​Obras escogidas de filósofos​ (1873)
De la limosna de Bartolomé de Albornoz
Nota: Se respeta la ortografía original de la época
DE LA LIMOSNA.

Limosna es vocablo griego; quiere decir misericordia. Es de derecho natural y precepto divino de entrambos Testamentos. Es la limosna contrato de donación entre el hombre, que es el donador, y Dios, el donatario, en cuyo nombre lo cobra el pobre, á quien se da; y así en la limosna no se ha de considerar quién la recibe, sino Dios, por quien la da De el donante: son palabras formales de Dios[1]: «Cuando hicieres limosna, no quieras publicarla con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y callos, porque sean honrados de los hombres. Amén os digo, que ya cobraron su paga. Cuando tú hicieres una limosna, no sepa tu mano izquieula lo que hace tu derecha; porque lu limosna sea en ascondii o, y tu padre, que ve lo ascendido, telo pagará. » Al que pide limosna también dejó arancel como la hft de pedir, y manda á sus apóstoles que en las ciudades y casas donde entraren anuncien paz; y si los recibieren, coman lo que, tuvieren y les dieren quien los recibe, y les prediquen y curen los enfermos que hubiere; y si no los quisieren recibir^, sacudan desús zapatos el polvo que hubieren cogido, porque aun aquello que es dañoso á la casa no quiere que saquen contra la voluntad de su dueño[2].

Quien da limosna no se debe poner otra paga, sino que aquello que da es parte de lu limosna que Dios á él le luí dado; mas si pone grandes escudos de sus armas, bravos títulos y desapoderados en una miseria que da, ó quiere gracias de quien lo recibe, aquello es la trompeta que pregona su limosna; y pues con aquella vanidad la paga, no espero otra de Dios, sino en lugar de mérito, pena.

Dios quiere que el hombre se destete y descarne de laque tiene, para que el pobre, que es su templo vivo, sea socorrido de presente; que desta manera e) que lo da, da de lo que es suyo; mas el que lo deja para después de susdias en obras semejantes, da de lo que no es suyo, sino de los que quedan vivos. Tales son las fundaciones de colegios, hospitales, monesterios, patronazgos, capellanías, casamientos de huérfanas y otras cosas semejantes, las cuales, puesto que son muy buenas obras y aun necesarias, no se puede negar que estarla muy mejor gastado por mano del fundador en vida, que en muerte por mano de comisarios: lo del colegio, en estudiantes pobres; lo del hospital, en enfermos de su tiempo; lo del moneslerio, en frailes necesitados; los casamicntús, en huérfanas de su tiempo; y así todo lo demás.

¿No es cosa de rcir que dejemos morir los nacidos para remediar los que están por nacer? Dios, que los sabrá criar sin mí, ¿sin mí no los ha de sustentar? Esto es querer cada uno hacerse concejero de Dios, el cual no nos encomendó los pobres queeslán por nacer, sino los que de presente están nacidos. Do éstos le han de 'dar cuenta los ricos de su tiempo; que cuando él criare los otros, también sabrá criar ricos que los sustenten; como los ricos que entonces criare no están obligados á darle cuenta de los pobres de ahora, así los ricos de ahora no están obligados á dársela délos pobres de entonces. Ésta no es doctrina mia, sino del mismo Dios, que dijo: «Vended lo que poseéis y dad limosna[3]» No dijo: Vinculad ni comprad para vincular; sino: «De lo que ya tenéis os deshaced, y haced tesoro en los cielos.» Lo que ellos dejaren dispuesto puede haber muchas cosas que lo estorben; y si lo gastaren por sí propios, no se les puede despintar.

Ya sé á verdad que hay limosnas que se han de hacer públicas; que muy bien parece á los grandes señores, perlados y comunidades que pueden, y den de comer públicamente en horas destinadas á pobres mendicantes, y den botica y médico á enfermos, saquen pobres presos de la cárcel, y lo semejante, por el buen ejemplo; mas esto sea sin vanidad y sin perjuicio de las limosnas secretas, que son las que importan; y más, mientras sen á hombres de capa prieta, que parece que menos las han menester.

También es importantísima limosna la de obras públicas, porque, no sólo los pobres, mas aun los ricos gozan dolías. Tal fué la puente del Arzobispo, que hizo el gran don Pedro Tenorio junto á Talavera, y la puente de Alcántara en Toledo, entrambas sobre Tajo; la de Guadarrama, que hizo don Tello de Buendia, obispo, á lo que creo, de Coria, entre Toledo y Torrijos; la del Cardenal, sobre Tajo, que hizo el cardenal don Bernaldinode Carvajal, en el obispado de Plasencia; la calzada de Oviedo, que hizo el obispo don Diego Muros, fundador de el colegio de Oviedo, que es en Salamanca; y tal seria quien hiciese otra en Cantillana, sobro Guadalquivir. Porque he estado á punto de ahogarme en aquel paso, señalo más ésta queotra. Estos grandes perlados fueron ver- darleros pontífices, y coma ellos con sus o iras ilMS'raron mieslra patria, con sus nombres pienso yo ¡lustrar mi eperiliira.

Esto os rn cunntoal género de la limosna y á quien la hace; en enanto á quien la pide, pue le perar en unn de (los cosas: cuando sin nfecidad la pide, poique esto es liwrinrla al pobre verdadero, que de la limosna.tiene necesidad. No llamo necesidad que la haya menester, sino que juntiimenle con esto, no la pueda haber lie otr.i parle, como seria de su trabajo. En esta cuenta entran los que, pndiendo, no trabajan ó no sirven, sino quede vicio Vuiu.

La si gunila es de los que pidiendo para sí ó para otros, hacen fuerza para que se les dé lo que de grado no les darian. Eslo lie vi.—to en a gunas mujeres, que presumen de muy damas y cujsi quieren hacer favor á Dios, y piden con guante en las iglesias ó de puerta en puerta; y lo mismo hacen hombres principales, y piensan que es gran servicio de Dios. Otros traen papel y tinta para que mande cada uno lo que quiere. Todo esto y lo semejante es Saianas, que se trasforma en ángel de luz. La inujcr se esté en su casa y hile para dar por Dios; el hrmbre prinripal dé lo que tiene, y deje á los otros; porque aquello es impresión y fuerza que con su respeto hace á quien sin él quizá no diera, y el que lo da no merece, y el que lo pide desmerece.

Concluyo con que la limosna quiere ser con libertad del que la da y del que la pide, y que no quiera más de lo que le dan y del género que se la dan. Y siempre que pueda el que la da, procure darla de su mano á quien la ha de recibir, sin fiarla de hombres que piden para otros; que cuando no son personas públicas ó muy aprobadas, suelen convertirla en otros usos. Y cada uno tenga cuidailo de har todo lo que pudiere, sin aguardar á que se lo pidan; que esta virtud no aguarda Dios á pagarla en e] otro mundo, sino en este lo torna á dar de contado.

  1. San Mateo, 6.
  2. Lucas, 10; Mateo, 10.
  3. Lúcas, 12.