Don Rodrigo de Vivar

Nota: Esta transcripción respeta la ortografía original de la época.


LIII


D

on Rodrigo de Vivar

está con doña Jimena
de su destierro tratando,
que sin culpa le destierran.
El rey Alfonso lo manda,
sus envidiosos se huelgan,
llórale toda Castilla,
porque huérfana la deja.
Gran parte de sus haberes
ha gastado el Cid en guerra;
no halla para el camino
dinero sobre su hacienda.
Á dos judíos convida,
y sentados á la mesa

con amigables caricias
mil florines les pidiera.
Díceles que por seguro
dos cofres de plata tengan,
y que si dentro de un año
no les paga, que la vendan,
y cobren la logrería
como concertado queda.
Dióles dos cofres cerrados,
entrambos llenos de arena,
y confiados del Cid
dos mil florines le prestan.
—¡Oh necesidad infame,
á cuántos honrados fuerzas
á que por salir de ti
hagan mil cosas mal hechas!
¡Rey Alfonso, señor mío,
á traidores das orejas,
y á los fidalgos leales
palacios y orejas cierras!
Mañana saldré de Burgos
á ganar en las fronteras
algún pequeño castillo
adonde mis gentes quepan;
mas según son de orgullosos
los que llevo en mi defensa,
las cuatro partes del mundo
tendrán por morada estrecha.
Estarán mis estandartes
tremolando en las almenas;
caballeros agraviados
hallarán guarida en ellas;
y por conservar el nombre
de tus reinos, que es mi tierra,
los lugares que ganare
serán Castilla la Nueva.