Discurso de todos los diablos/del Dr Bartolomé de la Fuente
del Dr Bartolomé de la Fuente
CENSURA DEL DOCTOR BARTOLOMÉ DE LA FUENTE
Este librillo de don Francisco de Quevedo, que tiene por título Discurso de todos los diablos, o Infierno emendado, he visto, y puesto que el discurso es de cosas fingidas y compuestas por su imaginación, no hallo que las proposiciones dél tengan cualidad de oficio, porque a todas se satisface con decir que el Discurso es fingido, enigmático y figurativo, para declarar su concepto por enigmas y figuras.
Solamente hallo qué reparar en el título del libro y en el asumpto del autor. Y cuanto al título, me parece que, ut jacet, sin averiguar la cualidad del Discurso, no solamente es malsonante y escandaloso, sino que contiene error contra la fe, porque da a entender en él que las penas y castigos del infierno estaban mal ordenadas y que se ordenaron mejor, porque la enmienda supone falta y desorden en lo que se ha de enmendar, siendo como es de fe que por justo juicio de Dios están ordenadas las penas conforme a las culpas de los condenados, como la gloria conforme a los méritos de los bienaventurados: Justa illud, Paul, Ad Rom. c. 2, «qui reddet inicuique justa opera sua», lo cual se se repite en otros muchos lugares de la Escritura. Y lo que más agrava esta censura es que, ofreciéndosele al autor esta dificultad, en el prólogo, que él llama «Delantal del libro», y viendo que habían de reparar en ella los cualificadores, burla y mofa dellos, remitiendo la solución a Lucifer, de quien se quiere valer para defensa de su título y solución del argumento que contra él se puede hacer.
Cuanto al asumpto del autor, me parece que es satírico y escandaloso, porque da ocasión de errar a los ignorantes y gente vulgar cerca de la materia del artículo de la de las penas del infierno, pensando que son como él las cuenta, y en lugar de poner espanto y terror, como le pone la Sagrada Escritura y los sanctas y la Iglesia católica para que sean formidables y freno para que no ofendan a Dios, pone en ellas consuelo, alivio, entretenimiento y donaires y otras cosas repugnantes al estado de los condenados.
Bien sé que Luciano, a quien imita el autor, hizo un Diálogo en que finge haberse abierto la tierra y por un boquerón della haber descendido al infierno y visto muchas cosas que después refirió en él, y Virgilio en sus Eneidas hace mención del infierno y de los tormentos de los malos, del río Flagetón y de la barca de Acherón, en que pasaba las almas; pero éstos eran gentiles sin fe, y así se tiene por fábula lo que cerca desto dicen; mas un hombre católico, que debe sentir fielmente de las cosas de la fe, diga cerca de la materia dellas cosas fingidas y donaires, no se puede excusar de la censura sobredicha, especialmente que las toma por rebozo para infamar los estados más principales de la república de graves y enormes vicios y pecados, generalmente sin exceptar a ninguno; porque aunque no usa de proposiciones universales, sino indefinitas, pero en materias morales equivalen a las universales; y así, es una sátira disfrazada, injuriosa a los dichos estados: lo que no tiene el libro de Lazarillo ni de Celestina, porque tratan de personas singulares y de defectos leves y comunes; y añádase a esto que el autor usa de palabras y sentencias de la Sagrada Escritura para estas murmuraciones y donaires, cosa prohibida por el concilio tridentino, sesión 4, llamando a los autores deste abuso temeratores et violatores fidei. Por todo lo cual me parece que ni este Discurso ni otros semejantes que cerca de algún artículo de la fe dicen cosas fingidas fabulosas, chistes y donaires se deben permitir, y en especial se han de vedar a este autor, porque es muy mordaz y satírico, y usa destas ficciones para infamar sangrientamente los estados de la república. Y esto me parece, salvo sem miliori censura.
En Toledo, 19 de marzo, 1630.
El Dr. BARTOLOMÉ DE LA FUENTE.