Divagaciones sentimentales: V
Como esos monjes pálidos de que hablan las leyendas,
espectros de las negras crujías conventuales,
yo quiero abandonar las escabrosas sendas
en que urde el Mal sus siete laberintos fatales.
Encerraré en un claustro mi dolor exquisito
y a solas con mis sueños cultivaré mis rosas;
mi alma será un espejo que copie lo Infinito
más allá del humano límite de las cosas...
Tal ha de ser mi vida de paz... Hasta que un día
en la devota celda, me encuentren los Hermanos
moribundo a los pies de la Virgen María,
¡teniendo tu amarillo retrato entre mis manos!