Doña Bishodie
Al ir a confesarse una beata se jactó mucho con el Padre de que sabía rezar en latín y le rogó que le hiciese rezar algo en dicha lengua.
-Pues diga usted el Padre Nuestro: -le dijo el Padre.
La beata empezó a rezar, trabucándolo todo e inventando un latín verdaderamente fantástico e inaudito.
El Padre la oyó con paciencia hasta que la beata llegó a decir:
-Don Cotidiano, Doña Bishodie.
Interrumpió entonces la oración y dijo al Padre:
-Todo lo comprendo, pero no caigo en quién pueda ser esta Doña Bishodie.
-Sí, hija mía, contestó el Padre: es muy sencillo; la mujer de D. Cotidiano.
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