En la Sierra)
YA amanece, el horizonte
Dibuja tendida faja,
Orla del manto nocturno,
Diadema de la alborada.
En Oriente las estrellas
Palidecen y se apagan,
Y sopla el viento más frío
Anunciando la mañana.
Entre la sombra que cubre
Las espesas enramadas.
Trinan los madrugadores,
Y sus aromas exhalan
El oyalmel y el ocote,
Los cedros y las lianas.
En los ranchos silenciosos
Alegres los gallos cantan.
Que ya ilumina el paisaje
Incierta la luz del alba.
Ya sube desde los prados
El tañer de la campana,
Y el balido de la oveja
Y el mugido de las vacas.
Cruzan de tordos parleros
Negras revueltas parvadas.
Que descienden de los bosques
Sobre la fresca labranza.
Divísanse los senderos
Que suben por la montaña
Relucientes y sembrados
De pura y brillante escarcha.
De azul se tiñen los cielos.
Las nubecillas de grana,
Ostentando la llanura
Sus alfombras de esmeralda.
Los vapores de la noche
Huyen como nube blanca,
Hasta posarse en las crestas
O morir entre las ramas.
Despiden los jacalitos
Columnas de humo azuladas,
Y el canto de los rancheros
Que al trabajo se preparan.
Se mezcla confusamente
Con ese rumor que se alza
Cuando después de la aurora
Vivífico el sol derrama
Sobre el mundo que despierta
Su luz esplendente y clara.