Discurso de todos los diablos/Prólogo

Discurso de todos los diablos
de Francisco de Quevedo
Prólogo

 
DELANTAL DEL LIBRO Y SÉASE PRÓLOGO O PROEMIO QUIEN QUISIERE



Estos primeros renglones, que suelen, como alabarderos de los discursos, ir delante haciendo lugar con sus letores al hombro, píos, cándidos, benévolos o benignos, aquí descansan deste trabajo, y dejan de ser lacayos de molde y remudan el apellido, que por lo menos es limpieza.
Y a Dios y a ventura, sea vuesa merced quien fuere, que soy el primer prólogo sin tú y bien criado que se ha visto u lea, u oiga leer. Este tratado es de todos los diablos; su título: El Infierno emendado. No se canse vuesa merced en averiguar lo uno ni en disputar lo otro; que ya oigo a los pelmazos graduados el «no puede ser»; que enmendarse sumitur in bonam partem, y el infierno.. .; ergo remito la solución a Lucifer, que él dará cuenta de sí, pues en cosa tan menuda se atollan tan reverendas hopalandas y un grado tan iluminado y una barba tan rasa. Esta es de mis obras la quintademonia, como la quitaesencia. No se escandalice del título; créame y hártese de infierno vuesa merced, que podría ser diligencia para excusarle. Si le espantare, conjúrele y no le lea, ni le dé a los diablos, que suyo es. Si le fuere de entretenimiento, buen provecho le haga; que aquél sabe medicina que los venenos hace remedios; y agradézcame vuesa merced que por mí le enseñan los demonios que a todos tientan. Si vuesa merced juese murmurador, sería otro tanto oro, que a puras contradicciones y advertencias me daría a conocer, y no ha de haber Zoilo, ni invidias ni mordaz, ni maldiciente, que son el Sodoma y Gomorra, Datán y Avirón de la paulina de los autores. Y si fuere título quien leyere estos renglones, tráguese la merced y haga cuenta que topó con un señor de lugares por madurar, o con un hermano segundo que no se pide prestado; que suelen rapar a navaja tas señorías.

CHISTE A LOS BELLACOS PÍCAROS CON QUIEN HABLO

 

Tacaños, bergantes, embusteros, perversos y abominables: todo lo escrito en este discurso habla con vuestras vidas, muertes, costumbres y memorias: no hay que rempujar nada hacia tos buenos.
Lo que han de hacer es no tomarlo ninguno por sí, sino unos por otros; y con esto ellos quedarán por quien son, y mi libro será bienquisto de los propios que abrasa y persigue; y porque no me antuvie alguno, tomo por mí lo que me toca, que no es poco ni bueno.
Dios los confunda, si perseveran.