Congreso Americano I

Congreso Americano
de Florencio Varela


Artículo publicado en el "COMERCIO DEL PLATA"


CONGRESO AMERICANO

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I.


De intento nos abstuvimos de tocar, en nuestro artículo de ayer, la cuestion del Congreso Americano, á que esencialmente se contrae el voto del Consejo de Gobierno de Venezuela, cuya segunda sesion publicamos hoy. Quisimos reducirnos, en aquel articulo, á presentar el contraste de los principios del Gobierno Constitucional de Venezuela y del Dictador de Buenos Aires, respecto de las relaciones con el estranjero: quisimos mostrar los prácticos resultados de ambos sistemas; y dar una desmentida viva y elocuente á esa falsa vocingleria de los amigos del Dictador, cuando aseguran que todas las Repúblicas del Continente profesan los mismos principios que él ó simpatizan con su adopcion.

Examinando ahora las opiniones del gobierno de Venezuela, respecto del proyectado congreso americano, nos parece que su negativa á tomar parte en él, se funda en los mas sólidos principios de politica y conveniencia para aquel Estado; y en otros, que son comunes á todos los demas del habla española.

Mucho alucina, en efecto, porque lisonjea mucho el amor propio nacional, la idea de una Gran Asamblea Americana, con los objetos que manifestó Bolivar, al proponerla en 1822, y que hoy todavia la atribuyen Méjico y Chile, que son las dos Repúblicas mas empeñadas, segun parece, en su realizacion.

Pero los inconvenientes materiales, políticos, mercantiles, y de todo órden, que á ello se oponen, son de tal modo invencibles, que estamos ciertos de no ver en nuestros dias una reunion de todas las Repúblicas que fueron colonias españolas, y de que tampoco la vera la jeneracion siguiente.

La tentativa de Bolivar falló, á pesar de que la concurrencia de Representantes de las primeras Potencias de la Europa, y los escritos de Depradt, dieron á la Asamblea de Panamá la importancia de un gran acontecimiento de la época. Se atribuyó entonces su mal resultado á causas puramente locales y de momento, que, aunque algo pudieron influir, [1] estuvieron léjos de ser las que frustraron aquel proyecto.

Las verdaderas causas existian entónces, como existen hoi, y produjeron de parte de algunos Estados, la misma repulsa que producen actualmente en Venezuela. Cuando Bolivar en 1822 y 23, invitó al Gobierno Argentino á que concurriese á la Asamblea de Panamá; y envió al efecto á su Plenipotenciario D. Joaquin Mosqueira, ese Gobierno se negó á los deseos del Libertador de Colombia, por motivos iguales á los que hoi expresa Venezuela. Probablemente fueron tambien los mismos los que influyeron en los demas Estados, que no concurrieron al Congreso.

Entre los varios inconvenientes que hacen inverificable la realizacion de ese proyecto, el Consejo de Gobierno venezolano indica ya los que nacen de las distancias entre los diversos Estados, y de la completa falta de medios de comunicacion para vencerlas. Esos inconvenientes son tan claros, que no necesitamos agregar una palabra á lo que contiene el documento de Venezuela.

Nos ocuparemos en analizar otros, de muy distinta naturaleza.

No es posible esperar una Gran Reunion de Naciones Independientes, sin que existan graves motivos de interés comun que las liguen. Esos motivos no pueden existir entre los Estados Sud-Americanos.

¿De que órden serian? —O comerciales, ó politicos.

Los primeros, léjos de ser comunes, son mas bien diametralmente opuestos. Entre todas las Nuevas Repúblicas Americanas no hay una sola que sea fabricante. Todas dependen de la Europa y de los Estados-Unidos para proveerse de los objetos de consumo que las fábricas producen: los frutos que ellas poseen son todos, ó materias primeras para esas mismas fábricas extranjeras, ó productos de la agricultura, que se envian á aquellos mercados. La sola diferencia de situacion jeográfioa, y de un litoral mas ó menos cómodo, causa enormes diferencias en los costos con que cada uno envia al extranjero sus productos, y recibe los que este le trae. ¿Que arreglo, de ventaja comun, es posible hacer en semejantes circustancias? Venezuela y Chile, por ejemplo, pueden enviar á Europa el cobre de sus minas, en cambio de algodones de Manchester ó de sedas de Leon? Pero Venezuela embarca el primero, y recibe los segundos, en los puertos de esta América mas vecinos á la Europa mientras que Chile no puede hacer ese comercio, sinó dando vuelta el Cabo de Hornos, y empleando cuatro veces mas tiempo y mas gastos que Venezuela. Igual diferencia estableceriamos entre nuestro Rio de la Plata, abierto al comercio maritimo del mundo, y la República Boliviana, encerrada entre barreras de montañas, dividida del mar por ellas y por áridos desiertos.

En esas circunstancias, ¿puede racionalmente esperarse que un Estado renuncie sus ventajas naturales, para nivelarse á otros que no las posee, y que ninguna puede darle en cambio? Imposible lo creemos.

Si se trata de dos paises de diversa situacion jeográfica, y cuyos productos sean idénticos ó análogos, la dificultad crece considerablemente; porque el interés de cada uno consiste en sacar la mayor ventaja de unos mismos productos.

La liga, pues, de intereses puramente comerciales, seria inverificable. Pero seria tambien perjudicialisima.

Sabido es que los progresos del comercio y de la industria dependen, ante todo, de la perfeccion de los medios y métodos empleados en la produccion, y de la facilidad de transportar los productos, á bajo precio y con seguridad, hasta el punto en que han de entregarse al consumidor. Aquel de los Estados Sud-Americanos, que mas adelantando estuviese en sus medios de cultivar la tierra, de beneficiar sus ganados, ó de esplotar sus minas; aquel que tuviese mas y mejores caminos, ó canales, tendria una superioridad decidida, y lejitima, sobre su vecino que ninguna de esas mejoras poseyese. Si ella de nada hubiese de aprovecharle, por que tuviera que nivelarse á un arreglo comun con el atrasado vecino, es claro que ningun estimulo tendria para emprender esas mejoras; y jamas podriamos esperar que saliesen nuestros paises del atraso en que actualmente se encuentran, en punto á medios de comunicacion y transporte; y á métodos de facilitar la produccion.

No siendo pues, un interes comercial, comun á todos, el que pudiera reunir á los Estados Americanos en un Gran Congreso, veámos si tendrian para hacerlo el estimulo de un interes político.

Lo examinaremos en el número siguiente.


Octubre 7 de 1845.



  1. La insalubridad del clima de Panamá fué, en efecto, un serio obstáculo á la duracion de las Sesiones del Congreso. Dos individuos de la Comision inglesa, que concurrió a la Asamblea, murieron de las enfermedades allí dominantes.