De los nombre de Cristo: Tomo 2, Introducción

De los nombres de Cristo
Tomo 2 de Fray Luis de León
Introducción

Descríbese el soto donde se reanuda el sabroso platicar de los Nombres de Cristo


Porque fue así, que los tres, después de haber comido, y habiendo tomado algún pequeño reposo, ya que la fuerza del calor comenzaba a caer, saliendo de la granja, y llegados al río que cerca de ella corría, en un barco, conformándose con el parecer de Sabino, se pasaron al soto que se hacía en medio de él, en una como isleta pequeña que apegada a la presa de unas aceñas se descubría.

Era el soto, aunque pequeño, espeso y muy apacible, y en aquella sazón estaba muy lleno de hoja; y entre las ramas que la tierra de suyo criaba, tenía también algunos árboles puestos por industria; y dividíale como en dos partes un no pequeño arroyo que hacía el agua que por entre las piedras de la presa se hurtaba del río, y corría casi toda junta.

Pues entrados en él Marcelo y sus compañeros, y metidos en lo más espeso de él y más guardado de los rayos de sol, junto a un álamo alto que estaba casi en el medio, teniéndole a las espaldas, y delante los ojos la otra parte del soto, en la sombra y sobre la yerba verde, y casi juntando al agua los pies, se sentaron. Adonde diciendo entre sí del sol de aquel día, que aún se hacía sentir, y de la frescura de aquel lugar, que era mucha, y alabando a Sabino su buen consejo, Sabino dijo así:

-Mucho me huelgo de haber acertado tan bien, y principalmente por vuestra causa, Marcelo; que por satisfacer a mi deseo tomáis hoy tan grande trabajo, que, según lo mucho que esta mañana dijisteis, temiendo vuestra salud, no quisiera que ahora dijerais más, si no me asegurara, en parte, la calidad y frescura de este lugar. Aunque quien suele leer en medio de los caniculares tres lecciones en las escuelas muchos días arreo, bien podrá platicar entre estas ramas la mañana y la tarde de un día, o, por mejor decir, no habrá maldad que no haga.

-Razón tiene Sabino -respondió Marcelo, mirando hacia Juliano- que es género de maldad ocuparse uno tanto y en tal tiempo en la escuela; y de aquí veréis cuán malvada es la vida que así nos obliga. Así que bien podéis proseguir, Sabino, sin miedo; que, demás de que este lugar es mejor que la cátedra, lo que aquí tratamos ahora es sin comparación muy más dulce que lo que leemos allí; y así, con ello mismo se alivia el trabajo.

Entonces Sabino, desplegando el papel y prosiguiendo su lectura, dijo de esta manera: