Discurso de Diana Laura Rojas en el zepelio de Luis Donaldo Colosio

Amigos todos:

No quiero dejar de aprovechar esta oportunidad, para dejar claro el ideario político de Luis Donaldo Colosio.

Las balas del odio, del rencor y de la cobardía, interrumpieron la vida de Luis Donaldo.

Dieron fin abrupto a su existencia, pero no a las ideas por las que luchó.

La Patria ganó con la entrega, dedicación y empeño de este gran mexicano. Tenía una profunda vocación humanista.

El decía que en el centro de todos nuestros afanes, de todos nuestros esfuerzos, están el hombre, su bienestar y sus libertades.

Luis Donaldo se definió a sí mismo como un mexicano de raíces populares, un hombre de gran sensibilidad y de gran nobleza.

Siempre sintió un gran orgullo de ser heredero de una cultura del esfuerzo y no del privilegio.

Siempre le apasionó convivir con el pueblo. Así pudo mantenerse fiel a su origen y ser auténtico.

Un hombre vertical, riguroso con sí mismo, exigente con sus amigos, pero siempre brindando una gran lealtad.

Estaba convencido de que dice más el ejemplo que la palabra. Ese fue Luis Donaldo, el hombre.

Su vida (fue) bien generosa en propuestas, compromisos y en el ejemplo de congruencia que nos legó.

Nación y libertad, fueron sus grandes pasiones.

Luis Donaldo dijo: La Nación es el valor más elevado para la sociedad, y la libertad es el bien más preciado del hombre.

Su gran aspiración fue contribuir a la fortaleza de la Nación, y siempre pensó que la democracia y la justicia eran los caminos para defender nuestra soberanía.

El quería que cada mexicano tuviera el disfrute de las más amplias libertades.

Pensaba que no hay dignidad sin libertades, y que éstas sólo se expresan cabalmente cuando el hombre puede decidir entre opciones, puede elegir y escoger su propio camino.

El quería un México más justo. Le ofendía y le lastimaba la pobreza. Creía que los abismos de desigualdad dividen a la Nación.

El creyó que tenía las respuestas para esta Nación con hambre y sed de justicia.

Por eso él quería ser Presidente de México.

El quería un cambio para México, pero un cambio con responsabilidad y rumbo.

Que no echáramos por la borda lo que con tanto sacrificio hemos logrado, y un futuro claro de menor desigualdad y de más oportunidades.

Luis Donaldo quería un futuro de paz y concordia. Quería un solo México.

Sin divisiones, sin violencia, sin rencores entre hermanos.

Fue un hombre que pensó en las grandes reformas que nuestro país reclama en este fin de siglo.

La reforma del poder para ampliar las libertades del ciudadano, para que todos pudiéramos convivir bajo el amparo de la ley.

Esa es la certidumbre de la que hablaba Luis Donaldo.

Lo dijo muchas veces: Quería ser Presidente, pero quería serlo con el voto convencido de los mexicanos, con elecciones ejemplares de las que nuestros hijos pudieran estar orgullosos.

Ese era su compromiso democrático y lo predicó con el ejemplo. Amaba a todo México.

Quería que en cada rincón de nuestro país, en cada comunidad, se viviera mejor.

Por eso les ofreció desarrollo a cada una de nuestras regiones. Por eso dijo que había llegado la hora de nuestras comunidades.

Luis Donaldo creía que solamente con educación podemos progresar. Le preocupaba la educación que reciben los niños de México.

Quería para ellos una educación nacionalista y de calidad, que los preparara para la vida, para engrandecer el país, para competir con el mundo.

Luis Donaldo fue un hombre de responsabilidades.

Pensó que se tenía que consolidar lo que ya se había logrado, pero que al mismo tiempo, la economía tenía que avanzar para generar mejores condiciones de bienestar para cada familia.

Lo dijo: Debemos pasar de las buenas finanzas nacionales a las buenas finanzas familiares.

Siempre pensó que para lograrlo, el mejor medio era la mayor generación de empleos.

Decía que quien tiene un empleo, eleva su autoestima ante la propia familia y su comunidad, puede alimentar a los suyos, puede cuidar de la salud familiar, puede educar a sus hijos, puede divertirse sanamente.

En suma, empleo es ingreso y el ingreso es capacidad para cumplir con la familia, con la sociedad y con México.

Estas son las ideas de Luis Donaldo.

Pero yo, que tuve la fortuna y el privilegio, y la bendición de Dios de acompañarlo, de formar con él una familia... puedo decir también que fue un magnífico padre, un esposo ejemplar.

Se distinguía por su generosidad y su honestidad. Por su gran capacidad para despertar la simpatía y el aprecio de la gente.

Era un hombre de una sola pieza. Siguió hasta el final el consejo de sus padres: ser honesto y nunca perder piso.

Era de los hombres que actúa en el presente, pero pensando siempre en el porvenir.

Luis Donaldo decía: El mundo no nos fue heredado por nuestros padres, nos ha sido prestado por nuestros hijos.

Ese era Luis Donaldo Colosio. Ese era su actitud. Ese era su compromiso.

Hoy, Luis Donaldo se ha ido, pero nos deja su ejemplo, nos deja el sentimiento de su afecto, nos deja sus ideas y sobre todo nos deja la responsabilidad, a su familia, a sus amigos, de hacer honor a su legado.

Todos tenemos un compromiso con Luis Donaldo. Todos tenemos una tarea que cumplir para mantener viva su memoria.

Hoy, aquí, en Magdalena de Kino, tierra de misioneros, despedimos a un hombre que dejó huella al andar.

En nombre de toda la familia, en nombre de mis hijos, Luis Donaldo y Mariana, en el mío propio, pero sobre todo en nombre de mi esposo Luis Donaldo, les doy las gracias por acompañarnos.

Muchas gracias.



Discurso pronunciado por Diana Laura Riojas viuda de Colosio, durante el funeral de Luis Donaldo Colosio, en Magdalena de Quino, Sonora, el 25 de marzo de 1994.