Discurso sobre el fomento de la Industria popular: 15

Capítulo XIII

Nadie ha de creer que este discurso se encamina a disminuir la utilidad ni el crédito de las manufacturas finas. Las establecidas serán muy ventajosas y permanentes a medida que se acerquen al sistema de las bastas y populares.

Las que se establezcan de nuevo requieren la inclinación de personas acaudaladas. Las fábricas de lana ocupan mayor número de brazos y es más extensa, por consiguiente, la ventaja que traen al Estado. No se han de ceñir precisamente a paños los géneros, habiendo un gran número de telillas que tendrían más segura y pronta salida. Ésta es la que anima a las fábricas y les da una sólida consistencia.

Las lencerías y mantelerías finas no son adaptables a Provincias secas e interiores. En las marítimas de España Podrían sucesivamente irse estableciendo, siempre bajo el sistema popular y mediante premios. Su despacho es el más pronto entre todas las manufacturas finas y de ahí resulta su indisputable preferencia donde hubiere proporción de propagarlas.

Las de algodón y seda, como las Primeras materias son preciosas, pueden acomodarse más fácilmente en las Provincias interiores, aunque disten de la mar y sufran el recargo de los portes.

El dibujo y los tintes son en ellas objeto de la primera atención para darles segura salida. Varían los caprichos y las modas, de suerte que en esta parte es necesaria la mayor diligencia para acomodarse al gusto dominante. Es mucho que las Naciones industriosas no hayan traído a Europa de la Asia fabricantes que enseñasen los secretos que allí son tan antiguos y comunes y nosotros en parte aún los ignoramos. Observan los políticos que en la India son los labradores quienes emplean sus ratos libres y a su familia en esta especie de industria, naciendo de esta general aplicación el cómodo precio a que venden las telas de algodón a los europeos. De donde es presumible que nunca pueden concurrir con ellas las de Europa en aquellos países donde se permita la introducción de las telas de algodón asiáticas, a pesar de los mayores esfuerzos. Por esta reflexión es indispensable subsista la prohibición para que pueda tener lugar nuestra industria en esta parte. La España podría sacar de tales fábricas notables ventajas, supliendo con las telas de algodón mucha parte de los lienzos que necesitará tomar siempre del extranjero.

Como no es el intento de este discurso tratar de las particulares circunstancias que concurren en las fábricas finas, se deja esta discusión a otro peculiar discurso, el cual no sería inútil ni de cortas ventajas al Estado y acaso entraría en cotejos que merecerían la aprobación de los que hablan después de haber meditado sobre hechos bien averiguados.

Conviene entre tanto no olvidar la extensión del buen gusto en las tres nobles artes y en el dibujo. Si todo esto no se hace común en el Reino, carecerán de gusto los géneros finos y aun los ordinarios serán más toscos de lo que conviene para asegurar su despacho preferente.

Los Franceses, por la gran variedad y primor de su diseño aventajan a las demás Naciones en el gusto de sus manufacturas finas y aun ordinarias. Este gusto todavía nos es algo forastero y sin él harán cortos progresos las fábricas finas de España.