Escena VII

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CARLOS, DON ANSELMO, ADELINA Y PAQUITA.


CARLOS.-Adelina, una pregunta, una sola, pero en ella nos va la vida de los dos.

ADELINA.-Otra pregunta, Carlos! Sé la tuya; oye la mía.

CARLOS.-La mía, ¿la sabes?

ADELINA.-Sí.

CARLOS.-¿Quién te la dijo?

ADELINA.-(Señalando a PAQUITA.) ¡Ella!

CARLOS.-Pues bien: contesta. ¿Es verdad lo que afirma mi padre?

ADELINA.-Debe serlo, puesto que lo afirma él. Yo no sé nada.

CARLOS.-¡Que es verdad y que nada sabes! ¡No te comprendo!

ADELINA.-Será verdad lo que él dice; Pero yo ignoro como fue.

CARLOS.-¿Lo ignoras?

ANSELMO.-(A ADELINA.) ¡Miserable!

CARLOS.-(A su Padre.) ¡Todavía no! (A ADELINA.) Ahora, Pregunta, tú.

ADELINA.-¿Para qué» Ya contestaste.

CARLOS.-(Con arranque del corazón.) ¡Fue defenderte, Adelina!

ADELINA.-«¡Todavía no!», has dicho..., y eso es dudar.... Y eso es lo que yo quería saber..., si dudabas de mí... (Se cubre el rostro con las manos y llora.)

PAQUITA.-(Acercándose a ADELINA.) Sois injustos..., con la pobre Adelina...

ANSELMO.-(A PAQUITA.) ¡No sabes decir más que eso!

PAQUITA.-(Abrazando a ADELINA.) En efecto, no sé más.

CARLOS.-Dejadme solo con ella.

ANSELMO.-Pero tendrás calma?

CARLOS.-Tanta como tuve contigo.

ANSELMO.-Pues ven, Paquita.

PAQUITA.-(En voz baja, a ADELINA.) No temas, yo volveré.

CARLOS.-¡Pronto!

ANSELMO.-Sí; vamos. (Coge a PAQUITA, y la lleva a la izquierda. Aparte.) ¡Pobre hijo mío!

PAQUITA.-(Aparte.) Lo que debe hacerse..., debe hacerse.