Correo de Comercio: 31 de marzo de 1810/3

Correo de Comercio

Número 5

Del Sábado 31 de marzo de 1810

A LA LUNA.

Para tu curso, plateada Luna,
Y en el silencio de la noche umbría,
Que presidiendo estás desde tu alteza,
No escuches la importuna
Voz del buho; del cisne la agonia;
De la parlera rana la aspereza;
Ni el ladrido del can: ah! te provoco
A que escuches un mal, mi pena fiera,
Y en mi auxilio con lágrimas te invoco.
Muestra tu faz radiante placentera
A mi rendida y fervida plegaria,
Como la muestras á Endymion en Caria.
 
Quando tu carro con silencio llevas
Por el cielo de estrellas tachonado,
Y en tinieblas envuelto el mundo calla,
Mi hondo pesar remuevas.
Y en mi meditación enagenado,
Mi espiritu batalla
Con la turba de males, que la suerte
Opone á la natura inerme y flaca:
Llanto en la cuna, angustias en la muerte,
Y males siempre, y sin sabor. ¡Que opaca!
¡Que efímera la vida, el ser del hombre!
¿Y no será, que siéndolo, me asombre!

Roxeante el orizonte nos promete
Tu próxima salida, Luna hermosa,
Que desgarra á la noche el negro manto,
Y yo de mi retrete
Fijo la vista incierta y silenciosa
En el infante tierno, que con llanto
Baña la cuna, y veo en torno de ella
Enfermedades mil, que con fiereza
Se aprestan á imprimir la fatal huella
Sobre su endeble cuerpo. La cabeza
Al mundo apenas asomar intenta,
Que comienza á sufrir guerra sangrienta.

El argentoso carro sublimado
A la cúpula azul de la alma esfera,
Miras la tierra lóbrega y sombría,
Mientras yo contemplando
Que al varón que cala la cimera,
Y el escudo embarazando espera el dia ,
En que al grito de Jano
Corra al campo Belona sanguinosa,
Y lo incite á la lid, y al hierro insano
Oponga el pecho, que á su casta esposa,
Y al hijo tierno y caro
Siempre ha servido de solaz y amparo.

Salve, hermana del Sol: tú, descendiendo
Al opuesto orizonte entre celages,
Vas á buscar las aguas de los mares,
Mientras yo revolviendo
El ser del hombre, lo hallo lleno de ages,
Con cejas canas, rugas á millares,
Encorvado y sin tino. Codicioso
De renombre y riquezas, ¡qual se afana!
Hoy se juzga injuriado, y rencoroso
Venganzas meditó para mañana;
Lo llama empero á si la madre tierra,
Y gime, y tiembla, y cae, y se soterra.


J. P. D. O.

← Página anterior Página siguiente →