Divagaciones sentimentales: III
Princesa de los ojos floridos y románticos,
que vierten una suave luz purificadora,
por quien deshojo todos los lirios de mis cánticos
y hay en mis negras noches resplandores de aurora.
Sé que tus manos leves no estrecharán las mías,
ni probarán mis labios lo dulce de tu boca;
que por el lago azul de mis melancolías
no pasará tu esquife blanco de reina loca;
y, sin embargo, te amo desesperadamente
y como un ciego voy tras tus amadas huellas;
o elevo mis canciones, ¡como un niño demente
que alza las manos para alcanzar las estrellas!