Diario histórico: 6
41. La gente de Yapeyú avisaba aun, que 160 familias del mismo
pueblo se habian ido al Rio Negro, otras tantas al paso de las
Gallinas, ó al rio Guéguay, á servir de presidio á sus tierras y
de impedimento al enemigo, si las infestasen. Se decia que los
de la Cruz habian acometido las estancias de los españoles
Taraguis, ó Correntinos; y habiendo hecho huir los vecinos, les
habian quitado un gran número de caballos y otros animales.
Corria la voz de que los Nicolasistas tambien habian traido
cautivas algunas mugeres del rio de Santa Lucia; y aunque ya el
término de la transmigracion se pasaba, ni el año para acabarse
distaba del 15 de Julio mas que una semana, no se sentia
movimiento alguno del enemigo, aunque corria un falso rumorcillo
que los Españoles habian esparcido, de que unos exploradores
españoles habian entrado hasta los sembrados de un pueblo, y que
habian hallado desamparados los campos, y vacío el mismo pueblo:
que tambien los Portugueses no distaban de San Angel mas que
veinte leguas; sin que por el mismo tiempo faltasen varias
cartas secretas, las cuales daban indudable esperanza de que
pasaria la tempestad. Treinta Luisistas armados, con el capitan
del pueblo, salieron contra los Portugueses que estaban en el
rio Verde, para mudar sus centinelas por causa del invierno, que
con las lluvias todo lo inundaba. Cuarenta Lorenzistas asimismo
se fueron á los últimos términos de sus tierras, á fabricar un
propugnáculo en el castillo del mismo rio Phacido, volviéndose
otros tantos en lugar de aquellos. Fueron tambien enviados
exploradores, rio Uruguay arriba, porque hácia aquella parte se
vieron estos dias humear los campos, á ver si por ventura por
aquella parte se quisiese explicar el enemigo. Entretanto, vino
antes de ayer un cierto español, que decia tenia órden para
averiguar ¿porqué los indios eran tratados como esclavos y no
como libres, diciendo que la corte le habia dado esta comision?
Pero no enbalde se creia impostura ó fábula, porque no mostraba
nada de su potestad por escrito, como despues se vió claramente:
sobre todo, porque no buscaba otra cosa que hacer trato, porque
deseaba vender una gran cantidad de hierro por precio bastante
bajo, y pedia á estos pueblos muchos caballos, vacas y bueyes
para la guerra. Pero fuè en vano, porque los indios, azorados
con la guerra, antes buscaban ellos caballos y mulas que
comprar, que darlas á vender. Cuando sucedian estas cosas, Junio
se pasaba, y la fama descaramente mentia, ó fingia, que 3,000
Españoles habian salido de Buenos Aires, y otros tantos
Portugueses, de la Colonia del Sacramento, con los Capitanes
Generales de las Provincias.
42. Finalmente, no sabiéndose nada de cierto, llegó el 15 de
Julio, aquel término fatal, como decian: y hé aquí que por ambas
partes habia un profundo silencio, aunque se decia que el
Gobernador de Buenos Aires á 5 de Mayo habia salido de aquella
ciudad á los reales españoles que estaban en el paso del
Uruguay, que se dice de las Gallinas; que tambien Gomez Freire,
Gobernador Portugues del Rio Janeiro, habia movido sus reales
hácia el Rio Grande, asegurando la voz y fama, que 60 marineros
con ocho ó diez lanchas, cuyo capitan era Juan de Echavarria,
subian por el Uruguay, con el fin (como se decia) y precepto,
que poco ha se habia acordado en la isla de Martin Garcia, que á
15 de Julio acometiese el ejército español al pueblo de San
Nicolas, el lusitano el de San Angel, y las lanchas armadas por
el rio, para que estas impidiesen los socorros del Paraná, y
aquellas obligasen á transmigrar, ó mudarse á los habitadores de
estos, ó los destruyesen á fuego y hierro si se resistiesen.
Porque decian así:--que los indios y los Padres, luego que
viesen que se obraba deveras, y comenzasen á experimentar la
guerra, habian de amedrentarse, y salir al encuentro de los
ejércitos mas inmediatos, rogando ó pidiendo la paz, y con
profunda humildad entregarian las armas, les pedirian perdon de
la resistencia, y entonces se les concederia en nombre del
Monarca: pero con estas condiciones; que, se permitiese á los
ejércitos ir y discurrir por donde quisiesen: luego al punto
llevarian, ó enviarian las cosas móvibles y semovientes, dejando
á los Portugueses la tierra, campos, pueblos y pagos: pero si
hiciesen al contrario, infaliblemente todos, como si fuera uno,
habian de ser muertos á hierro y fuego. Estas amenazas, aunque
siempre pareciesen locuras á todos los de ánimo esforzado, lo
uno por el pequeño número de la tropa (porque ahora bajaba de
punto la fama su mentira) no siendo ya los Portugueses mas de
1,600: lo segundo, porque los Españoles marchaban desarmados, y
esto despues de haber pasado un desierto de 200 leguas por
tierra, en tiempo de invierno, contra 20,000 armados, (si todos
los varones tomasen las armas) que se les habian de oponer en
sus tierras: con todo, temian algunos, y clamaban los
pusilánimes _finis venit_. Estas cosas, vuelvo á decir, aunque
las divulgase la fama, ya casi se tocaba al 15 de Julio, y otro
correo trajo la noticia de que el Gobernador de Buenos Aires se
habia vuelto á dicha ciudad cercano á la muerte; que muchísimos
españoles se habian desertado; que innumerables caballos con el
invierno habian perecido; que toda la ciudad de Buenos Aires
padecia una gran seca; que algunos millares de indios del sud
(llámanse Aucás, Tueles y Pueles,) habian venido á invadir la
ciudad, y finalmente que, sabiendo esto los cristianos, estaban
ya prevenidos á obrar contra los indios. Que los lusitanos
estaban consternados por 200 de los suyos que habian sido
muertos (no sé donde) por mano de los indios. A mas de esto,
tambien que el Gobernador del castillo, que en el Yobí poco há
habia sido invadido de los indios, habia manifestado al General
Gomez, que con dificultad el habia resistido á esta invasion,
con el castillo y guarnicion, porque eran audaces y temerarios
los indios, y no temian el fuego, ni el número de soldados: por
tanto que viese con quien se ponia, y con quienes emprendia la
guerra; y que el mismo Gomez Freire ya pensaba en la paz. Que el
Provincial tambien habia pedido las mulas para venir á estos
pueblos, lo que no haria sino hubiera esperanza de paz, habiendo
mantenido, y probado muy bien en Roma, que él apenas se creia
capaz de cargar con el peso de esta provincia, estando tan
turbada. Y finalmente corria por entonces cierto rumor, que
habiendo vuelto los exploradores de Yapeyú, los cuales rio abajo
vigiaban los movimientos de los españoles, habian dicho, sin
asegurarlo, que aquel su perseguidor habia sido llevado á Lima,
_nande moangeio hare ogucrhaima Lima yape_. Se espera mas cierta
noticia de esto.
43. Fenecia el mes de Julio, cuando unos correos de Yapeyú,
volando ó corriendo, avisaron que en el salto del Uruguay se
veian 20 lanchas de españoles: que los exploradores cruzeños se
habian encontrado con los exploradores españoles, y que les
habian oido decir, que por mandado de los generales del ejército
se acercaban: que cuatro religiosos, de la familia del Seráfico
Padre San Francisco, habian de venir á Yapeyú, à las fiestas del
gran Padre San Ignacio, á mover con actividad las cosas de la
transmigracion: y habiendo llegado el teniente del corregidor de
San Nicolas, habia traido cartas del Capitan General _D. Nicolas
Ñenguirú_, corregidor de los Concepcionistas, que pedian
socorros militares ó gente armada: se determinó que despues de
la fiesta de la Asumpcion de Nuestra Señora, partiesen las
tropas de cada pueblo. Entretanto, la fama con tres correos
consecutivos consolaba los tristes, porque decia que en los
campos de Yapeyú habia llegado un escuadron de españoles, á un
pequeño pago, llamado de Jesus María, que está situado cerca de
los saltos del Uruguay: pero habiéndolo mandado parar el indio
superior del pago, y que se volviese á sus tierras, y habiendo
afirmado que sus compatriotas de ninguna suerte se habian de
mudar, y que ni los otros pueblos habian de permitir la
transmigracion, ofendidos de la libertad del indio que se
resistia, habiéndolo amarrado, lo llevaron con los suyos al
resto del ejército. Esparcido este rumor por los vecinos
estancieros, los excitó á tomar las armas, y habiendo llamado y
convocado las tropas de Charruas, Minuanes y Guanoas gentiles,
que andaban vagando por estos campos en lo mas intempestivo de
la noche, acometieron á todas las tropas de los españoles: á
algunos despojaron (se dijo que fueron 50), á otros obligaron á
huir, quitaron toda una caballada, y pusieron en libertad á los
prisioneros. Estas cosas sucedian en el Uruguay.
En el rio Phacido, los exploradores Luisistas salieron de su ya destruida fortaleza, y acercándose á la de los Portugueses, hicieron huir tres guardas de los caballos, que los apacentaban junto á la misma fortaleza; y habiéndoles tirado en vano un cañonazo desde el castillo, quitaron al enemigo una tropa de 14 caballos.
44. De Europa avisaron por Lima, que el confesor del Rey,
vencido al fin de los estímulos de su conciencia, habia
declarado al Monarca _in totum_ el estado de las cosas de los
indios: que se habia horrorizado su Magestad, y que luego al
punto habia mandado juntar el Consejo de los Proceres, y que
habia tambien convocado las Universidades á junta, para que
dijesen y examinasen, si los indios, que sin armas y de su
propio _motu_, por la sola predicacion se habian sujetado, y
rendido á su proteccion sus tierras, y si estos, así libremente
sujetos, pudiesen ser lícitamente despojados de sus tierras, y
algunos otros puntos. Todavia no se sabe el fallo de los
consejeros, pero se espera que la justicia de la causa obligará
á los jueces á dar una justa sentencia.
45. Entretanto, los pueblos situados á la otra banda del
Uruguay, con los de San Nicolas que estan de esta, juntaron á
toda prisa 11 partidas contra los Españoles que se iban
acercando: á saber, los Concepcionistas, las Nicolasistas, los
Tomistas, y finalmente los de la Cruz, los de los Apóstoles, con
los de San Carlos y San José, los de San Xavier, y tambien los
de San Borja: pero, habiendo mudado de parecer, se apresuraban á
unirse á los de Yapeyú. Demas de esto, los de los Martires, que
ahora poco há, persuadidos del cura, se habian resuelto á
marchar, se quedaron atras: así decian, pero falsamente, porque
se fueron despues en canoas por el rio Uruguay. Solo un indio,
único del pueblo de Santa María, que poco há habia sido depuesto
del cargo de capitan de dicho pueblo, con algunos pocos
compañeros, se fué á los reales de los suyos á aumentarlos, no
en número sino en ànimo: se contaban 150 de cada pueblo, y no es
bastantemente cierto si se juntaron tantos ó menos. De los demas
pueblos de la otra banda del Uruguay, se juntaron tropas
auxiliares de 25 hombres de á caballo, y 60 á pié del pueblo de
San Miguel; mas un nuevo caso ó suceso, y otros nuevos avisos,
obligaron á quedar en sus límites.
46. Era el dia de la fiesta de la Asumpcion, cuando tres
Luisistas, que poco há con astucia y perfidia habian sido
cautivados en el Rio Verde, (ó como dicen los Portugueses,
_Pardo_, siendo por ellos mas conocido con este nombre) el dia
antes de la fiesta se aparecieron en este puerto, cuando menos
los esperaban. Estos contaban las siguientes cosas, es á saber:
que despues de haber pasado dos semanas de cautiverio en la
fortaleza del Rio Pardo, los llevaban rio abajo en una lancha á
otro fuerte de los Portugueses, situado en la boca del Rio
Grande, y de aquel grande estanque, para que fuesen presentados
al Virey y autor de todos estos males--el iniquísimo Gomez
Freire. Eran 50 los cautivos, custodiados por 15 ó 16
Portugueses que los acompañaban. Por lo que, vista tan pequeña
guardia, y incitados por algunos españoles que iban allí, los
cuales dijeron que los llevaban á matar, conspiraron en matar la
guardia, y ponerse en libertad, y no prevalecieron los pareceres
de algunos que no aprobaban el motin por defecto de armas y
discordia de los ánimos. La última deliberacion fué contra los
Portugueses, y así inopinadamente acometieron à los guardas, que
acaso iban gobernando los remos y velas; y habiendo muerto al
capitan y otros dos soldados (aunque las cartas de Gomez Freire
numeraban diez, como se verá despues) salieron los demas, y
habiendo atacado con armas á los que estaban desarmados,
obligaron á muchísimos á arrojarse al agua. Navegaban por medio
del gran rio, por lo que ahogados algunos por las rápidas olas
de aquel, casi otros 20, que iban nadando, perecieron á
escopetazos. Quedaron vivos solamente 16, (no sé por que causa)
los que fueron llevados á la fortaleza, en donde, habiendo sido
examinados por Gomez Freire, los mandó volverse á sus pueblos,
con cartas llenas de quejas y amenazas. Los dos españoles que
iban presos y encadenados, no sé por que delito, fueron mandados
que acompañasen á los indios, y llevasen las cartas, y trajesen
las respuestas, si viviesen. Los primeros que llegaron con estas
noticias fueron tres Luisistas, despues otros tantos
Lorenzistas; dos Juanistas se quedaron en sus estancias, y así
mismo seis Miguelistas, de los cuales uno enfermó en el castillo
de los Portugueses, de viruelas (peste cruelísima para los
indios): otro murió de la misma enfermedad en las estancias de
San Lorenzo, en donde tambien aquellos dos españoles, como se
pensaba, acabaron la vida, lanceados. Los otros cuatro, porque
no fuese que trajesen la peste al pueblo, se les mandó se
estuviesen en los campos de sus estancias: y ya comenzaba á
cundir, porque, habiéndose muerto algunos Lorenzistas, los
Miguelistas, tomando con ansia los vestidos, trajeron la peste.
47. Demas de esto, avisaron estos recien venidos, que Gomez
Freire habia llegado al rio Verde con 30 piezas, nueve
barquillos, 2,000 soldados y 2,000 caballos: mas parecia del
todo increible este número, aunque lo afirmasen los Portugueses
con la ponderacion que acostumbran los soldados: y que otros
2,000 estaban listos en el Rio Grande ó en los Pinales; los que
se componian de hombres Paulistas, (que tienen propiedad y
costumbre de vender lo que no es suyo, á los que en el país
llaman _Gauderios_). Empero los indios, testigos oculares,
decian que apenas llegaban los soldados al número de 600 ó 700:
lo mismo referian otras cartas de algunos capitanes españoles,
que militaban entre los Portugueses, que no pasaban del número
de 1,150; que muchos caballos se les habian muerto, y
probablemente se les habian de morir todos con la seca; y que
una embarcacion de algunos artilleros se la habia tragado el
mar. Contaron ademas, que entre los soldados se iba entrando la
peste, de camaras de sangre y viruelas; tambien por este tiempo
corria el rumor, y no falso, de que seis españoles habian
llegado de Buenos Aires con nueve cartas, al pago de San Pedro,
que es de los de Yapeyú; mas que los estancieros, habiéndoles
quitados las cartas, habian muerto tres, salvándose los demas
con la huida, y estaba entre los muertos un hijo de un regidor,
que es ahora, y en otro tiempo fué Teniente General de la Ciudad
de las Corrientes, como se supo por las cartas del padre, que
inconsideradamente pedia se le diese sepultura eclesiástica, y
los arreos del caballo.
48. Con mas lentitud que lo que convenia, tomaban las armas los
indios, cuando el enemigo amenazaba seriamente. Juntáronse los
capitanes Lorenzistas y Miguelistas, eligieron otra vez otro del
mismo pueblo en el oficio de teniente y supremo capitan, sucesor
de Alejandro que habia sido muerto, y despues del dia de San
Miguel recojieron las tropas. Entretanto llegó un aviso cierto,
que los Portugueses se habian apoderado de las colonias del rio
Yaguy, y que intentaban pasarlo; y que, habiendo hecho señal con
un cañon de los mayores, llamaban á los indios para que
hablasen, se entregasen y sugetasen. Pero ellos en nada menos
pensaban que en esto, porque, apareados todos en uno, reusaban,
ó no querian entregar las tierras de sus antepasados en manos de
un enemigo que les habia sido siempre pernicioso. No obstante
habia cierto fundamento, no sé si verdadero ó falso, que el
teniente de San Lorenzo, quien gobernaba la partida de
presidarios de dicho pueblo en las vecinas estancias, habia
llevado á los reales de Gomez Freire los dos sobredichos
españoles, y que en ellos estaba detenido en rehenes. Mas
despues se supo que habian errado en la parte segunda ó
posterior, porque el dicho teniente, habiendo hablado con los
Portugueses, y habiéndoles ofrecido libremente entrada á sus
tierras, les dió mucho ganado para su alimento, pero con el fin
ó estratagema, que luego que saliese el Portugues á las campañas
abiertas de aquellas tierras, de entre las espesuras del bosque,
cercados por los de San Luis, (porque los indios pueden pelear á
caballo con increible destreza, siendo los del Brasil torpes en
este género de milicias) los atacase la caballeria de los indios
en sus tierras, y tambien con número incomparablemente mayor que
los Portugueses, que venian de lejos en caballos cansados con el
hambre y consumidos con los frios, lo que ponia á los indios
iguales en las armas á los Portugueses. Esperaba pues dicho
Lorenzista, que si los sacase á las llanuras de aquellas sus
tierras, los habia de acabar ó derrotar con el ímpetu de su
gente y caballos: pero como casi penetrase el intento Gomez
Freire, se resistió fuertemente, y no quiso salir de entre los
montes y breñas. Cierto indio fugitivo, baqueano de la tierra, y
natural de San Borja, que de muchos años á esta parte se habia
huido de su pueblo, (como suelen los indios malhallados con la
enseñanza, y deseosos de vida mas libre) y habitaba en las
soledades de los bosques que terminan las estancias de los
pueblos, con no pequeña tropa de los de su mismo proceder,
saliendo de cuando en cuando á las vecinas estancias de San
Miguel, arreaba gran número de caballos y ganado, no solo para
su alimento y de los suyos, sino para contratar con los
Portugueses. De cinco años á esta parte, poco mas ó menos,
comenzaron los Miguelistas en las cabezas de sus tierras á
perseguirlo como ladron; y si cierto sacerdote no hubiese
intercedido al capitan de los estancieros, lo hubieran muerto,
como lo tenia bien merecido. Pero dejándolo vivo, lo llevaron á
su pueblo con casi 20 de sus paisanos ó compañeros. Apenas habia
estado en este pueblo un poco de tiempo, cuando en el silencio
de la media noche se fué á incorporar con 60 gentiles de la
nacion Minuana, que poco ha se habia agregado al número de los
catecumenos, y persuadió á muchos que se huyesen; hallándose el
cura á la sazon en ejercicios en el vecino pueblo de Santo Tomé.
"No creais, decia á los Padres, que inmediatamente os han de
llevar con cadenas y grillos á las ciudades de los españoles,
para que seais esclavos de ellos: ¿por ventura no advertis que
os atraen con sus halagos á este fin?" El cura se habia ido á un
pueblo vecino al rio. Habia llegado otro sacerdote, que no
estaba bien impuesto en la lengua, con motivo de confesar á un
indio herido de un tigre. Habia sido enviado antes por los
españoles, y era tan viejo, que desvariaba, sin poder tomar
sueño, con una enfermedad que habia contraido en el camino. A
este decia el embustero, que los españoles venian: "creedme,
añadia, que si esta noche no os escapais, acaso mañana estareis
cautivos." Finalmente, persuadidos con estas y semejantes
mentiras, se huyeron todos, á excepcion cuando mas de 10 mugeres
y niños, quienes estando ya bien hallados con aquel racional
modo de vivir, compraron de sus padres á precio de lágrimas la
licencia para quedarse. Unos tomaron con teson la huida hasta el
rio Ibicuy ó de Arenas, otros hasta sus orillas, otros se
escondieron por los campos y bosques vecinos á la vista del
pueblo, para ver si sucedia algun mal á los suyos que se habian
quedado. Pero, habiendo vuelto al amanecer el cura, é impuesto
de lo acaecido, recojió á los fugitivos y, por sentencia del
Superior de Misiones, envió ó desterró al pésimo consejero
embuidor al pueblo de la Trinidad, de la otra banda del gran rio
Paraná. Con todo, no bastó esto para que este embustero perverso
no se huyese otra vez, y se refugiase finalmente á los
Portugueses, quienes por estas esclarecidas hazañas lo hicieron
corregidor (ó principal del pueblo, como llaman los españoles)
del pago que habian formado de los paisanos del dicho, y
participantes de su suerte: y así lo recibieron solamente para
que diese dictamenes contra su gente y compatriotas.
49. Este versista embustero, pues, resistió audacísimamente, y
conociendo el génio de los suyos, enseñó que habia que recelar:
mas que con maña y estratagema se debia abrir el camino; y él
mismo contuvo con gran prudencia á los Portugueses, que deseaban
entrar al pago de Santa Tecla, por las tierras de San Miguel,
con un ejército poderoso de valor, armas y caballos, que con su
velocidad y arrebatada carrera los hubiera atropellado. Animaba
tambien este Aquitofel á los sanguinarios enemigos con sus
sazonados y agudos chistes. Y no ignorando el odio antiguo de
los Brasileros, que aborrecen á los pastores de este rebaño, y
para hartar tambien el suyo, se llamaba compañero de ellos, y se
les ofrecia á correr la tierra, y recoger las cabezas de los PP.
que cortasen las espadas vencedoras de Gomez Freire.
50. Los Luisistas, que tenian tomado el paso del rio Phacido,
viéndose desiguales en número y armas al enemigo, y que este
intentaba pasar el rio, por engañarlo en sus esperanzas, y
hacerle creer que se querian entregar, bajo capa de amistad, les
dieron ó regalaron toros y vacas para que comiesen y matasen
para su sustento, mientras volaban correos por los pueblos, y se
juntaban los ejércitos. Pasaron finalmente algunas compañías de
Portugueses, y se decia que 20 canoas se habian ido á pique en
las aguas del rio Guazú, cuando las pasaban, y se acamparon á
sus orillas, entre un espeso monte que teñian por una y otra
parte las riberas: y que tambien se habian fortificado con una
estacada que habian cortado de lo interior del bosque. Aunque
los exploradores aguardaban à los que despacharon hácia afuera,
muchos no volvieron, muriendo sacrificados por las lanzas de los
indios. Primeramente, los Luisistas despedazaron seis: otros
veinte, que llevando frenos iban á juntar caballos, como
viniesen los Miguelistas, tres de ellos quedaron víctimas de su
furor. Por estos se supo que los Portugueses padecian hambre, y
que la gente se desparramaba por los montes, buscando con ansia
para comer, los cogollos de las palmas, y que luego que cazaba
uno algun tigre ú otra fiera, volaban los otros, y se mataban
mútuamente; y que con este género de muerte habian acabado 64.