Compendio de la historia civil del reyno de Chile/Libro IV

LIBRO QUARTO.

CAPITULO I.
EL TOQUI ANTIGUENU
vuelve el empezar la guerra: sus sucesos contra el Gobernador Francisco Villagran: ruina de Cañete: asedio de Arauco, y de la Concepcion: batalla de Biobio.

El Gobernador destinado en lugar de Don Garcia fué su mismo predecesor Francisco Villagran, el qual habiendo venido á Europa1561., despues que le fué quitado el Gobierno, mereció de la Corte ser repuesto en su primer empleo. Luego que llegó á Chile, creyendo no tener nada que hacer con los Araucanos, pues segun los informes de Don Garcia, y de Quiroga, no estaban ya en estado de moverse, dirigió sus miras á la readquisicion de la provincia del Tucuman, la qual se habia sujetado, al Virey del Perú despues de haber sido sometida por él al Gobierno de Chile en 1549. Gregorio Castañeda, encargado de esta empresa, venció en batalla campal al Comandante Peruano Juan Zurita, que habia sido el autor de este desmembramiento, y volvió á poner aquel pais baxo la obediencia de los Capitanes Generales de Chile. Sin embargo estos no le poseyeron largo tiempo, porque á fines del siglo fueron obligados por la Corte á cederlo de nuevo al gobierno del Perú.

Pero ni Don Garcia, ni Quiroga, á pesar del largo tiempo que habian guerreado en Chile, se habian formado una idea adequada de la índole del Pueblo que pretendian haber conquistado. El indomito Araucano es incapaz de ceder á los mas fuertes reveses de la fortuna. Las pérdidas mismas, tan lejos de abatirlo ó desmayarlo, antes parecen infundirle mas vigor, y mas valor. Uno solo que quede, dice el experto historiador Tesillo, no dudará de oponerse á los progresos de nuestras armas. Esta constancia, ó llámese contumacia si se quiere, es ciertamente maravillosa, por no decir heroyca. Los pocos Ulmenes escapados de las derrotas precedentes, resueltos mas que nunca á continuar la guerra, se reunieron luego, despues de la derrota de Quipeo, en un bosque, donde de comun acuerdo eligieron por Toqui un baxo Oficial nombrado Antiguenu, que se habia señalado en las últimas batallas. Este, aceptado con buena voluntad el supremo mando, representó á los electores, que habiendo perecido quasi toda la juventud del estado, le parecia conveniente el retirarse en algun lugar seguro hasta tanto que se pudiese formar un exército suficiente para poder mantener la campaña. Este prudente parecer fué de todos aprobado. Antiguenu se acantonó, con los pocos soldados que habian quedado, en los inaccesibles pantanos de Lumaco, llamados por los Españoles la Rochela, donde hizo construir tablados elevados para preservar su gente de la demasiada humedad de aquella opaca mansion. Los jóvenes que de uno en otro se iban alistando, aquí se instruian en el manejo de las armas. Los Araucanos se consideraban todavia libres, porque tenian un Toqui.

Luego que Antiguenu se vió en estado de poder hacerse temer, salió de su rincon, y comenzó á hacer correrias en los territorios Españoles, así para adiestrar su gente, como para alimentarla á expensas del enemigo. Habiendo llegado a Santiago la inesperada noticia de estos movimientos, causó un grandísimo afan en el ánimo de Villagran, pues como práctico de los ardides de aquella nacion, preveia todas las funestas conseqüeneias que podian resultar. Por lo qual solicitó sufocar en los principios aquel renaciente incendio, mandando adelante hácia aquellas partes, á su hijo Pedro, con todas las tropas que pudieron prontamente juntarse, y él poco despues se puso igualmente en marcha con mayores fuerzas.

Los primeros encuentros entre los dos exércitos fueron poco favorables á Antiguenu. El asedio que habia hecho poner á la ciudad de Cañete, no tuvo aun el menor efecto. Sin embargo, atribuyendo él estos infaustos sucesos á la poca experiencia de su gente, procuraba buscar todas las ocasiones de acostumbrarla al manejo de las armas. Finalmente sobre las colinas de Millapoa tuvo la satisfaccion de manifestarles, que podia vencer, habiendo deshecho un cuerpo de Españoles mandado por Arias Pardo.

Para continuar con mas viveza el ardor que 1562.este suceso habia suscitado en los ánimos de sus soldados, fué á apostarse sobre la cima del monte Mariguenu, que era de feliz agüero para su nacion. Entre tanto Villagran, porque se encontraba incomodado de la gota, y porque no quería acometer en un lugar que debia renovarle la memoria de su derrota, dió á su hijo la incumbencia de ir á desalojarlo de aquel peligroso puesto. Este jóven temerario, y emprendedor, asaltó con tan poca precaucion las trincheras Araucanas, que quasi todo su exército, compuesto de la flor de la tropa Española, y de un gran número de auxîliares, fué hecho pedazos, y él mismo quedó muerto al ingreso del acampamento enemigo.

Antiguenu, despues de esta señalada victoria, se encaminó la vuelta de Cañete, cuya ciudad, como él bien se imaginaba, no se hallaba en aquellas circunstancias capaz de hacer le mas resistencia. Pero Villagran,. que conocía igualmente la imposibilidad de defenderla, lo previno, haciendo salir de ella toda la gente, la qual se retiró parte á la Imperial, y parte á la Concepcion. Así los Araucanos, que tantas veces habian sufrido terribles desastres al rededor de esta plaza, no tuvieron ahora otro trabajo que el de desmantelarla, y pegarla fuego, el qual en breve tiempo consumió todos los edificios.

En este intermedio, el buen viejo Villagran, mas fatigado de los afectos del ánimo que de la gota, acabó sus dias con gran sentimiento de aquellos colonos; estos perdieron en él un Comandante sabio, humano, valeroso, y á cuya conducta debian la conservacion de sus conquistas. Antes de morir destinó para su sucesor en el gobierno, por particular comision de la Corte, á su primo Pedro Villagran, que no le era inferior en las qualidades del ánimo.

La muerte del Gobernador1563. pareció á Antiguenu una ocasion favorable para hacer alguna empresa de importancia. Habiendo dividido su exército, que era compuesto de quatro mil hombres y en dos cuerpos, destinó uno baxo el mando de su Vice-Toqui Antunecul al asedio de la Concepcion, quizá para estar allí á la mira de los Españoles, y con el otro se dirigió contra la plaza de Arauco, la qual estaba defendida con buena guarnicion por Lorenzo Bernal. Antunecul, pasado el Biobio, se acampó en un lugar dicho Levkethal, donde, habiendo sido asaltado por dos veces del Gobernador, no solamente se defendió con vigor, pero aun lo rechazó con pérdida, y lo siguió hasta la ciudad, la qual bloqueó toda al rededor compartiendo sus tropas en seis divisiones. El asedio duró dos meses continuos, en los quales no pasó dia que no fuese distinguido con algun gallardo asalto. Pero habiendole resultado inutiles todos sus esfuerzos, porque no podia impedir los freqüentes socorros, que llegaban por mar á los sitiados, se partió finalmente con ánimo de volver á tomar en mejor tiempo la empresa.

La defensa de Arauco entre tanto se continuaba con gran calor. Antiguenu, habiendo observado en todos los asaltos que daba á la plaza, que los auxîliares de los Españoles señalaban con el dedo á sus mas valientes Oficiales, los quales eran precisamente el blanco de la artillería enemiga, determinó tomar aspera venganza de ellos. A este efecto hizo entender, por medio de sus emisarios, al Comandante del presidio, que los auxîliares maquinaban entregarle la fortaleza. Bernal dió tanto crédito á esta falsa relacion, que impaciente y fuera de sí, mandó al instante echar fuera á quellos infelices á pesar de sus lamentos y de sus razones. El General Araucano, cuyas miras no se dirigian á otra cosa, los hizo á todos matar cruelmente á la vista de los Españoles, quedando estos enfurecidos por haberse dexado tan neciamente burlar de un bárbaro.

Como el asedio iba largo, Antiguenu quiso concluirlo con matar, si posible fuese, al Comandante Español, con este intento lo desafió á batirse en duelo. Bernal, sin embargo de las protestas de sus soldados, aceptó el desafio, teniendo por segura la victoria. Los dos adversarios combatieron cerca de dos horas sin poderse ofender el uno al otro, hasta que fueron separados por ambos partidos. Pero lo que la fuerza no habia podido conseguir, lo efectuó la hambre. En vano algunos barcos cargados de víveres se habian acercado en diversas ocasiones á la ribera, para socorrer á los sitiados. Las lineas Araucanas oponian á sus tentativas un obstáculo insuperable. De modo que Bernal se vió obligado á abandonar la plaza. Los Araucanos, dexada salir libre la guarnicion, se contentaron con aterrar los muros, y quemar las habitaciones.

La toma de Angol1564., despues de la de Cañete, y de Arauco, pareció tan fácil á Antiguenu, que dió la comision á uno de sus subalternos. Este, habiendo deshecho en la mitad del camino á un cuerpo de Españoles mandado por Zurita, fué recíprocamente puesto en derrota cerca de Mulchen, por Diego Carranza, á quien el Magistrado de aquella ciudad habia mandado salir á su encuentro. Antiguenu, deseoso de conservar la reputacion de sus armas, se trasladó en persona con cerca de dos mil hombres para terminar aquella empresa, pero habiendose acampado antes de venir al asalto sobre el confluente de los rios Biobio, y Vergara, fué embestido allí por todo el exército Español conducido de Bernal. Los Araucanos, sirviendose con mucha inteligencia de los fusiles que habian tomado en la derrota de Mariguenu, sostuvieron el asalto por tres horas continuas. Habian ya caído 400 auxîliares, y algunos Españoles, la infantería de estos mal conducida comenzaba aflojar, y darse á la fuga. Bernal, no encontrando otro modo de detenerla, dió órden á la caballería de matar los fugitivos. Este severo mandato, puesto en execucion, contuvo el desórden. La infantería obligada á combatir atacó con tanto vigor las trincheras enemigas, que por último las forzó, y penetró dentro de ellas. Antignenu se oponia valerosamente al ímpetu de los asaltadores, pero empujado por algunos de sus soldados, que huian, cayó en el rio de una altura considerable, y se ahogó. Su muerte decidió la batalla. Grandísimo fué el estrago de los Araucanos. El rio tambien se llevó un gran número de aquellos que se habian echado en sus corrientes. Los vencedores mismos quedaron quasi todos heridos, perdiendo mucha gente, pero recuperaron 41 fusiles, 21 corazas, y 15 yelmos, con muchas lanzas y otras armas cortantes.

Mientras se combatia al rededor de Biobio, Lilemu, enviado por Antiguenu á saquear las provincias de Chillan, y de Itata, deshizo un destacamento de 80 Españoles al mando de Pedro Balsa. Pero el Gobernador, partido de la Concepcion con 150 soldados, destrozó una parte de sus tropas, que devastaban el territorio de Chillan. Lillemu, noticioso de esto, corrió al instante en socorro de ellas, y encontrandolas derrotadas, procuró salvar el resto haciendo frente con algunos valerosos jóvenes en un paso estrecho. Su gente se puso en salvo, pero él quedó muerto con sus valerosos compañeros.

CAPITULO II.
ELECCION BEL TOQUI
Paillataru: gobierno de Rodrigo de Quiroga: conquista del archipielago de Chiloé: descripcion de sus habitantes.

A Antiguenu le fué dado por sucesor Paillataru, hermano ó primo del célebre Lautaro, pero de un carácter totalmente opuesto. Lento, y demasiado circunspecto en sus operaciones, se contentó en los primeros años de su mando, con mantener vivo entre sus nacionales el amor de la independencia, conduciendolos de quando en quando á hacer correrias en el pais enemigo. En el mismo tiempo los Españoles tuvieron otro Gobernador. Rodrigo de Quiroga, nombrado para este empleo, por la Audiencia de Lima, dió principio á su gobierno con hacer arrestar y mandar prisionero al Perú, por motivos que los autores señalan con variedad, á su predecesor.

1565.Luego, recibido un refuerzo de 300 hombres, entro en el estado de Arauco, reedificó la fortaleza de Arauco, y la ciudad de Cañete, construyó un nuevo castillo en el famoso puesto de Quipeo, y hizo correrias en todas las provincias circunvecinas. Al acabar del año siguiente1566. mandó al Mariscal Rui Gamboa con 60 hombres á someter los habitantes del archipielago de Chiloe, el qual, habiendo entrado sin resistencia, fundó en la isla principal la ciudad de Castro, y el puerto de Chacao.

Las islas de este archipielago, que llegan al número de ochenta y dos, deben ciertamente, como la mayor parte de todas las demas islas, su formacion á los terremotos originados del gran número de volcanes que ardieron allí en los tiempos pasados. Se ven por todas partes indicios nada equívocos de incendios. Algunos montes de la gran isla llamada Chiloe, de la qual ha tomado el nombre el archipielago, son compuestos de basalto columnario, el qual, aunque se diga lo contrario, parece que no pueda provenir sino de la operacion del fuego.

Los habitantes nativos, aunque descendientes de los demas Chileños del continente, como sus semblantes, sus costumbres, y su lenguage nos lo dan á entender, son sin embargo de un carácter pacifico, ó mas bien tímido. No hicieron ninguna oposicion, como hemos dicho, á los pocos Españoles desembarcados allí para subyugarlos, con todo que fuesen, segun se dice, cerca de sesenta mil, jamas tentaron sacudir el yugo hasta el principio de este siglo, en cuyo tiempo hubo una sublevacion de poca conseqüencia. Al presente se cuentan poco mas de once mil. Son divididos en setenta y seis distritos, ó Ulmenatos, la mayor parte de los quales está sujeta á los Encomenderos Españoles con la obligacion de servirles personalmente cincuenta dias del año, segun las leyes feudales establecidas en aquella provincia, las que no obstante de estar abolidas mucho tiempo hace en el resto del reyno, se observan en ella con todo su vigor.

Estos isleños son generalmente de buen ingenio, y aprenden con gran facilidad quanto se les enseña. Aman las artes mecánicas, y especialmente de carpintería, de evanista, y de tornero, con motivo de las freqüentes ocasiones que tienen de exercitarlas, por ser todas sus iglesias y casas de madera. Trabajan bien el lino y la lana, con la qual mezclan plumas de páxaros marinos, y hacen bellos cobertores para camas. Fabrican tambien ponchos ó mantas de diversas suertes, ya listadas, ó bordadas de seda ó de hilo. Crian gran cantidad de puercos, con los quales hacen excelentes jamones, que son los mas estimados de la América meridional.

Así como todas aquellas islas estan hasta ahora ocupadas de densos bosques, no obstante la gran cantidad de maderas que anualmente se saca de ellas, así las lluvias son allí freqüentísimas, y los campos cultivados permanecen húmedos todo el año. De aquí se sigue, que aquellos habitantes, aunque tengan bueyes, no se sirven de ellos para arar la tierra, pero la labran con un método muy extraño. Cerca de tres meses antes de sembrarla, conducen allí para dormir sus ganados, cambiandoles de sitio cada tres ó quatro noches. Quando el campo está bien estercolado, siembran el grano sobre la yerba y sobre el estiercol. Hecho esto, un hombre de los mas robustos se pone á surcar aquel terreno con el medio de dos gruesos bastones de palo duro agudos, los quales tomados juntos, y apoyados sobre el pecho, los empuja para cavar la tierra, y cubrir la esparcida simiente. Apesar de este defectuoso trabajo, el trigo les rinde diez ó doce por uno. Cosechan tambien mucha cebada, habas, lentejas, frixoles, quinoa, y papas, que son las mas gruesas, y las mejores de aquellas partes. La uva, por la excesiva humedad, no llega á madurar bien para poder hacer el vino. Suplen este defecto con varias suertes de sidra, que hacen, ó de miel ó de otros frutos silvestres del pais.

La necesidad que tienen de navegar muchas veces de una á otra isla, donde el mar ciertamente no merece el título de Pacifico, los hace buenos marineros. Sus piraguas son compuestas de tres ó cinco grandes tablas cosidas juntas, y calafateadas con una especie de resina que cogen de un pequeño árbol. En todo el archipielago se ven en gran numero, y se gobiernan á vela y remo. Con estos frágiles barquillos se arriesgan á venir hasta la ciudad de la Concepcion [1].

Son muy dedicados á la pesca, á la qual los convida la abundancia de peces que produce aquel mar. De estos sacan una gran cantidad, que envian á paises distantes. Desecan tambien los testaceos, y especialmente los choros, las thacas, y los piures [a]. Estos los extienden en una larga zanja, cubiertos por debaxo y por encima con la gran hoja del pangue [b]. Cubren estas hojas con piedras, sobre las quales hacen un gran fuego por el espacio de seis ó siete horas. Después sacan de sus nichos los animales ya asados, los ensartan en una cuerda, y los cuelgan por algun tiempo al humo. De esta manera se conservan muy bien, y son conducidos hasta Cuyo, y otros parages distantes del mar.

Los Chilotes abrazaron sin dificultad la Religion Christiana, luego que les fué predicada, y se mantienen en ella hasta el dia de hoy, fieles y obedientes. Dependen en lo espiritual del Obispo de la Concepcion, y en lo temporal de un Gobernador que manda allí el Capitan General de Chile [c]. Los Españoles establecidos entre ellos llegan al número de 15Ϡ. Su comercio se hace al arribo de tres ó quatro embarcaciones que van todos los años de los puertos del Perú y Chile. A estas por lo comun venden 100Ϡ tablas de cedro roxo, y 4Ϡ maderos para construir carruages, 2200 ponchos de varias clases, 4Ϡ jamones; sardinas, testaceos secos, un buen número de caxas de cedro blanco, de manteles, de faxas bordadas, y un poco de ambar gris que recogen sobre sus playas, &c. En cambio reciben vino, aguardiente, tabaco, azucar, yerba del Paraguay, sal, y varias mercaderías de la Europa.

CAPITULO III.
ESTABLECIMIENTO DE LA
Real Audiencia: gobierno de Don Melchor Bravo de Saravia: operaciones militares de Paillataru, y de Paynenancu su sucEsor: supresion de la Audiencia: segundo gobierno de Quiroga: fundacion de Chillan: noticia de los Pehuenches.

La continuacion de la guerra, no menos que la importancia de conquista, obligaron finalmente 1567. al Rey Felipe II á erigir en Chile una Corte de Real Audiencia, independiente de la del Perú, á la qual confió, no solo la administracion política, sino tambien la militar del reyno. Este supremo Tribunal, compuesto de quatro Jueces legistas, y de un Fiscal, hizo á 13 de Agosto su solemne entrada en la ciudad de la Concepcion, donde fixó su residencia. Luego que empezó sus funciones removió del gobierno á Quiroga, y dió el mando del exército, con el título de General, á Rui-Gamboa.

Este Comandante, habiendo sido advertido que Paillataru se disponia para asaltar la ciudad de Cañete, corrió allí prontamente, y habiendolo encontrado en un puesto no muy lejos de la plaza, donde se habia alojado, lo atacó, y lo desbarató despues de un largo y obstinado combate. Esta derrota proporcionó á los vencedores, por el espacio de casi un año, la facilidad de devastar todo el pais, llevando consigo un gran número de mugeres y de niños que fueron hechos esclavos. En vano el General Español se ofreció varias veces para hacer un tratado de paz. Aquellos nacionales, anteponiendo siempre todos los males posibles á la pérdida de su libertad, rehusaron constantemente prestar oido á las proposiciones.

Así como la suspirada tranquilidad, tan necesaria para los progresos de las colonias, siempre mas se alejaba, así no se omitia ningun medio, ó proyecto, que pareciese propio para restablecerla. El gobierno militar de la Real Audiencia no pareció muy conducente á este fin. Se creyó mas útil volver á mandar allí un Xefe supremo1568., condecorado con los especiosos títulos de Presidente, Gobernador, y Capitan General del reyno de Chile, segun las diversas incumbencias que le eran confiadas; esto es, de presidir á la Audiencia Real, de gobernar en lo civil, y de mandar las armas. Don Melchor Bravo de Saravia, revestido de este triple carácter, era tanto mas acto para exercitar los dos primeros cargos, quanta era menos capaz de administrar el último.

Sin embargo él deseaba ardientemente venir á las manos con el enemigo, y señalar con alguna ruidosa victoria el principio de su gobierno. Así habiendo entendido que Paillataru, tomadas nuevas fuerzas, habia ocupado la fatal cumbre de Mariguenu, la qual no sabemos porque los Españoles jamas han pensado fortificar, se puso luego en marcha contra él, á la cabeza de 300 Européos, y de un considerable número de auxîliares. Paillataru tuvo aun la gloria de ennoblecer esta montaña con la total derrota del exército Español. El Presidente, escapado por una feliz combinacion, del peligro de quedar prisionero, se retiró precipitadamente, con los pocos restos de sus tropas, á la ciudad de Angol. Aquí enteramente acobardado renunció el mando de las armas en el Mariscal Gamboa, y en el Maestre de Campo Velasco, á los quales ordenó que evacuasen prontamente el tantas veces construido y destruido fuerte de Arauco.

Estos dos Oficiales, mientras conducian la gente de aquella plaza á la ciudad de Cañete, tuvieron un encuentro favorable con una division del exército enemigo, la qual derrotaron. Sin embargo Paillataru, expugnado el puesto de Quipeo, se dirigió dos dias despues á la ciudad con ánimo de bloquearla; el Mariscal le salid al encuentro con todas las tropas que se pudieron juntar1569.. La batalla, que duró mas de dos horas, fué de las mas sangrientas que han acaecido en aquel reyno. Los Españoles, aunque maltratados, quedaron dueños del campo. Pero Paillataru, repuesto en breve de su pérdida, volvió á hacer frente al Mariscal, que habia entrado con todo el exército en sus tierras á saquearlas, obligandole á retirarse de ellas con algun daño.

1570.Después de este suceso, las dos naciones beligerantes observaron por el espacio de cerca de quatro años, esto es, hasta la muerte de Paillataru, una especie de tregua, ó suspension de armas, á la qual quizá dió motivo la general consternacion ocasionada de un gran terremoto que se hizo sentir en todas aquellas partes, con mucho perjuicio de los establecimientos Españoles, y especialmente de la Concepcion, la qual quedó enteramente destruida. Los Españoles, procurando siempre consolidar y ennoblecer mucho mas sus conquistas erigieron en este año otro Obispado en la ciudad de la Imperial, á el qual asignaron por Diócesi el vasto espacio de pais situado entre el rio Maule, y los confines australes de Chile. El primer Obispo fué otro Religioso Franciscano natural del Perú, llamado Fray Antonio de San Miguel.

Los mestizos, ó sea los descendientes mixtos de los Españoles, cerca de estos tiempos se habian multiplicado mucho. Los Araucanos, reflexîonando las ventajas que podian sacar de su alianza, se imaginaron atraerlos á su partido con hacerles ver que eran reputados como nacionales. Con esta mira confirieron el vacante empleo de Toqui á uno de ellos llamado Alonso Diaz, el qual tomado el nombre Chileno de Paynenancu, hacia diez años que militaba en sus tropas, donde se habia hecho distinguir por su valor, y por su habilidad. Si su predecesor tuvo el defecto de ser demasiado circunspecto, este, por evitar aquella nota, fué de tal modo atrevido y temerario, que ataco casi siempre á los Españoles con tropas inferiores en número á las de ellos, por lo qual todas sus expediciones tuvieron el éxîto que naturalmente debian tener.

Luego que fué revestido del supremo mando pasó el Biobio1574., quizá con ánimo de expugnar la Concepcion, pero antes de llegar á ella fué derrotado por el Maestre de Campo Bernal, dentro de sus trincheras, á pesar del gran valor con que las defendió largo espacio de tiempo. Entre los prisioneros hechos en esta ocasion, fueron halladas algunas mugeres con las armas en la mano, la mayor parte de las quales se quitaron ellas mismas la vida la noche siguiente. Paynenancu, escapado del estrago, se movió contra Villarica, en cuyas vecindades fué igualmente deshecho por Rodrigo Bastidas, Comandante de aquella plaza.

Mientras de nuevo se iba así encendiendo la guerra, llego al reyno el Licenciado Calderon, enviado de la Corte1575. con el título de Visitador, el qual suprimió el Tribunal de la Audiencia, no por otro motivo que por ahorrar gastos al Real Erario. Los Oidores fueron vueltos á enviar al Perú, y en lugar del Presidente Sarabia, fué encargado del gobierno, por órden de Felipe II el mismo Rodrigo Quiroga, que pocos años antes lo habia exercido por nombramiento de la Audiencia de Lima.

Este experto Comandante, juntado el mayor cuerpo de tropas que pudo levantar1576. en aquellas circunstancias, se transfirió inmediatamente á la frontera para oponerse á los progresos de Painenancu, el qual, aunque desbaratado dos veces, no cesaba de infestar los territorios de los establecimientos Españoles. Pero no habiendolo podido encontrar, se contento con hacer correrias en las campañas concernientes á todo el pais.

Habiendole llegado en este intermedio un refuerzo de 2Ϡ hombres de España, dió órden á su suegro Rui-Gamboa, de fundar al pie de la cordillera1580., entre las ciudades de Santiago y de la Concepcion, una colonia, la qual ha tomado el nombre de Chillan, del Rio que la baña, y se ha hecho capital de la fertil provincia del mismo nombre. Poco despues de la ereccion de este establecimiento el Gobernador terminó su vida en edad muy avanzada, habiendo antes nombrado por su sucesor al susodicho Gamboa. Este empleó los tres años que duró su gobierno, en oponerse por una partera las tentativas de Paynenancu, y por otra á las irrupciones de los Pehuenches, y de los Chiquillanes, quienes solicitados de los Araucanos habian principiado á molestar las colonias Españolas.

Los Pehuenches, tribu numerosa, habitan aquella parte de la cordillera Chilena que yace entre los gr. 34 y 37 de latit. mer. o sea al oriente de las provincias Españolas Colchagua, Maulé, Chillan, y Huilquilemu. El vestido de ellos no es diverso del de los Araucanos, solamente que en lugar de bragas se enrollan á la cintura, como los Japones, una manta que dexan caer hasta las rodillas. Llevan una especie de botines, ó zapatos, todo de una pieza, hechos con la piel que cubre las piernas posteriores del buey de las corvas abaxo, las quales amoldan á los pies quando estan frescas, dexandoles el pelo por dentro, despues de haberlas cosido en la punta. La piel de la pantorrilla misma sirve de talon. Estos calzados, con el uso resultan tan blandos, y bellos, que parecen de cuero curtido.

Aunque estos Montañeses hayan sido en ocasiones valerosos y bravos soldados, con todo gustan de adornarse lo mismo que las mugeres. Llevan pendientes en las orejas, y manillas de cuentas de vidrio en los brazos: con las mismas entretexen sus cabellos, y cuelgan al rededor de la cabeza cascabeles. Aunque tengan numerosas manadas de bueyes y de carneros, no se alimentan por lo comun sino de carne de caballo, la qual prefieren á todas las demas viandas como los Tartaros, pero mas cultos que estos acostumbran siempre comerla cocida, ó asada.

Habitan á la manera de los Árabes Scenitos, baxo toldos de pieles, que disponen en circulo, dexando en el centro un campo espacioso, donde pacen sus bestias mientras hay yerba. Quando esta empieza á faltarles, transportan sus barracas á otro sitio, y así de lugar en lugar van corriendo los valles de la cordillera. Esta vida errante no es privada de placeres. Con este medio se adquieren nuevos vecinos, nuevas comodidades, y nuevas perspectivas.

Cada aduar le gobierna un Ulmen, ó príncipe hereditario. Su lengua y religion no son diversas de las de los Araucanos. Aman la caza, y por eso corren á menudo las inmensas llanuras que yacen entre el gran rio de la Plata, y el estrecho Magallánico. Con estas correrias llegan hasta Buenos Ayres, cuyas campañas saquean algunas veces, y atacan las caravanas de mercaderias que de allí pasan á Chile. Los buenos sucesos los han animado de tal modo, que al presente, segun se dice, el comercio en aquellas partes, por causa de ellos, está casi enteramente interrumpido [d]. Estas hostilidades sin embargo ha muchos años que se abstienen de cometer en los términos de Chile en tiempo de paz, quizá por el interes que encuentran en su tráfico; el por el temor de ser malamente correspondidos de aquellos paisanos. Sus armas favoritas son los laques que ya hemos descrito, los quales llevan siempre atados á la cintura. Es muy probable que aquellos diez Americanos conducidos por el valeroso Orellana, (nombre sin duda corrompido) de cuyo estupendo valor habla el Autor del viage del Lord Anson, hayan sido de esta tribu.

A pesar de su genio inquieto y vagabundo, son los mas laboriosos, y mas comerciantes entre todos los salvages. En sus toldos jamas estan ociosos. Las mugeres fabrican mantas de varios colores. Los hombres se aplican ya á texer bellísimos cestos, y á hacer otras bellas obras de madera, de plumas, ó de pieles, que son muy buscadas de sus vecinos. Todos los años entran en las confinantes provincias Españolas, donde tienen una especie de feria que suele durar 15 ó 20 dias; conducen sal fósil, yeso, brea, cobertores de cama, ponchos, pieles, lana, riendas de cuero perfectamente entretexidas, canastos, vasijas de madera, plumas, y huevos de avestruz, caballos, novillos, &c. y en cambio reciben trigo, vino, y mercerias de Europa. Son habilísimos en el tráfico, y difícilmente se dexan engañar. Por temor de ser robados de aquellos que creen lícito todo lo que es contra los infieles, jamas se ponen á beber todos á un mismo tiempo, pero se dividen en muchas tropas, y mientras los unos estan de guardia, los otros entretanto se dan á los placeres del vino. Son por lo demas humanos, complacientes, amantes de hacer bien, y tienen todas aquellas otras buenas qualidades que produce, ó perfecciona el comercio.

Los Chiquillanes, que algunos tienen falsamente por un aduar de los Pehuenches, habitan al N. E. de estos, sobre las faldas orientales de los Andes. Estos son los mas bárbaros, y por conseqüencia los menos numerosos de todos los Chilenos, pues es cosa cierta que el estado de la vida selvática es tanto menos propicia á la poblacion, quanto es mas rústica. Andan casi desnudos, ó se cubren de pieles de guanaco. Se ha observado que todos los Chileños habitantes en los valles orientales de la cordillera, no solo de esta, sino tambien de las tribus de los Pehuenches, de los Puelches, y de los Guilliches, son mas rubios que los demas sus compatriótas situados al poniente de aquella montaña. Todos estos Montañeses orientales se visten de pieles, se pintan la cara, viven por lo comun de la caza, y llevan una vida vagabunda. Estos son, como hemos dicho otra vez, aquellos renombrados Patagones, que se dexan ver hacia el estrecho Magallánico, ya como gigantes enormes, ya como hombres de una corporatura un poco superior á la comun. Pero lo cierto es, que ellos son, generalmente hablando, de alta estatura, y de notable robustez.

CAPITULO IV.
GOBIERNO DEL MARQUES DE
Villa-hermosa: sus sucesos contra Painenancu: prision y muerte de este General: empresas del Toqui Cayancura, y de su hijo Nangoniel: desembarco de los Ingleses en Chile: operaciones del Toqui Cadeguala.

Llegada que fué á España la noticia de la muerte de Quiroga, el Rey expidió para el Gobierno de Chile á Don Alonso de Sotomayor con 600 hombres de tropa reglada, el qual se conduxo por Buenos Ayres á Santiago. 1583. Luego mandó á su hermano Don Luis, dandole el nuevo cargo de Coronel del reyno, á socorrer las plazas de Villarica, y Valdivia, bloqueadas por los Araucanos. El hizo levantar el asedio, despues de haber derrotado dos veces á Painenancu, que habia tentado impedirle el paso. No obstante de esto el atrevido Toqui volvió antes sus armas contra Tiburcio Heredia, y despues contra Antonio Galleguillos, que corrian el pais con un grueso cuerpo de caballería, de los quales fué igualmente derrotado, pero la victoria costó muy cara á los vencedores.

Entre tanto el Gobernador, echados los Pehuenches, que infestaban el territorio de la nueva colonia de Chillan, entró en el estado Araucano con 700 Españoles reforzados de gran número de auxîliares, muy resuelto de seguir mas bien el severo sistema de hacer la guerra adoptado por Don Garcia, que el método humano y generoso de los demas sus predecesores. La provincia de Encol fué la primera que probó los efectos de su rigor. Todo fué puesto en ella á fierro, y fuego, Los prisioneros, ó eran ahorcados, ó se volvian á enviar con las manos cortadas para atemorizar á sus connacionales [2]. Las provincias de Puren, de Ilicura, y de Tucapel, hubieran sido igualmente devastadas, si los habitantes puestos en seguro á la llegada del exército, no hubiesen anticipadamente quemado sus casas y sus sembrados. En la última provincia solamente se pudieron tomar tres de aquellos aldeanos, los quales fueron empalados [3]. Con todo eso en este tiempo se pasaron al partido dé los Araucanos muchos mestizos, mulatos, y algunos Españoles, entre los quales se adquirió gran fama Juan Sanchez.

El General Araucano impelido, ó de su natural audacia, ó de la desesperacion por verse decaido de la estimacion de los nacionales, hizo frente en los confines de la provincia de Arauco al numeroso exército Español con solos ochocientos hombres. Sin embargo, estos pelearon con tanta resolucion que los Españoles no pudieron romperlos, sino despues de una fuerte oposicion que duró algunas horas, en la qual no perdieron poca gente. Los Araucanos perecieron casi todos. Paynenancu quedo prisionero, y fué prontamente ajusticiado. El Gobernador victorioso, hecha reedificar la fortaleza de Arauco, dexando en ella por Comandante al Maestre de Campo Garcia Ramon, se acampo en la ribera del rio Carampangui.

El valor Araucano, desmayado por la mala conducta del mestizo General, se animo con la elevacion1585. al supremo puesto de uno de sus propios nacionales Cayancura, el qual era Ulmen del distrito de Mariguenu. Ciento y cincuenta mensageros provistos de las simbólicas flechas fueron enviados á diversas partes en busca de socorro. Todo se puso en movimiento, y en poco tiempo se junto un exército competente. El nuevo Toqui resolvió atacar despues de media noche el campo Español, que ocupaba todavia el puesto de Carampangui, de cuya posicion estaba prevenido por medio de una espia. A este efecto dividió su gente en tres lineas, dando el mando de ellas á los valerosos Oficiales Lonconobal, Antulevu, y Tarochina.

Estos, introducidos por los tres caminos, en los quales estaba el campo repartido, hicieron pedazos á los auxîliares, que fueron los primeros que se opusieron á sus progresos. A los Españoles favoreció la luna que empezó á elevarse en el momento mismo del asalto; por cuyo motivo, despues de un breve desórden, en que cayeron algunos de ellos, pudieron formarse, y hacer frente á los asaltadores, los que perseguidos por todas partes de la mosquetería, comenzaron á perder terreno y á retirarse. El Gobernador, acudiendo con su compañía de veteranos, acabó de rechazarlos no sin gran derramamiento de sangre de ambos partidos.

Cayancura, que se habia quedado en el ingreso de los alojamientos para sostener el ataque, viendo volver sus tropas cansadas y maltratadas, las dexó reposar el resto de la noche, y al amanecer volvió al asalto. Los Españoles les salieron al encuentro á campo descubierto. La batalla fué obstinadísima, y muy sangrienta por una, y otra parte. Pero los Araucanos oprimidos de los cañones, y de los caballos, tuvieron precision de ceder el campo. Los autores, de los quales nos servimos, se contentan con decir que la victoria costó cara á los Españoles sin especificar el número de muertos. El Gobernador mismo la llama sangrientísima en una patente dada en favor de Nuño Hernández. Pero el mayor indicio de su pérdida es, que el mismo Gobernador inmediatamente despues de la accion, levanto el campo, y se retiró hácia las fronteras, donde fabricó dos fuertes, esto es, el de la Trinidad sobre la ribera austral de Biobio, y el del Espíritu Santo sobre la ribera septentrional del mismo Rio. Luego envió al Sargento Mayor á hacer las reclutas posibles en todas las colonias, el qual le conduxo 2Ϡ caballos, y un número considerable de infantería.

El General Araucano, á pesar de las pérdidas precedentes, determinó aprovecharse de la retirada del Gobernador para expugnar la plaza de Arauco. A fin de asegurar mejor el éxîto de esta empresa, procuró hacer diversiones por todas partes á las armas Españolas. Con esta mira ordenó á Guepotan infestar el territorio de Villarica, desde el fuerte de Liben, donde se habia sostenido por algunos años. Cadeguala, que despues ocupó el primer puesto, fué encargado de molestar á los habitantes de Angol. A Tarochina se dió la incumbencia de custodiar las riberas de Biobio. 'Melillanca y Catipillan fueron enviados contra la Imperial. Estos Oficiales tuvieron varios encuentros ya adversos, ya prósperos, con los Españoles. Guepotan perdió el fuerte de Liben, que fué expugnado por el hermano del Gobernador. Tarochina se hizo dueño de muchos barcos que por el Biobio conducian socorro de te y de armas á los fuertes nuevamente erigidos sobre este rio.

Entre tanto Cayancura dió principio al señalado asedio ciñendo la plaza toda al rededor con lineas de circunvalacion1586., y contravalacion. De estos preparativos los sitiados arguyeron, que á lo largo debian ó rendirse, ó perecer de hambre, por lo qual resueltos mas bien de morir combatiendo, que de reducirse á aquellos estremos, atacaron con tanto vigor las lineas enemigas, que despues de un horrible combate de cerca de quatro horas, las forzaron, y las obligaron á darse á la fuga. Cayancura sumamente enfadado por la mala resulta de su empresa, se retiró á su tierra, dexando el mando de las armas á su hijo Nangoniel, joven de grandes esperanzas, y muy querido de la nacion.

Este, recogidas inmediatamente algunas compañías de infantería, y ciento y cincuenta caballos (que desde entonces en adelante comenzaron á numerarse entre las tropas Araucanas) volvió á bloquear la misma plaza de Arauco, cuyos contornos no dexó de infestar, hasta tanto que los Españoles, faltos enteramente de vituallas, fueron obligados á evacuarla. Animado con este feliz suceso se encaminó contra el fuerte de la Trinidad, el qual aseguraba el pasage á los refuerzos que por Biobio llegaban al enemigo; pero habiendo peleado en el camino con un cuerpo al mando de Francisco Hernandez, perdió en la riña un brazo, despues de haber recibido otras varias heridas peligrosas. Este contratiempo le obligó á estarse quieto en un monte vecino, donde acometido en una emboscada, por el Sargento Mayor, quedó muerto con cincuenta de sus soldados, á pesar del gran valor con que se defendió por largo espacio de tiempo. El mismo dia fué aclamado Toqui por sus Oficiales el susodicho Cadeguala, el qual se habia adquirido gran nombre en el exército por su valor, y conducta militar.

Mientras los Araucanos se esforzaban para oponerse á los progresos de la Potencia Española en sus comarcas, los Ingleses intentaron tambien inquietarla en aquellas remotas playas. El Caballero Thomas Candish, partido con tres baxeles de Plimouth á 21 de Julio de 1586 corrió el año siguiente1587. las costas de Chile: desembarcó en el desierto puerto de Quintero, donde procuró entablar correspondencia con los naturales del pais. Pero no pudo sostenerse allí largo tiempo, porque, asaltado por el Corregidor de Santiago Alonso Molina, se vio obligado á abandonar aquellas costas con pérdida de algunos soldados y marineros.

Entretanto Cadeguala, que habia ya señalado los principios de su mando con algunas venturosas correrias, determinó prevalerse de esta oportuna diversion para sorprender la ciudad de Angol, donde tenia inteligencias secretas. Por medio de estas induxo á aquellos Chilenos que estaban al servicio de los Españoles, que pusiesen fuego á las casas de sus señores á cierta hora determinada de la noche, en la qual él debia acercarse secretamente á las puertas. Habiendo entrado á merced del incendio en la plaza, ocupó con mil infantes, y cien caballos todos los quarteles, y empezó á hacer horribles estragos en aquellos habitantes, los quales huyendo de las llamas caian en sus manos. En vano se oponian á sus progresos las tropas que componian aquella guarnicion. Ninguno hubiera escapado en aquella fatal noche del mortal fierro, si por un feliz accidente el Gobernador no hubiese entrado dos horas antes en la ciudad: este, corriendo por todas partes á la cabeza de su guardia, recogió con singular presencia de ánimo los ciudadanos dispersos, y los escoltó hasta la ciudadela. Luego salió con los mas valerosos, y hizo frente al enemigo, hasta que le obligó á retirarse al venir el dia. Los Araucanos se habian hecho menos escrupulosos en la forma de hacer la guerra. Cadeguala no fué abandonado de ninguno de sus Oficiales como Caupolican I. cerca de Cañete, en la fraudulenta sorpresa de esta ciudad.

Aunque esta atrevida expedicion no hubiese tenido todo el éxîto que se prometia el General Araucano, con todo, sin desmayarse emprendió el asedio de la plaza de Puren, la qual por estar internada en el pais le parecía mas facil de expugnar. La bloqueó regularmente con 4Ϡ hombres divididos en quatro cuerpos, cuyo mando confió á Guanalcoa, Caniotaru, Relmuantu, y Curilemu, que eran los mas valientes Oficiales de su exército. El Gobernador, avisado del peligro de la plaza, acudió al instante con un poderoso socorro; pero Cadeguala saliendole al encuentro con ciento y cincuenta lanzas, se le opuso con tal vigor, que despues de un largo combate en el qual quedaron algunos Españoles muertos, le obligó á retroceder.

Ensoberbecido por este suceso, hizo proponer á los sitiados dos partidos, que decia serles sumamente ventajosos, esto es, ó de partirse libres baxo de su palabra, ó de quedar á su servicio. Con sumo desprecio fueron desechados ambos. Del segundo solamente se prevalió un tal Juan Tapia, este, pasado al campo Araucano, fué en él bien acogido, y promovido en la milicia. Habiendose reducido á votos este designio, Cadeguala resolvió abreviar con un golpe decisivo el tiempo del asedio. Se presentó delante del muro en un soberbio caballo que habia quitado al mismo Gobernador, y desafio á batalla singular en el termino de tres dias al Comandante de la plaza, que era el mismo Garcia Ramon ya echado de Arauco. Aceptado el desafio, el atrevido Toqui compareció en el campo el dia prescrito con moderado séquito que dexó aparte. El Comandante Español le salió al encuentro con quarenta hombres, que igualmente colocó en alguna distancia. Los dos campeones, aplicando las espuelas á los caballos, se acometieron coa tal furia que el primer golpe decidid de la batalla. Cadeguala, atravesado de parte á parte por la lanza de su competidor, cayó moribundo en tierra; no obstante de esto, rehusando confesarse vencido, tentó volverse á poner á caballo, pero la muerte se lo impidió. Sus soldados corrieron á levantar el cuerpo, el qual conduxeron consigo despues de alguna oposicion que tuvieron de los Españoles. El exército se retiró de la plaza con ánimo de volver á ella quando se hubiese creado un nuevo Xefe.

CAPITULO V.
EL TOQUI GUANOALCA SE
apodera de los fuertes de Puren, de la Trinidad, y del Espiritu Santo: empresas de la belicosa muger Janequeo: batallas de Mariguenu, y de Tucapel.

Guanoalca, electo Toqui, volvió muy presto á bloquear la misma plaza de Puren, con tanta mayor esperanza de tomarla, quanto que sabia por las informaciones de Tapia que los víveres escaseaban en ella, y que los defensores se habian dividido en dos facciones. Efectivamente estos, privados de todo socorro de fuera, y descontentos de la conducta de sus Oficiales, no tardaron mucho en retirarse á la ciudad de Angol1588.. Los Araucanos, usando de su ordinaria política de dexar el paso libre al enemigo fugitivo, no los inquietaron en su retirada.

Luego Guanoalca se movió contra otro fuerte que los Españoles habian poco antes construido en las vecindades del monte Mariguenu: pero habiendole entrado á tiempo un considerable refuerzo, resolvió emplear en otra parte sus fuerzas con mayor esperanza de feliz suceso. Por tanto se volvió contra los dos presidios de la Trinidad, y del Espiritu Santo, situados sobre la ribera de Biobio. El Gobernador, temiendo no poderlos conservar, ó no creyendolos bastante útiles, sacó toda la gente, y la transportó á otra fortaleza1589. que habian hecho edificar sobre el rio Puchanqui para cubrir la plaza de Angol. Así la guerra se habia casi toda reducido á la construccion y demolicion de los fuertes.

El Generalato de Guanoalca se hizo mas célebre por las militares expediciones de la heroina Janequeo que por las suyas propias. Ella era muger de aquel valiente Oficial Guepotan, que defendió, como hemos dicho, tan largamente la roca de Liben. Despues de la pérdida de este importante puesto, él se habia acantonado en la cordillera, donde nunca habia cesado de instigar á aquellos pueblos á la defensa de la patria. Deseoso, pues, de tener consigo la muger, descendió á la llanura en busca de ella; pero sorprendido por los Españoles, que deseaban muchísimo haberlo á las manos, quiso mas bien dexarse hacer pedazos que rendirse prisionero.

Janequeo, transportada de un furioso deseo de vengar la muerte del marido, se puso en compañía de su hermano Guechiuntureo1590. á la cabeza de un exército de Puelches, con los quales comenzó á hacer correrias en todos los establecimientos Españoles, matando á todos aquellos que encontraba de esta nacion. El Gobernador, reforzado con un regimiento de soldados, que le habia venido del Perú, se puso en marcha contra ella, pero esta, ocupando siempre los lugares eminentes, y asaltando de improviso ya la vanguardia, ya la retaguardia de su exército, le obligó á retirarse despues de haber perdido inutilmente mucho tiempo, y algun número de gente. Así como él era de opinion, que para abatir el orgullo de aquella gente se debiese adoptar el rigor, así hizo ahorcar los prisioneros hechos en aquella correria. Entre estos hubo uno, que pidió le colgasen del árbol mas alto, á fin de que el sacrificio que hacia de sí mismo á la patria, se hiciese mas visible á sus compatriotas, y los animase mucho mas á defenderla.

Habiendose defendido así la audaz muger de las fuerzas de un General, que era sin contradicion buen soldado, y que con singular honor habia militado en Italia, en Germania, y en los Paises Baxos, se encaminó contra la fortaleza de Puchanqui, no lejos de la qual deshizo, y mató al Comandante Aranda, que le habia salido al encuentro con parte de la guarnicion. Pero no habiendo podido expugnar aquel fuerte, se retiró al empezar la mala estacion hácia las montañas de Villarica, donde se fortificó en un lugar escarpado, que le parecía muy seguro. Desde allí iba diariamente á infestar las inmediaciones de aquella plaza, de manera que ninguno se atrevia á salir fuera de ella.

El Gobernador, movido de los lamentos de aquellos ciudadanos, envió á su hermano Don Luis con la mayor parte de otros dos refuerzos que le habian traido del Perú los Capitanes Castillejo, y Peñalosa. La intrépida Janequeo lo esperó valerosamente en su reparo, rebatiendo con singular presencia de ánimo los diferentes asaltos de los Españoles, hasta tanto que disipada su gente con la artillería, se vió obligada á ponerse en salvo. Su hermano, cogido en la fuga, obtuvo de los vencedores la vida, habiendose obligado con juramento de hacer estar quieta á su hermana, y de conducir á la amistad de ellos á sus vasallos, y adherentes. Pero mientras trataba de este negocio en una junta nacional, fué matado por el Ulmen Catipiuque que aborrecia toda especie de reconciliacion.

El viejo Toqui Guanoalca, muerto al fin de este año, tuvo por sucesor á Quintunguenu, jóven atrevido, y ambicioso de gloria1591.. Este, tomado que hubo de asalto el fuerte de Mariguenu, se acampó con dos mil hombres sobre la cumbre de aquella famosa montaña, esperando hacerse en ella tan célebre como Lautaro con alguna insigne victoria. El Gobernador no se dexó amedrentar por la funesta memoria de las desgracias padecidas en aquel mal presagioso sitio. Habiendose puesto á la cabeza de 1Ϡ Españoles, y de un competente número de auxîliares, al instante se dirigió allí con ánimo de desalojar al enemigo, ó á lo menos de tenerlo sitiado.

Despues de haber dado las disposiciones necesarias, al venir el alba comenzó á desfilar para la dificultosa subida, conduciendo en persona la vanguardia, al frente de la qual habia colocado veinte Oficiales reformados, y prácticos de aquella guerra. Apenas habia llegado á medio camino, quando se vió en un momento asaltado de Quintuguenu con tal furor, que qualquier otro Xefe menos hábil hubiera sido infaliblemente trastornado con toda su gente. Pero él animando á los suyos con la voz, y con el exemplo, sostuvo mas de una hora el terrible encuentro del enemigo, hasta que ganando paso á paso el terreno llego á volverlos hacer entrar en sus atrincheramientos, pero sin haber podido romperlos.

Los Araucanos, exhortandose recíprocamente á adquirir una muerte gloriosa, defendieron todo el resto de la mañana con increible valor su campo. Al medio dia Don Carlos Irrazabal, despues de una obstinada oposicion, forzó finalmente con su compañia las lineas de la parte siniestra, y al mismo tiempo penetraron con sus brigadas por el frente, y por la diestra el Maestre de campo, y Don Rodulfo Lisperger, valeroso Oficial Aleman, cuya descendencia se conserva aun en Chile. Quintuguenu, aunque embestido por todas partes mantuvo la batalla indecisa largo espacio de tiempo, conteniendo á su gente en órden, y conjurandola de no manchar con una ignominiosa derrota la gloria de aquel lugar ennoblecido con tantos trofeos por sus antecesores. Mientras él se conducia de uno á otro flanco, haciendo siempre frente á los asaltadores, cayó traspasado de tres heridas mortales dadas por el Gobernador mismo, que le habia puesto la mira. El último acento proferido de su boca fué el poderoso fanatismo de la libertad.

Sus soldados, viendolo muerto, parte se dexaron despedazar desesperados, y parte se dieron á la fuga. Los auxîliares perecieron cuasi todos: de los Españoles se dice que solo quedaron muertos en el campo veinte. Entre estos se numera un Caballero portugues del habito de Christo, el qual habiendose encontrado en muchas batallas en Europa, se burlaba poco antes de las operaciones de aquellos enemigos, entre quienes no veia ni uniformes ni cañones; pero habiendo quedado muerto en el principio de la pelea no tuvo tiempo de retractarse de su opinion. Se señalaron de la parte de los Españoles, ademas de los ya nombrados, Vargas, Roa, Jofre, Diaz, Luna, Godoy, Castillejo [e], y entre los Araucanos Cariantu, Apillan, Kelentaru, y Archiguala.

El Gobernador contentísimo de haber sido el primer vencedor de los Araucanos en el formidable Mariguenu, conduxo sus tropas hácia la marina, donde fueron saludadas con repetidas descargas de la artillería de la flota del Perú, la qual corriendo entonces aquella costa en busca de los Ingleses, habia sido espectadora de la victoria. A estas demostraciones de comun alegria él hizo corresponder con freqüentes disparos de la mosquetería, y con los ordinarios jubilos militares. Prevaliendose, pues, de la ocasion, mando al Perú en la misma flota, al Maestre de Campo, con el fin de que se le transportasen los socorros posibles de gente para continuar la guerra en la campaña siguiente.

Entre tanto, abandonado el antiguo lugar de la fortaleza de Arauco, la fabricó en otro mas cómodo sobre la ribera del mar, para que pudiese ser mas fácilmente socorrida. Colocolo era dueño de aquel terreno, hijo del famoso viejo de este nombre, pero de una índole muy diversa. Indignado de ver sus tierras ocupadas por el enemigo, procuró echarlos fuera, pero batido, y quedado prisionero, pidió, y obtuvo la vida baxo la condicion de someter á la obediencia de los Españoles sus vasallos, que se habian retirado á las montañas. Estos exhortados por su muger Millayene á ratificar la promesa de su señor respondieron, que habiendo él padecido aquella desgracia por amor de la patria, sobrellevase con valor correspondiente á su nacimiento todas las fatigas: que ellos estimulados de su exemplo harian frente á todos los peligros para defenderla, y para vengar los ultrages que les fuesen hechos. El Príncipe, irritado por esta respuesta se consagró del todo al servicio de los Españoles, á los quales sirvió de guia para dar caza á sus subditos.

1592.En este tiempo vivía entre los Araucanos un Español que habia quedado prisionero en una de las precedentes batallas, el qual habia sabido con sus buenos modos ganarse la estimacion y confianza de los principales de la nacion. Este, ó por gratitud, ó por impulso del Gobernador, comenzó á entablar un tratado de paz con grande esperanza de conseguirla, pero no habiendo agradado las condiciones preliminares á ninguna de las partes, todos sus manejos fueron infructuosos. El Gobernador indignado del mal suceso de sus proposiciones, se encaminó con todo el exército hacia la provincia de Tucapel, destruyendo á fierro, y fuego quanto encontraba en ella.

Paillaeco, electo Toqui en lugar de Quintuguenu, no creyendose bastante fuerte para oponerse abiertamente al enemigo victorioso, resolvió hacerlo caer en una emboscada. Para este efecto dexó en el ingreso de un bosque, donde se habia escondido con el resto de sus tropas, cien hombres á caballo, con órden de aparentar fuga á la primera vista de los Españoles. Estos los siguieron efectivamente, pero reflexîonando en tiempo que podría ser estratagema, volvieron atrás, fingiendo tambien ellos su huida, para sacarlos fuera del bosque, y atacarlos en campaña abierta. Los Araucanos, sin advertirse del engaño, corrieron en su alcance, pero acometidos por todas partes fueron hechos pedazos juntos con su General, despues de haber vendido muy caras sus vidas. Los restantes se refugiaron en ciertos pantános donde se pusieron á cubierto de la furia de los vencedores.

Estas repetidas victorias, de las quales se congratulaban tanto los Españoles, fueron los preludios de los mas lamentables desastres que ellos hayan sufrido en aquel reyno. No obstante de esto, parece no poderse poner en duda que el Gobernador las hubiese comprado á costa de mucha sangre, porque contra su costumbre se retiró á Santiago despues de la última accion, con la mira de esperar allí el refuerzo que debia venirle del Perú, y de hacer las posibles reclutas en las provincias septentrionales del pais. Los refuerzos no tardaron mucho en llegar, pero no pareciendole suficientes para continuar con ventaja la guerra, se transfirió él mismo al Perú para solicitarlos mas considerables, habiendo encomendado entretanto el Gobierno Militar al Maestre de Campo, y el Político al Licenciado Pedro Viscarra. Llegado á Lima se encontró con el sucesor que se le habia destinado de la Corte. Este era Don Martin Loyola, sobrino de San Ignacio, y Oficial de mérito, el qual se habia adquirido la gracia del Virey Toledo, por haber preso en las montañas de los Andes, al último Inca del Perú, Tupac Amaru, de cuyas resultas tuvo en premio no solo este Gobierno, sino tambien la Princesa Clara Beatriz Coya, hija única y heredera del Inca Sayri Tupac1593.. El arribó á Valparaiso con un respetable cuerpo de tropa, é inmediatamente se trasladó á Santiago, donde fué recibido con aclamaciones extraordinarias de todos aquellos ciudadanos.

CAPITULO VI.
EL TOQUI PAILLAMACHU
mata al Gobernador Loyola, y destruye todos los establecimientos Españoles en el estado Araucano.

Despues de la muerte de Paillaeco los Araucanos dieron el mando de sus tropas al Toqui hereditario del segundo Butalmapu, llamado Paillamachu, hombre de edad muy avanzada, pero de una actividad admirable. La fortuna, creida comunmente poco propicia á los viejos, favoreció de tal modo las empresas de este, que superó en la gloria de las armas á todos sus antecesores, lisonjeandose de haber restablecido en su pais el antiguo estado de independencia. Luego que fué revestido de la suprema dignidad nombró para los importantes cargos de Vice-Toqui á Pelantaru y Millacalquin, ambos Oficiales de mérito nada inferior al suyo, derogando en esto los estatutos, que solo asignan un Lugar-Teniente al General. Así como el exército se habia notablemente disminuido, así él, imitando el exemplo de Antiguenu, se retiró á los pantanos de Lumaco, donde se dedicó á formar un exército capaz de desempeñarle en sus vastas ideas.

Loyola, despues de haber ordenado el gobierno civil de la capital, se encaminó á la Concepcion para atender á los negocios de la guerra. Paillamachu no se descuidó en esta ocasion de enviar, con pretexto de cumplimentarle, un Oficial que indagase su carácter, y sus designios. Antipillan, encargado de la comision, no se mostró indigno de la confianza de su General. El Gobernador en las freqüentes conferencias que tuvo con él, se ingenió en darle una grande idea del poder del Soberano, insinuandole la necesidad de venir á un acomodamiento. El Araucano manifestandose persuadido le respondió: "La grandeza de vuestro Príncipe, que abraza el oriente, y el occidente, no puede sernos desconocida. Pero no debéis despreciarnos, porque aunque formemos un pueblo muy pequeño, con todo eso hemos sabido hasta ahora resistir á una potencia tan enorme. Vuestras ideas, pues, acerca de la paz son muy diferentes de las nuestras. Por paz nosotros entendemos una absoluta cesacion de hostilidades, la qual sea seguida de una renuncia entera de todo pretendido derecho sobre nosotros, y de la restitucion de todos aquellos terrenos que habéis ocupado en nuestras provincias. Vosotros al contrario, baxo de este nombre queréis nuestra sujecion, la qual, jamas consentiremos mientras nos Quede sangre en las venas."

El Gobernador como era de ánimo generoso, no pudo menos que admirar la noble altanería de Antipillan, por lo qual lo despidió con las mayores demostraciones de estimacion. Pero muy lejos de abandonar las plazas establecidas en el territorio Araucano, pasado Biobio fundó allí una nueva ciudad á poca distancia del mismo rio, dandola el nombre de Coya1594., en honor de la Princesa su muger. La fabricó en una situacion adaptada no solo para servir de reparo á la vecina plaza de Angol, sino tambien para cubrir las ricas minas de oro de Kilacoyan. La adornó de un Magistrado Municipal, y de varias iglesias y monasterios. Para hacerla, pues, mucho mas segura, construyó enfrente de ella dos castillos que llamó de Jesus, y de Chivicura, los quales cubrian una y otra ribera del rio.

Paillamachu, ansioso de aterrar este naciente establecimiento que deshonraba su Generalato, dió1595. al Capitan Loncothegua la incumbencia de apoderarse del fuerte de Jesus; pero este, despues de haber quemado una parte de él, y de haberse internado dos veces por otra, quedó allí muerto antes de terminar la empresa. Luego el General Araucano comenzó abiertamente á infestar con freqüentes correrias los distritos de las poblaciones Españolas, así para sustentar sus tropas, como para acostumbrarlas á los manejos de la guerra1596.. En vano el exército Real se puso en marcha contra él: este evitó siempre todos los encuentros, reservando sus fuerzas para mejor ocasion.

No encontrandose otro medio para contenerlo, Loyola hizo levantar al rededor de los alojamientos de él dos fortalezas, una en el antiguo sitio de la destruida plaza de Puren, y la otra sobre las mismas márgenes de los pantános de Lumaco, en los quales dexó la mayor parte de un cuerpo de tropas que en aquellos dias le habia llegado del Perú. Entretanto envió el resto á fundar una colonia en la provincia de Cuyo1597., con el nombre de San Luis de Loyola, la qual subsiste hasta ahora, aunque en miserable estado, á pesar de su ventajosa situacion.

Paillamachu, tomada en breve de asalto la fortaleza de Lumaco, dexó el cuidado de expugnar la de Puren á Pelantaru y á Millacalquin; estos, habiendo reducido en el espacio de diez dias la guarnicion á los extremos, se retiraron, segun las instrucciones de su General, á la llegada del socorro conducido por Pedro Cortes, Oficial de gran nombre en aquella guerra. Sin embargo el Gobernador, que se habia tambien transferido allí con el resto del exército, hizo demoler las fortificaciones, y transportar la gente á la ciudad de Angol, por no dexarla expuesta á encontrar la suerte de la de Lumaco. Después se encaminó la vuelta de la Imperial, para proveerla en el mejor modo posible contra las crecientes fuerzas de los enemigos.

Después de haber reparado, no solo las fortificaciones de esta plaza, sino tambien las de Villarica y Valdivia, volvió hácia el Biobio escoltado de cerca de 300 hombres, los quales hizo volver atras luego que le pareció que estaba en lugar seguro, reteniendo solamente en su compañia, ademas de la propia familia, sesenta Oficiales reformados, y tres Religiosos de San Francisco. Paillamachu, que le habia venido observando los movimientos secretamente con 200 soldados, creyó haber encontrado la ocasion para el logro de sus designios. Efectivamente viendole alojado en el ameno valle de Curalava,1598.
22 de Noviembre.
se le echó encima mientras dormia, y lo mató con toda la comitiva.

Parece que el General Araucano tuviese esperanzas bien fundadas del suceso de esta atrevida empresa, pues al tenor de sus precedentes instrucciones en menos de quarenta y ocho horas se pusieron en arma no solo las provincias Araucanas, sino las de los Cuncos y de los Guilliches hasta el archipielago de Chiloe, matando á todos los Españoles que se hallaban fuera de las plazas fuertes, y estrechando por asedio las ciudades de Osorno, Valdivia, Villarica, Imperial, Cañete, Angol, Coya, y la fortaleza de Arauco. No contento con esto Paillamachu, pasó sin perder tiempo Biobio, y quemó las ciudades de la Concepcion, y de Chillan, saqueó las provincias que dependian de ellas, y se restituyó cargado de botin á su patria.

Quando llegó la nueva del tragico suceso á la capital del reyno, aquellos vecinos abandonados á la desesperacion, resolvieron de comun acuerdo dexar el pais, y retirarse al Perú, pero confiados alguna cosa en Pedro de Viscarra, se juntaron en Consejo, y le obligaron á encargarse del gobierno, hasta que la Corte, sabida la muerte de Loyola, lo dispusiese en favor de algun otro1599.. Este Oficial, que contaba mas de 70 años de edad, se puso en marcha hácia la frontera con las tropas que entonces pudo alistar, y tuvo valor de pasar el Biobio para recoger, como lo hizo, los habitantes de Angol, y de Coya, á vista de las huestes enemigas que los sitiaba. Con estos repobló las quemadas ciudades de la Concepcion y de Chillan. Pero su gobierno no duró mas que seis meses. El Virey del Perú informado del peligroso estado del reyno, mandó por Gobernador á Don Francisco Quiñones con un poderoso refuerzo de soldados, y de municiones de guerra.

Este tuvo varios encuentros indecisos con Paillamachu sobre las riberas boreales de Biobio, donde aquel General se transportaba á menudo para poner en contribucion, ó dar el saco á las provincias Españolas. El mas famoso fué el de las llanuras de Yumbel. El emprendedor Toqui volvia con una gruesa presa de animales del territorio de Chillan á la cabeza de dos mil hombres. Quiñones intentó cortarle la retirada con otros tantos soldados por la mayor parte Européos. Los dos exércitos se hicieron frente con igual resolucion. Los Españoles procuraron en vano tener lejos á los enemigos con el continuado fuego de ocho piezas de campaña, y de toda su mosquetería. Ellos muy presto vinieron á las armas cortas. La batalla duró con increíble furor mas de dos horas, ni se terminó hasta la noche. Paillamachu se prevalió de la obscuridad para volver á pasar Biobio. Las Memorias de las quales nos servimos, dicen en general, que de los Araucanos perecieron muchos, y de los Españoles no pocos. El Gobernador, queriendo dar un infrutuoso exemplo de severidad, hizo desquartizar los prisioneros, y suspenderlos de los árboles contra el parecer de los mas cuerdos Oficiales, los quales por humanidad, y por propio interes le aconsejaban no suministrase á los enemigos un pretexto para usar de represálias. Pero la antigua máxîma de hacerse temer prevaleció en su ánimo. El abandono de la plaza de Arauco, y de la ciudad de Cañete, fué una de las conseqüencias de este hecho de armas. La gente se retiró á la Concepcion.

Entre tanto Paillamacu estaba en continuo movimiento: tan presto iba á acalorar los sitios de las ciudades que quedaban en pie, como corria las provincias Españolas situadas á esta parte de Biobio con notable daño de aquellos vecinos. Habiendo despues sabido que se habia levantado el sitio de Valdivia, se encaminó allí solícitamente con quatro mil hombres, parte de infantería, y parte de caballería, entre los quales habia setenta armados con los arcabuces quitados á los Españoles en las últimas batallas. Pasó de noche á nado el gran rio Callacalla, ó sea de Valdivia,24 de Noviembre entró de asalto al amanecer en la plaza, hizo un botin de cerca de dos millones de pesos, quemó las casas, y mató un gran numero de aquellos habitantes, acometió las naves ancladas en el puerto, donde se habian recogido los restos que ni así hubieran podido escapar de sus manos, si no se hubieran dado prontamente á la vela, y volvió triunfante con toda la artillería, y con mas de 400 prisioneros á unirse con Millacalquin á quien habia confiado la custodia de las riberas de Biobio.

Diez dias despues de la ruina de esta ciudad, arribó á ella, del Perú, el Coronel Francisco Campo, con un refuerzo de 300 hombres, pero habiendola encontrado en cenizas, se esforzó inútilmente de introducir aquel socorro1600. en las sitiadas plazas de Osorno, de Villarica, y de la Imperial. En medio de tantas desgracias, los Holandeses, llegados á aquellas costas con cinco naves de guerra, saquearon las Islas de Chiloe, y mataron toda la guarnicion Española. No obstante de esto, la gente de su capitana, desembarcada en la pequeña Isla de Talca, ó Santa María, fué rechazada con pérdida de 23 hombres, por los Araucanos, que habitaban allí, los quales quizá los tendrian por Españoles.

Quiñones, enfadado de una guerra que no prometia ningun éxîto feliz, pidió y obtuvo la dimision de su empleo. Le fué substituido el antiguo Maestre de Campo Garcia Ramon, del qual se esperaban grandes cosas por la larga experiencia que tenia de los enemigos. Pero él justamente, porque los conocia, quiso mas bien mantenerse sobre la defensiva, que arriesgar la parte del Reyno, que todavia quedaba sujeta al dominio Español, aunque hubiese recibido un regimiento de tropas escogidas, que le conduxo de Lisboa Don Francisco Ovalle, padre del Historiador de este nombre. Sin embargo su gobierno no fué de larga duracion. El Rey mandó en su lugar, con otro regimiento de soldados veteranos, á Alonso Ribera, Oficial muy nombrado en las guerras de los Paises-Baxos. Este fortificó con buenos castillos las riberas de Biobio, y reanimó aquellos habitantes, los quales no habian olvidado del todo el pensamiento de abandonar á Chile.

Después de un asedio de dos años y once meses, Villarica, ciudad muy poblada y opulenta, cayó al fin en poder de los Araucanos1602.. La misma suerte, con poco intervalo de tiempo, tuvo la Imperial, metrópoli de las colonias australes, cuya ruina se hubiera anticipado algunos meses, si una heroina Española llamada Ines Aguilera, no la hubiese retardado con su valor. Esta Señora, viendo la guarnicion desanimada, y próxîma á capitular, la disuadió de la entrega, y dirigió todas las operaciones, hasta que encontrada una favorable coyuntura, se salvó por mar con el Obispo y una gran parte de los habitantes1603.. Ella habia perdido en aquel sitio el marido y los hermanos. Su valor fué premiado del Rey con una pension vitalicia de 2Ϡ pesos.

Osorno, ciudad no menos rica y populosa que las dos precedentes, no pudo resistir mas largo tiempo su destino. Ella fué subyugada del mismo modo por los obstinados esfuerzos de los sitiadores, quienes libres de los otros asedios, aplicaron á este todo el poder de sus armas. Así quedaron destruidas, en el espacio de poco mas de tres años, todas las poblaciones que Valdivia y sus sucesores habian establecido y conservado con tantas guerras en el vasto pais que yace entre Biobio y el archipielago de Chiloe, ninguna de las quales se ha podido hasta ahora reedificar, porque la que al presente se llama Valdivia no es otra cosa que una fortaleza ó un presidio.

Las incomodidades que sufrieron los sitiados no son muy inferiores á las que se refieren de los mas famosos asedios. La hambre los obligó á nutrirse de comidas asquerosísimas. Un pedazo de cuero cocido era un regalo para los mas delicados habitantes de Villarica y de Osorno. Las ciudades tomadas fueron arruinadas, de manera que al presente apenas se distinguen los vestigios, los quales son mirados por los nacionales como unos objetos de abominacion. Aunque en la defensa hubiesen perecido muchísimos de aquellos ciudadanos, con todo los prisioneros de cada sexô y condicion, se encontraron en tanto número que fué rara la familia Araucana á la qual no tocase alguno. Las mugeres pasaron á aumentar los serrallos de los vencedores. Sin embargo á los casados se permitió, por la mayor parte, retener sus mugeres, y á los solteros desposarse con las del pais. Los mestizos, ó sea los nacidos de estos ambiguos matrimonios, fueron, lo que es muy de notar, en las guerras subseqüentes los mas terribles enemigos del nombre Español.

Se permitió tambien el rescate, y el cambio de prisioneros. Por este medio salieron muchos de la esclavitud. Otros, inducidos del amor de los hijos, quisieron quedarse hasta la muerte. Algunos tambien haciendose amar de sus amos por sus buenas qualidades, ó por su industria en las artes, establecieron allí su fortuna. Entre estos se adquirieron gran nombre en el pais Don Basilio Roxas, y Don Antonio Bascuñan, ambos de nobles familias, los quales nos han dexado memorias interesantes de los sucesos de su tiempo. Algunos otros que cayeron en manos brutales tuvieron mucho que padecer. Paillamacu no pudo gozar largamente de los aplausos de sus connacionales. El murió á fines de este año, dexando por sucesor á Huenecura, su discípulo en la escuela de Lumaco.

CAPITULO VII.
SEGUNDO GOBIERNO POCO FELIZ
de Garcia Ramon: restablecimiento de la Audiencia Real: negociaciones infructuosas de paz.

Mientras Alonso Ribera se habia dedicado enteramente á contener los progresos de los vencedores Araucanos, fué removido del Gobierno de Chile, y mandado á administrar el del Tucuman 1604. por haberse casado sin Real permiso con la hija de la célebre Aguilera. Tuvo órden de sucederle en el mando su predecesor Garcia Ramon, el qual junto con las patentes Reales recibid de la Europa mil soldados, y de México doscientos y cincuenta. Por esta razon encontrandose con un exército de tres mil hombres de tropa arreglada,1605. á demas de los auxîliares, volvió á invadir el estado. Llegado sin particular oposicion á la provincia de Boroa, levanto en ella una fortaleza, la qual dexó guarnecida de buena artillería, y de trescientos hombres á las órdenes del Aleman Lisperger.

Huenecura esperó que el exército se partiese para atacar el nuevo establecimiento. Mientras se dirigía por aquella vuelta, se encontró con el Comandante Lisperger, que habia salido con ciento sesenta de aquellos soldados para recibir un convoy, y lo hizo pedazos junto con toda su gente. Luego dió tres furiosos asaltos á la plaza, en cuyo foso combatió por el espacio de casi dos horas. Pero Egidio Negrete, que precedia á la defensa en vez del muerto Comandante, lo rechazó siempre con tanto valor y conducta, que se vió obligado á convertir el asedio en bloqueo. Este duró hasta que el Gobernador retiro la guarnicion,1606. y abandonó la plaza.

Consecutivamente el exército Español se dividió en dos cuerpos para hacer mal en el pais enemigo: el primero mandaba el Maestre de Campo Alvaro Pineda, y el segundo Don Diego Saravia. Huenecura acometió al uno despues del otro, y deshizo á los dos de manera que no hubo allí 1607. alguno que no quedase muerto ó prisionero. Así en breve tiempo se disipó todo aquel exército del qual se tenian las mas lisonjeras esperanzas. En conseqüencia de estas desgracias la Corte ordenó que sobre las fronteras Araucanas se mantuviese siempre un cuerpo de dos mil hombres 1608. pagados, asignando para este efecto en el erario del Perú la considerable suma de 292279 pesos anuales, lo que comenzó á practicarse hácia la mitad de este año.

El Tribunal de la Real Audiencia, despues de haber sido suprimido treinta y quatro años, se restableció á ocho de Septiembre 1609. con grande alegria de aquellos habitantes, en la ciudad de Santiago, donde hasta al presente se mantiene con singular reputacion de justicia, y de integridad. Garcia Ramon, que por esta nueva providencia habia agregado á los títulos de Gobernador, y Capitan General, el de Presidente, volvió á pasar Biobio á la cabeza de cerca de dos mil hombres. Huenecura le salió al encuentro en las gargantas de los pantanos de Lumaco. La batalla fué sangrienta, y obstinada. Los Españoles se vieron en gran peligro de ser enteramente deshechos. Pero el Gobernador, colocado en las primeras filas, los animó de modo, que pudieron romper al enemigo. Por último murió en la Concepcion á diez y nueve de Agosto 1610. con muchísimo sentimiento de aquellos habitantes, que lo amaban por sus excelentes qualidades, y por el largo tiempo que les habia acompañado. Fué tambien muy alabado de los Araucanos mismos, cuyos prisioneros trato siempre con particular estimacion, y con una humanidad que le haria honor en este siglo.

La administracion del Gobierno, segun las Reales disposiciones, toco al Decano de los Oidores Don Luis Merlo de la Fuente. Cerca del mismo tiempo acabó tambien sus dias, ó por enfermedad, ó por la herida recibida en la última accion, el Toqui Huenecura, al qual fué dado por sucesor Aillavilu II. De este Toqui afirma Don Basilio de Roxas, autor contemporáneo, que fué uno de los mas insignes caudillos de los Araucanos,1611. y que tuvo muchas batallas con Merlo, y con su sucesor Don Juan Xaraquemada, pero no especifica, ni los lugares, ni las circunstancias de ellas.

Entre los Misioneros encargados de la conversion de los Chileños, habia allí en esta época un Jesuita llamado Luis Valdivia, el qual viendo que era imposible el catequizar á los Araucanos durante el tumulto de las armas, vino á España, y expuso con vivas razones á Felipe III, entonces reynante, el grave daño que resultaba de ello al aumento de la Religion. Este piadoso Soberano, que tenia mas impresos en el corazon los progresos del Evangelio, que los de aumentar sus propios dominios, mandó que dexada luego la guerra, se procurase hacer una paz permanente con aquel pueblo, destinando por frontera de una y otra nacion el Biobio. Y á fin de que sus órdenes fuesen mejor observadas, resolvió elevar á la dignidad Episcopal al zeloso Misionero, encargandole el Gobierno. Pero él no quiso aceptar otra cosa que la gracia de nombrar en su lugar un Gobernador adicto á sus miras. Este fué el mismo Alonso Ribera, que habia sido desterrado al Tucuman, como ya hemos dicho.

1612.El P. Valdivia, contento con el buen éxîto de su viage, volvió á Chile con una carta dirigida por el Rey mismo al Congreso Araucano, acerca del establecimiento de la paz, y de la Religion. Y habiendose trasladado sin tardanza á las fronteras, hizo divulgar por medio de algunos prisioneros Araucanos que habia conducido consigo del Perú, las buenas nuevas que llevaba de la Corte. Aillavilu, que tenia entonces el supremo mando de las armas, hizo poco caso de ellas, mirandolas como asechanzas inventadas para alucinarle, y sorprenderle. Pero habiendo poco despues renunciado su empleo, ó fenecido sus dias, su sucesor Ancanamon, juzgó conveniente informarse de la verdad. Con esta idea dió al Ulmen Carampangui la incumbencia de hablarse con Valdivia, y de exâminar sus proposiciones en una junta de otros Ulmenes.

El Misionero, convidado de este Oficial, se transportó baxo la escolta del Ulmen Lancamilla á Nancu, lugar principal de la provincia de Catiray, donde á la presencia de 50 de aquellos Régulos expuso el suceso, y la substancia de sus negociaciones, leyó los Despachos del Rey, y habló largamente sobre el motivo de su viage, que contenia el bien general de sus almas. El Congreso le dió las gracias por sus cuidados, y prometió dar una respuesta favorable al General.

Carampangui quiso acompañar á Valdivia hasta la Concepcion. Aquí encontró al Gobernador Ribera, el qual, de acuerdo con él, envió á Ancanamon la carta del Rey, por medio del Alférez Pedro Melendez, suplicandole de su parte viniese á Paicavi, donde tendrian juntos las conferencias preliminares de la futura paz. Ancanamon no tardó mucho en transferirse con una guardia moderada de quarenta soldados y algunos Ulmenes. Se encontraban tambien en su séquito varios prisioneros Españoles de las primeras familias, á los quales él dió la libertad. El Gobernador, Valdivia, y los demas Oficiales del estado mayor le salieron á recibir, y lo conduxeron entre el ruido de la artillería á sus alojamientos. Aquí se volvieron á ventilar los artículos de la paz, los quales eran en suma, que Biobio serviria de barrera al uno y al otro pueblo, de manera que á ninguno sería lícito el pasarlo con exército: que se entregarian recíprocamente en lo sucesivo los desertores: y que se permitiria á los Misioneros predicar la Religion Christiana [4].

El General Araucano pidió por preliminar la evacuacion de los fuertes de Paicavi, y de Arauco, nuevamente construidos sobre la ribera del mar. El Gobernador abandonó el primero, y prometió hacer lo mismo luego que la paz fuese concluida con el otro. Para la ratificacion de ella, se necesitaba el consentimiento de los Xefes de los quatro Butalmapus. Ancanamon se encargó de irlos á buscar en persona, y de conducirlos al campo Español.

Las negociaciones. habian ya llegado á este punto de madurez, quando un impensado accidente desconcertó todas las medidas. Entre sus mugeres tenia Ancanamon una dama Española, la qual prevaliendose de su ausencia, se refugió cerca del Gobernador con dos pequeños hijos, y otras quatro mugeres, parte esposas, y parte hijas de su mismo marido, á las quales habia persuadido hacerse christianas. No se puede fácilmente imaginar la indignacion que él tuvo, no tanto por la fuga de sus mugeres, quanto por la cortés acogida que les habian hecho los Españoles. Luego que fué advertido de ello, dexó todo pensamiento de paz, y vuelto atrás las hizo pedir al Gobernador. El negocio se puso en deliberacion. Los Oficiales, muchos de los quales eran contrarios ala paz, por interes que sacaban de los prisioneros de guerra, resolvieron por la mayor parte de no entregárselas, por no exponerlas á abandonar la fé que habian recibido. Ancamamon, despues de muchas inutiles embaxadas, se reduxo, á pesar de su resentimiento, á pedir solamente sus hijas que amaba tiernamente. Se le respondió que en quanto á la primera, no siendo todavia christiana, podria on mas facilidad ser satisfecho, pero que acerca de la segunda no se podria tan fácilmente complacerlo, supuesto que ella habia ya recibido el agua Bautismal.

Mientras las cosas estaban en este crítico estado, compareció sobre la escena otro personage, el qual revivió las esperanzas ya perdidas del deseado acomodamiento. Utaflame, Archi-Ulmen de la provincia de Ilicura, habia sido siempre el enemigo mas terrible del nombre Español. Este se lisonjeaba de haber guerreado prosperamente con todos los Gobernadores, desde el primer Villagran hasta Ribera. Habia siempre rehusado rescatar los hijos, ó los parientes prisioneros, por huir toda suerte de comercio con los enemigos. Pero en esta ocasion, habiendole Valdivia enviado uno de sus hijos tomado en guerra, se mostró tan contento y obligado, que vino en persona á verlo en el fuerte de Arauco; y en pago de las atenciones que recibió de él, y del Gobernador, se ofreció á recibir Misioneros en su provincia, y á inducir á Ancanamon á la paz con los Españoles. Sin embargo añadió, que ante todas cosas era necesario restituirle sus mugeres, lo que podia bien hacerse sin peligro de ellas, obteniendo primero de él un salvo conducto en favor de las mismas. Este era tambien el parecer de Valdivia. Utaflame, tomado sobre sí el cuidado de todo el negocio, se partió conduciendo consigo los tres Misioneros Oracio Vecchi, de Sena, primo del Papa Alexandro VII; Martin Aranda, Chileño; y Diego Montalban, Mexîcano; compañeros de su benefactor.

Apenas el irritado Toqui supo el arribo de los Misioneros á Ilicura, quando se dirigió allí corriendo con doscientos caballos, y sin querer escucharles sus razones los hizo matar á todos juntos con su introductor Utaflame, el qual habia tentado defenderlos. Así vinieron á terminar todos los proyectos de la pacificacion. En vano Valdivia se esforzó varias veces para volver á ordenar su plano. Los Oíifieiales y los soldados, interesados en el manejo de las armas, trastornaron todas sus ideas, gritando que se debia tomar venganza de la sangre esparcida de los Religiosos. El buen Gobernador Ribera se vió obligado á ceder á sus instancias. La guerra, contra las pias intenciones del Rey, se volvió á comenzar con mayor furor que antes. Ancanamon, deseoso por su parte, con mas ahinco de vengarse del agravio recibido, jamas cesó de infestar las colonias Españolas.1613. Su sucesor Loncothegua continuó las hostilidades con igual pertinacia.1614. Ovalle, que vivia en quel tiempo, dice, que este dió furiosas batallas 1615. al mismo Gobernador, y á sus subalternos, de las quales no nos han dexado mas que una imperfecta relacion.1617. Ribera murió en la Concepcion habiendo antes nombrado para ocupar su puesto al Oidor mas antiguo. Fernando Talaverano, al qual despues de diez meses de gobierno sucedió Lope de Ulloa.

CAPITULO VIII.
ATREVIDAS EMPRESAS DEL
Toqui Lientur, y Putapichion.

El supremo mando de las á armas Araucanas, por renuncia de Loncothegua,1618. fué conferido á Lientur. Las expediciones militares de este fueron siempre rápidas é improvisas, de manera que los Españoles no lo conocian sino con el sobrenombre de duende. Hizo Teniente General suyo á Levipillan, del qual fué perfectamente seguido en la execucion de todos sus designios. Aunque Biobio estuviese coronado de centinelas, y de fortalezas, él con todo eso encontró siempre modo de pasarlo y repasarlo sin recibir algun daño. La primera de sus empresas fué el llevarse consigo quatrocientos caballos destinados para la remonta de la caballería Española. Luego puesta á saco la provincia de Chillan,1619. derrotó furiosamente al Corregidor que le habia salido al encuentro, con muerte de éste, dos hijos suyos, y algunos otros del Ayuntamiento de aquella Ciudad.

Cinco dias despues de esta accion volvió al territorio de la plaza de S. Felipe de Austria, ó sea Yumbel con seiscientos infantes, y quatrocientos caballos, los quales expidió en varias divisiones para saquear los paises inmediatos, dexando solamente doscientos en la custodia del estrecho paso de las Cangrejeras. Rebolledo, Comandante de la Plaza, irritado de su temeridad, mandó setenta caballos para guardar el susodicho paso y cortarle la retirada, pero ellos fueron recibidos de los Lienturianos con tanta resolucion, que se vieron obligados á refugiarse en una colina, despues de haber perdido diez y ocho de sus compañeros con el Capitan Aranguren. Rebolledo envió en socorro de ellos tres compañias de infantería, y el resto de la caballería. Lientur, que habia ya llegado con toda su gente, formandose prontamente en batalla, se echó sobre los Españoles, á pesar del continuo fuego de sus mosquetes, y al primer encuentro puso en fuga la caballería. Los infantes, quedando abandonados, fueron por la mayor parte destrozados. El vencedor se llevó consigo treinta y seis prisioneros, los quales distribuyó en las diversas provincias del estado.

Si él hubiese entonces embestido á la plaza, se hubiera infaliblemente apoderado de ella, pero difirió, no se sabe porque motivo, la expugnacion para el año siguiente,1620. la qual no pudo llevar al fin por la valiente defensa que hizo el Comandante Ximenez. Esta pérdida, fué recompensada por la presa de Neculguenu, donde matada la guarnicion Española, se llevó consigo á todos los auxîliares, que habitaban al rededor. Todos estos sucesos fueron seguidos de otros muchos igualmente favorables, por cuyo motivo (segun los escritores de aquel tiempo, que se contentan con hacer mencion de ellos en general) él se reputaba como el hijo primogénito de la fortuna.

Ulloa, fatigado mas de la pena que le causaba la audacia de Lientur, que de sus privadas indisposiciones, terminó sus dias á 20 de Noviembre. Entro en su lugar, segun la costumbre ya establecida, el Decano de los Oidores Christoval de la Cerda, natural de México, el qual para mayor defensa de las riberas de Biobio fabrico allí la plaza,1621. que hasta hoy tiene su nombre. Muy amenudo vino á las manos con Lientur, y tuvo bastante que hacer para poner á cubierto aquellas poblaciones Españolas en el corto espacio de su gobierno, que solo duró un año. Su sucesor Pedro Sores Ulloa, continuó la guerra con la misma fortuna hasta su muerte acaecida el 11 de Septiembre.1624. Le sucedió su cuñado Francisco Alava, que no cubrió este cargo mas que seis meses.

Lientur, fatigado de los años, y de las continuas expediciones, renunció 1625. el supremo mando en Putapichion, jóven que por el valor, y por la conducta le era muy semejante, el qual habia pasado el primer tiempo de su juventud entre los Españoles, cerca de un tal Diego Truxillo, á quien sirvió en qualidad de esclavo. Los Españoles tambien tuvieron al mismo tiempo otro Xefe dotado de singular valor, y prudencia militar. Este fué Don Luis de Córdoba, Señor del Carpio, y sobrino del Virey del Perú, cuyo tio le proveyó abundantemente de municiones de guerra, y de soldados, ordenandole, en nombre de la Corte, que no se contentase con la guerra defensiva, sino que atacase en derechura por varias partes el estado Araucano.

Llegado que fué á la Concepcion, emprendió antes de salir á campaña 1626. la reforma de la tropa, á la qual hizo pagar exâctamente su sueldo. Confirió los empleos vacantes á los criollos, ó sea á los descendientes de los conquistadores, que por la mayor parte estaban olvidados, con lo qual se ganó la estimacion, y la benevolencia de todos aquellos habitantes. Después de haber establecido el órden político, mandó á su primo Alonso de Córdoba, á quien habia dado el puesto de Maestre de Campo, que hiciese una correria con seiscientos hombres en las provincias de Arauco, y de Tucapel.

Este no pudo tomar mas que ciento y quince prisioneros de todos sexôs, y algun número de bestias, porque aquellos habitantes se habian puesto en salvo con sus familias y haberes sobre las montañas: ocho solamente se opusieron á su marcha, los que pagaron con la vida su temeridad.

Entre tanto Putapichion tentó señalar los principios de su Generalato con la toma de una de las mas fuertes plazas que tuviesen los Españoles sobre Biobio. Esta era la del Nacimiento, la qual ocupaba la cima de un alto y escarpado monte, bien guarnecida de artillería y de soldados, de modo que por el arte y por naturaleza parecia inexpugnable. Estas consideraciones no amedrentaron el audaz animo del joven General. 1627. El se dexó caer allí de improviso, y en un momento, superada la dificultosa subida, y ocupado el foso, abrasó con flechas encendidas la estacada, y las habitaciones de los defensores. Estos, acogidos en el único baluarte que las llamas habian perdonado, hicieron un fuego tan violento, que Putapichion desesperando, despues de algun espacio de tiempo, de poderse sostener, se retiró conduciendo consigo doce prisioneros y algunos caballos.

Luego, pasado Biobio, asaltó el puesto de Quinel, defendido por seiscientos hombres; pero habiendole resultado vana tambien esta tentativa, se volvió contra la siempre hostigada provincia de Chillan, de donde llevó consigo una gran cantidad de campesinos, y de animales, no obstante los esfuerzos, que hizo el Sargento Mayor para contenerlo en su rápida marcha.1628. El Gobernador deseoso de vengarse, resolvió invadir por tres partes las provincias Araucanas: las marítimas asignó al Maestre de Campo; las subandinas al Sargento Mayor; y las del medio se reservó para sí mismo. El se dirigió al frente de mil doscientos veteranos, y de las correspondientes compañías de auxîliares, corrió las provincias de Encol y de Puren, haciendo por todas partes gran presa de hombres y de ganados, y pasado el rio Cauten saqueó del mismo modo la abundante comarca de Maquegua.

Mientras se volvía tan contento del buen éxîto de su expedicion, se le presentó Putapichion con tres mil hombres en órden de batalla. 1629. El primer encuentro fué de tal modo violento, que habiendo caido no pocos de los Españoles, los restantes se vieron enteramente desbaratados. Pero reordenados por los valientes Oficiales que mandaban en el exército, obraron de manera que la pelea se hizo mas regular, y el estrago fué igual por una y otra parte. Putapichion, que habia recuperado el botin, y hecho algunos prisioneros durante el tumulto, no creyó conveniente aventurarlos á la suerte de la batalla, por lo qual sin esperar el éxîto hizo tocar la retirada.

Quando el Gobernador llegó á la Concepdon encontró en ella ya de regreso al Sargento Mayor, y al Maestre de Campo. El primero no habia podido hacer cosa particular, porque los enemigos se habian refugiado en las montañas. El otro asegura que habiendo tomado doscientos hombres, siete mil caballos, y mil bueyes, habia despues tenido la desgracia de perderlos casi todos con motivo de una horrible borrasca que le sobrevino en el camino.

Entretanto llegó al reyno el sucesor destinado de la Corte para gobernar en lugar de Córdoba. Este fué Don Francisco Laso, natural de las montañas de Santander, Oficial de crédito en las guerras de los Paises-Baxos, donde habia pasado la mayor parte de su vida. Al principio él creia demasiado exâgerado el valor de los Araucanos, pero despues, instruido por la experiencia, confesó ingenuamente su error. Quiso primeramente venir á un ajuste. Para este efecto envió á sus paises, 1630. con particulares instrucciones, á todos los prisioneros de guerra que encontró en los presidios. Pero los ánimos aun no estaban dispuestos para desear la paz. La gloria de hacerla apetecer estaba reservada á su sucesor. Sin embargo él le preparó el camino con sus victorias, y con diez años de guerra continua que hizo al enemigo en conseqüencia de la repulsa de sus proposiciones.

Laso, con todo, en los principios de sus operaciones militares, no fué muy favorecido de la fortuna. El Maestre de Campo Córdoba, que se preparaba por su órden para invadir con mil trescientos hombres las provincias marítimas, fué enteramente derrotado en Piculgue, pequeño distrito situado no lejos de la plaza de Arauco. Putapichion, dexada una parte de sus tropas en asechanza, le provocó astutamente á venir á batalla en un lugar poco favorable. La caballería Española, que formaba la vanguardia, no pudo sostener el encuentro de la Araucana, la qual en estos tiempos se habia hecho bravísima en el manejo de los caballos. La infantería abandonada, y embestida por todas partes, fué destrozada despues de una pelea de mas de cinco horas, en la qual hizo prodigios de valor para sostenerse contra el terrible ímpetu de los enemigos. En la accion pereció el mismo Comandante con cinco Capitanes, y otros Oficiales de merito.

Luego que el Gobernador fué informado de esta derrota, se puso en marcha con un buen cuerpo de tropas en busca de Putapichion. Pero este, burlada la vigilancia del Sargento Mayor Rebolledo, que habia prometido de no dexarlo pasar Biobio, atravesó este rio con trescientos hombres, y aprovechandose de la ausencia del exército Real, puso á saco las circunvecinas provincias Españolas. Laso, llamado atras, procuró primero ocupar con sus tropas los pasages conocidos del rio, y luego llevando consigo otros tantos soldados quantos sabia que eran los enemigos, se dedico á seguir con toda la brevedad posible sus huellas. Llegado á un lugar llamado Roblería, sobre la ribera del rio Itata, fué atacado por el General Araucano con tanta resolucion, que su gente se vió enteramente derrotada. En el primer encuentro cayeron quarenta Españoles con algunos de sus Oficiales. Los restantes se salvaron mediante el valor de su Xefe, el qual con aquella frialdad de sangre que caracteriza los grandes hombres, no solamente los reordenó, sino que los puso tambien en estado de rechazar con pérdida al enemigo.

Putapichion, contento del suceso, y mucho mas de llevar consigo la capa de grana del mismo Gobernador, volvió á pasar Biobio sin ser perseguido. Habiendo sido recibido del grueso de su exército con las mayores demostraciones de júbilo quiso divertirlo con la renovacion del sacrificio del pruloncon, ya largo tiempo olvidado. Un soldado Español tomado en las batallas precedentes fué la victima del bárbaro espectáculo. El Limen Maulican, constreñido por el General, lo descalabró despues de las acostumbradas ceremonias, con un golpe de clava. Esta cruel accion, que cada uno querrá escusar con el derecho de represalia, deshonra todas las gloriosas empresas de Putapichion. El suplicio de un inocente prisionero de guerra, de qualquier modo, y por qualquier pretexto que se mire, es un atentado de lesa humanidad. El teórico divertimiento no fué del gusto de toda la nacion. Muchos de los circunstantes, como afirma Don Francisco Bascuñan, testigo ocular, compadecieron la suerte del infeliz soldado. El mismo Maulican, al qual por razon de honor fué dada la infame comision, protestó haberla practicado con el mayor desagrado posible, y únicamente por no enemistarse con su superior.

El Gobernador, dexada al Maestre de Campo Fernando Sea, la incumbencia de cubrir con mil y trescientos Españoles,1631. y seiscientos auxîliares las riberas de Biobio, se retiro á Santiago, donde hizo levantar dos compañías de infantería, y una de caballería. Al mismo tiempo recibió del Perú quinientos soldados veteranos. Con esta gente, y con la que se encontraba en la frontera, formó un competente cuerpo de exército, y se traslado solícitamente á la plaza de Arauco, que sabia estaba amenazada por Putapichion. En efecto, el incansable General se habia ya puesto en marcha hácia aquella parte con siete mil combatientes escogidos, á cuyo valor nada creía que fuese capaz de resistir. Pero ellos amedrentados por ciertas supersticiosas observaciones del viejo Extoqui Lientur, que habia querido participar de la gloria de la empresa, lo abandonaron por la mayor parte antes de llegar al termino de la expedicion. No obstante de esto, él, diciendo no haber mejor agüero en la guerra que la gana de vencer, pasó adelante con tres mil doscientos valerosos, que quisieron seguirlo, y se acampo á poca distancia de la plaza. Algunos le aconsejaban de embestirla aquella misma noche, pero él rehusó hacerlo, así para dar algun reposo á sus tropas, como por no ser acusado de los enemigos de que se prevalia en sus operaciones de las tinieblas, á manera de ladrones.

El Gobernador, resuelto de presentarle el dia siguiente la batalla, hizo que su gente, siguiendo su exemplo, se dispusiese, del modo que fuese posible,1632. con los auxîlios de la iglesia. Aquella noche él tuvo una escaramuza con algunos campos volantes del exército enemigo, que se habian acercado demasiado á la muralla, y habian quemado las casas de los auxîliares. Al venir el alba condüxo sus tropas á ocupar el ventajoso puesto de la Albarrada, el qual estaba circuido de dos profundos torrentes. La caballería, mandada por el Maestre de Campo Sea, se formó á la diestra, y la infantería se puso á la siniestra, baxo las órdenes del Sargento Mayor Rebolledo.

Putapichion, observado el movimiento de los Españoles, se presentó á ellos con su exército en tan bello órden, que el Gobernador no pudo menos que aplaudirlo. Los soldados llevaban vistosos penachos en la cabeza, y se manifestaban tan alegres como si fuesen llevados á un festin. Los dos exércitos quasi de comun acuerdo estuvieron algun tiempo contemplandose el uno al otro, hasta que Quepuantu, como Vice-Toqui, dió por órden del General la señal del ataque. Entonces el Gobernador, diciendo demos gusto á Quepuantu, mandó a la caballería adelantarse; pero ella fué muy maltratada de la caballería contraria, que con precipitada fuga se abrigó tras de la retaguardia. En el mismo tiempo la ininfantería Araucana rompió la Española, de manera que Laso se creyó perdido enteramente. Pero en el momento mas crítico, habiendo caido muerto Putapichion, se aprovechó del desconcierto ocasionado por la falta de él, para reordenar su exército, y para cargar con ventaja á los enemigos, que solo atendian á llevarse consigo el cadáver de su General. Ellos consiguieron su intento, pero fueron totalmente derrotados. En vano Quepuantu, matando algunos de los suyos por su mano, se esforzó en volverlos á la pelea. El estrago de los fugitivos perseguidos hasta la distancia de seis millas, fué grandísimo. De los Españoles murieron tambien muchos, pero no se sabe de cierto el número por la discordancia de los autores.

CAPITULO IX.
CONTINUACION DE LA GUERRA:
nueva expedicion de los Holandeses contra Chile: se concluye la paz con los Araucanos: su corta duracion: empresas del Toqui Clentaru: série de los Gobernadores Españoles hasta el año 1720.

Desde la muerte de Putapichion hasta el fin del Gobierno de Don Francisco Laso, los Toquis creados por los Araucanos continuaron la guerra con mas temeridad que conducta. Ninguno de ellos tuvo la sangre fria de Antiguenu, ó de Paillamachu, para ponerse en estado de reparar las pérdidas, y de contrabalancear el poder de los Españoles. Quepuantu, desde el grado de subalterno elevado al supremo mando, se acantonó despues de la batalla de la Albarrada en un valle cubierto de densos bosques, donde se construyó una casa con quatro puertas correspondientes para poderse poneren salvo en caso de ser atacado. El Gobernador, que deseaba ardientemente quitárselo delante, habiendo descubierto el lugar de su retiro, dió al Maestre de Campo Sea la incumbencia de sorprenderlo con quatrocientos hombres armados á la ligera. Al improviso arribo de estos, Quepuantu se refugió, como habia pensado, en el bosque, pero avergonzandose de su fuga, volvió á salir con cerca de cincuenta hombres que habian acudido en su ayuda,1633. y embistió desesperado á los asaltadores. Despues de una media hora de combate, habiendo ya perecido casi toda su gente, aceptó batirse en duelo con Loncomallu, Xefe de los auxîliares, del qual finalmente fué con gran trabajo muerto.

La misma suerte encontró su sucesor y pariente Loncomilla,1634. combatiendo con poquísima gente contra una numerosa division del exército Español. Guenucalquin despues de haber hecho algunas felices correrias, perdió la vida en una batalla que dió en la provincia de Ilicura á un cuerpo de seiscientos Españoles. Curanteo, electo Toqui en el calor de la accion, tuvo la gloria de terminarla 1635. con la derrota de los enemigos, pero poco despues quedó muerto en otro hecho de armas. Curimilla, mas atrevido que todos sus predecesores, saqueó varias veces las provincias situadas de esta parte del Biobio,1636. emprendió el asedio de Arauco, y de todas las demas plazas de la frontera, y por último fué muerto por Sea en Calcoimo.

En tiempo de este Toqui los Holandeses intentaron segunda vez hacer alianza con los Araucanos para apoderarse de Chile. Pero esta expidicion no tuvo mejor éxîto que la primera. La flota de ellos, compuesta de quatro bastimentos, fué dispersa por una borrasca á su arribo en aquellas costas. Uno de estos envió una barca bien armada á la isla Mocha, que se eleva en el estado Araucano. Los habitantes creyendose acometidos, se apoderaron de ella, y mataron toda la gente que la montaba. Otro tuvo la misma desgracia en la pequeña isla de Talca, ahora de Santa María. Este pueblo, como hemos notado otra vez, se desconfia igualmente de todos los Européos; si tiene, pues, ó no razon, es un problema no dificil de resolverse. No obstante de esto el Caballero Narborough emprendió algunos años despues el mismo proyecto por órden de Cárlos II Rey de Inglaterra; pero antes de pasar el estrecho Magallanico, perdió toda su flota, que estaba mejor equipada que la de los Holandeses.

El Gobernador, aprovechandose de la imprudencia de los Comandantes Araucanos, no cesó en todo este tiempo de devastar sus provincias. Habia ordenado por un edicto que se quitase la vida á todos los prisioneros capaces de llevar armas que se hiciesen en estas correrias, pero despues movido de sentimientos mas humanos á mandó que fuesen conducidos al Perú. Sin embargo esta pena para ellos era mas acerba que la muerte. Quando estaban á vista de tierra, como de ordinario se navega en aquellas aguas, no dudaban echarse al mar con la esperanza de escapar á nado, y volver á su pais. Muchos tuvieron la fortuna de ponerse en salvo de esta manera. Aquellos, pues, que no habian podido eludir la vigilancia de los marineros, luego que eran desembarcados en la isla, ó en el puerto del Callao, se exponian á todos los peligros para hacer la fuga, y volver á ver la amada patria, costeando para este efecto, con increibles trabajos, el inmenso espacio de mar que yace entre aquel puerto, y el rio Biobio. Sus parientes mismos mas solícitos en libertarlos de las incomodidades del destierro, que de la muerte quando eran condenados á pena capital, enviaron varias veces embaxadas al Gobernador para procurar su rescate; pero este se negó á consentir en él, siempre que no quisiesen deponer las armas, y someterse á sus órdenes.

Tenia impresa en el corazon la promesa, que á la par de varios otros de sus predecesores, habia hecho al Rey de concluir aquella guerra. Así ponia en obra todos los medios posibles para conseguir el fin. A la verdad ningun otro hubiera sido mas capaz de lograrla sino hubiese debido contrastar con una nacion indomable. No obstante él hizo por su parte quanto el arte militar le sugeria para subyugarla, ya procurando humillarla con sus victorias, ya poniendo á fierro y fuego sus paises, y ya refrenandola con las fortalezas que hizo construir en diferentes lugares. Fundó tambien una ciudad no lejos de las ruinas de Angol, á la qual dió su segundo apellido, llamandola San Francisco de la Vega. Esta colonia, que habia guarnecido de quatro compañías de caballería, y dos de infantería, fué tomada y destruida por el Toqui Curimilla en el mismo año de su fundacion.

Una guerra tan obstinada no podia menos que consumir mucha gente. El exército Español se habia disminuido mas de la mitad, sin embargo del gran número de reclutas que anualmente arribaban del Perú. Por esto Laso envío á España á Don Francisco Avendaño para pedir nuevos refuerzos de tropas, prometiendo acabar la guerra en el término de dos años. Pero la Corte, que instruida de lo pasado tenia poca esperanza de tal suceso, le destinó por sucesor al Marques de Baydes, Don Francisco Zuñiga,1639. el qual habia dado pruebas nada equívocas de sus talentos políticos y militares en Italia, y en los Paises-Baxos, donde habia servido en qualidad de Maestre de Campo.

Este Señor, sea por instrucciones privadas que tuviese del Ministerio, sea por su propio impulso, luego que arribó á Chile, se abocó con Lincopichion,1640. al qual los Araucanos, despues de la muerte de Curimilla habian confiado el mando de sus armas. Por fortuna ambos Comandantes eran de la misma índole, y aborrecian igualmente aquella guerra destructiva, por lo qual fácilmente se convinieron sobre los artículos mas dificiles de la paz. Se fixó para la conclusion de esta, el dia 6 de Enero del año subsiguiente, y el lugar de Quillin situado en la provincia de Puren.

El Marques, llegado que fué el término prescripto,1641. se encontró en el indicado lugar del Congreso con una corte de cerca de diez mil personas que de todas partes del reyno quisieron acompañarlo. Lincopichion, que se habia tambien conducido allí á la cabeza de los quatro Toquis hereditarios, y de un gran numero de Ulmenes, y de otros nacionales, abrió las conferencias con un bien formado discurso: despues, matado, segun la costumbre, un camello Chileno, roció con su sangre el ramo de canela que se habia de presentar en señal de paz al Presidente. Luego se propusieron y se ratificaron los artículos del tratado, los quales fueron aquellos mismos que habian sido aceptados de Ancanamon. El Marques pidió solamente de nuevo que no; se permitiese el desembarco en aquellas costas, ni se suministrase algun socorro á ninguna gente extrangera, lo que siendo conforme á las máximas de la nacion fué por los Araucanos fácilmente concedido. Este grande negocio, que debia poner fin á una guerra de noventa años, se terminó con un sacrificio de otros veinte y ocho camellos, y con una eloqüente arenga que pronunció Antiguenu, Señor de aquel distrito, sobre las ventajas que aquella paz podia acarrear á uno y otro pueblo. Los dos Xefes se abrazaron cordialmente, felicitandose del buen éxîto de sus cuidados, y habiendo comido juntos se hicieron recíprocos regalos, los quales fueron seguidos de grandiosas fiestas que se continuaron por tres dias consecutivos.

En conseqüencia de este tratado, todos los prisioneros de guerra fueron puestos en libertad. Los Españoles tuvieron el consuelo de recibir entre otros quarenta y dos de aquellos que habian quedado en esclavitud desde el tiempo de Paillamachu. El comercio, inseparable de la buena armonia de los pueblos, se estableció entre las dos naciones, y las tierras abandonadas por las continuas correrias de los enemigos y volvieron á poblarse, y á reanimar con regulares productos la industria de sus tranquilos posesores. Los Misioneros tambien comenzaron á exercitar libremente sus ministerios.

A pesar de estas y otras ventajas que debian esperarse de la paz, hubo entre los Araucanos y entre los Españoles algunos espiritus inquietos, los quales procuraron con razones de especiosa política estorbar su execucion. Los primeros decian, que ella no era otra cosa que una maquina inventada para, apartarlos del manejo de las armas, y luego sorprenderlos con mas segundad. Los otros al contrario, mostraban temer que cesando la guerra se multiplicasen demasiado aquellos formidables nacionales, y se hiciesen muy poderosos para destruir los establecimientos Españoles que todavia quedaban en Chile. Así algunos entre estos tuvieron el atrevimiento de gritar al arma, y de instigar á los auxîliares para volver á empezar las hostilidades en el tiempo mismo de las conferencias. Pero el Marques justificandose con los unos, y reprimiendo los otros, dió la ultima mano á su gloriosa empresa, la qual fué aprobada y ratificada de la Corte.

De quanta utilidad fuese para los Españoles el artículo añadido por él al tratado de paz, se vió en el último esfuerzo que dos años despues hicieron los Holandeses para echarlos de Chile.1643. Las medidas de estos habian sido tambien tomadas, que por poco que los Araucanos se hubiesen prestado á ayudarles, hubieran infaliblemente conseguido el deseado intento. Partidos del Brasil, que ya tenian sojuzgado, con una numerosa flota, bien provista de gente y de artillería, ocuparon el excelente puerto de Valdivia, que hacia mas de quarenta años que estaba desierto, desde donde pensaban hacer escala para someter el resto del reyno, y tambien el contiguo Perú. Con tal idea se dedicaron luego á construir tres buenas fortalezas á la entrada de aquel rio para asegurarse en la posesion.

Los Araucanos, convidados con seducientes promesas á abrazar el partido de ellos, no solamente no lo consintieron, pero sujetandose á las estipulaciones de Quillin, no quisieron ni siquiera proveerles de víveres, de los quales absolutamente carecian. Los Cuncos, á quienes pertenecía el ocupado territorio, siguiendo el consejo de sus aliados, rehusaron tambien de tratarlos, y de socorrerlos. De modo que los Holandeses constreñidos de la hambre, y mucho mas del aviso que tuvieron, del próxîmo arribo de las fuerzas combinadas de los Españoles, y de los Araucanos, abandonaron el pais tres meses despues de su desembarco. El hijo del Virey del Perú, Marques de Mancera, habiendo, pues, llegado allí con diez baxeles de guerra en busca de ellos, fortificó aquel puerto, y especialmente la isla que conserva hasta ahora el nombre titular de su familia.

Terminado que hubo Baydes el sexto año de su pacifico gobierno, fué llamado de la Corte. Don Martin Muxica, substituido en su lugar, procuró conservar el reyno en aquel estado de tranquilidad que lo habia encontrado; no tuvo otro disturbio que el de un gran terremoto, por el qual fué en parte destruida á 8 de Mayo 1647. la ciudad de Santiago. La suerte de su sucesor Don Antonio Acuña fué muy diferente. El vió encenderse de nuevo la guerra entre los Españoles y los Araucanos, por motivos que no nos han manifestado los autores contemporáneos.

Clentaru, Toqui hereditario de Lauquemapu,1655. electo General á plenitud de votos, señaló su primera campaña con la total derrota del exército Español mandado por el Sargento Mayor, el qual pereció en ella con toda su gente. Esta victoria fué seguida de la toma de las fortalezas de Arauco, Colcura, San Pedro, Talcamavida, y San Rosendo. El año siguiente el General Araucano, pasado Biobio, derrotó tambien furiosamente al Gobernador Acuña en los campos de Yumbel, destruyó 1656. las plazas de San Christoval y de la Estancia del Rey, y quemó la ciudad de Chillan.

En esta época acaba con mucho sentimiento nuestro el detalle de todas las memorias, de las quales hasta ahora nos hemos servido. Los sucesos mismos de Clentaru, que hemos referido, solo son indicados por incidencia. Sabemos en general solamente, que esta guerra se continuó con gran furor por espacio de diez años baxo el gobierno de Don Pedro Portel Casanate, y Don Francisco Meneses.1665. Este último, que era de nacion Portugues, tuvo la gloria de terminarla en mil seiscientos sesenta y cinco con una paz mas permanente que la de Baydes. Pero él despues de haberse desocupado de los Araucanos, se tomó la molestia de reñir con los Ministros de la Real Audiencia, los quales no hablan querido aprobar su matrimonio con la hija del Marques de la Pica, por ser prohibido por reales ordenanzas. La contienda pasó tan adelante, que la Corte se vió obligada á mandar allí, con plena autoridad, al Marques de Navamorquende. Este Ministro, tomadas las debidas informaciones, envió á Meneses al Perú, y se quedo en posesion de su empleo. Después de él hasta fin del siglo fueron encargados sucesivamente de aquel gobierno: Don Miguel Silva, Don Josef Carrera, Don Josef Garro, y Don Tomás Marin de Poveda, los quales, segun nos parece, vivieron en buena armonía con los Araucanos. Garro solamente estuvo á punto de romper con ellos, con motivo de haber transportado los habitantes de la isla Mocha,1686. á esta parte de Biobio para quitar toda comunicacion con los enemigos de fuera.

Los principios del siglo presente fueron señalados en Chile con la deposicion del Gobernador Don Francisco Ibañez, con la rebelion de los habitantes del archipielago de Chiloe, y con el comercio de los Franceses. Ibañez fué desterrado, como Meneses, al Perú, por haber favorecido, segun se dice, el partido contrario á la reynante casa de Borbon en la guerra de sucesion. Su empleo hasta el año de 1720 fué ocupado por Don Juan Henriquez, Don Andres Uztariz, y Don Martin Concha.1712. Los Isleños de Chiloe volvieron bien presto á la obediencia mediante la sabia conducta del Maestre de Campo, General del reyno, Don Pedro Molina, el qual habiendo sido mandado contra ellos con un buen cuerpo de tropas, quiso mas bien ganarlos con buenos modos que con inutiles victorias.

Los Franceses en virtud de la susodicha guerra de sucesion, se encargaron de todo el tráfico externo de Chile desde 1707 hasta 1717. Los puertos estaban llenos de sus bastimentos. Ellos se llevaron consigo sumas increibles de oro, y plata. Muchos de ellos enamorados del pais se establecieron en él, y han dexado una numerosa descendencia. Con esta ocasion el docto Minimo Feuillée, que permaneció allí tres años, hizo sus observaciones botánicas y astronómicas en la mayor parte de aquellas costas: se mereció el amor de aquellos pueblos, y su memoria se conserva indeleble en sus ánimos.

CAPITULO X.
BREVE NOTICIA DE LAS
guerras del Toqui Vilumilla y Curiñancu: Gobernadores Españoles hasta el presente año de 1787.

Los Araucanos hacía ya algun tiempo que estaban muy descontentos con la paz. Veian que esta daba á los Españoles la facilidad de formar nuevos establecimientos en su pais. Sufrian tambien de mala voluntad la insolencia de aquellos que se atribuian allí el título de Capitanes de amigos, los quales habiendose introducido con el pretexto de escoltar los Misioneros,1722. se abrogaban una especie de autoridad sobre los nacionales. En conseqüencia de estos resentimientos determinaron crear un Toqui General, y correr á las armas.

La eleccion cayo sobre Vilumilla, hombre de baxa esfera, pero muy conocido por su juicio, por su valor, y por sus proyectos. El no maquinaba menos que echar á los Españoles de todo Chile. Para acertar en esta ardua empresa era menester ganarse todos los Chileños que habitaban desde los confines del Perú hasta Biobio. Una idea tan vasta le parecia de fácil execucion. Habiendo matado en una escaramuza tres ó quatro Españoles, y uno de los pretendidos Capitanes de amigos, envió, segun la costumbre, un dedo de estos, exhortandolos á tomar inmediatamente las armas luego que viesen fuegos encendidos sobre las cumbres de los mas altos montes. A 9 de Marzo de 1723 dia destinado para la solemne intimacion de la guerra, se vió efectivamente 1723. el fuego sobre las montañas de Copiapó, de Coquimbo, de Quillota, de Rancagua, de Maule, y de Itata. Los nacionales sin embargo, ó por considerarse pocos en número, ó por la incertidumbre del éxîto, no se movieron.

No obstante de esto Vilumilla nada se perturbó por haber quedado en humo su proyecto. Declarada que hubo la guerra, se puso al instante á la cabeza de sus tropas para atacar los establecimientos Españoles. Pero antes de ponerse en marcha, usó la atencion de dar aviso á los Misioneros, para que evitasen, al salir del estado, el ser maltratados de sus campos volantes. El fuerte de Tucapel fué el primero que cayó en sus manos. La guarnicion de Arauco, temiendo encontrar la misma suerte, le dexó libre aquella plaza. Demolidas estas dos fortalezas se volvió contra la de Puren, donde creia poder entrar sin resistencia. Pero el Comandante Urrea se le opuso con tanto vigor que le fué necesario emprender el asedio. En breve los defensores fueron atormentados de la hambre, y de la sed. El aqüeducto que les suministraba agua habia sido destruido por los enemigos. El Comandente hizo una salida para repararlo, pero quedó en ella muerto con varios otros de sus soldados.

Las cosas estaban en este crítico estado, quando llegó allí el Gobernador Don Gabriel Cano, que habia sucedido á Concha, con un cuerpo de cinco mil hombres. Vilumilla acantonandose detras de un torrente dispuso sus tropas en órden de batalla, creyendo deber venir luego á las manos. Pero Cano, aunque varias veces provocado, halló por mas conveniente el abandonar la plaza, y retirarse con la guarnicion. La guerra, pues, se reduxo toda á escaramuzas de poca conseqüencia, las quales fueron terminadas por la paz celebrada en Negrete, lugar situado sobre el confluente de los rios Biobio, y Laxa, aquí se volvió á confirmar el tratado de Quillin, y las Capitanias de amigos fueron del todo abolidas [5].

Cano, despues de haber gobernado con suma moderacion el Reyno por el espacio de quince años, lo que no habia acaecido á ninguno de sus predecesores, acabó de vivir en la ciudad de Santiago. Le sucedió por disposicion del Virey del Perú, su sobrino Don Manuel Salamanca, el qual procuró conformarse en todo con las máximas humanas del tio. Don Josef Manso, enviado desde España para gobernar en su lugar, tuvo orden del Reypara reducir á vida sociable los numerosos habitantes Españoles de aquellas campañas. Para este efecto fundó 1742. las Villas de Copiapó, de Aconcagua, de Melipilla, de Rancagua, de San Fernando, de Curicó, de Talca, de Tutubén, y de los Angeles. En premio de este servicio fué promovido al brillante empleo de Virey del Perú. Sus sucesores continuaron en formar nuevas colonias, las quales no han tenido el suceso de las primeras. Don Domingo Rosas hizo construir 1753. Santa Rosa, Guasco-alto, Casablanca, Bella-Isla, Florida, Coulemu, y Quirigua. El envió tambien habitadores á la isla grande de Juan Fernandez, que hasta entonces habia estado desierta con notable perjuicio del comercio marítimo, porque los corsarios encontraban en ella un abrigo seguro para poder asaltar las naves mercantes. Don Manuel Amat, que despues fué Virey del Perú,1759. fundó sobre la frontera Araucana Santa Barbara, Talcamavida, y Gualqui.

Don Antonio Guill Gonzaga tentó hacer mas que sus predecesores. El quiso reducir los Araucanos á construirse ciudades. Las personas prácticas del pais se reian de este quimérico proyecto. Las demas lo creian posible. Se tuvieron muchos acuerdos para encontrar los medios mas conducentes al buen éxîto de la empresa. Los deseos de lograrlos hizo parecer fácil cada cosa. Los Araucanos informados de todo por sus espias,1766. considerando el peligro que podia resultar contra su amada libertad, deliberaron en secreto sobre el partido que debian tomar para eludir las tentativas de sus vecinos, sin llegar á las armas. Las resoluciones tomadas en sus juntas fueron: primera, llevar á lo largo el negocio con equívocas promesas: segunda, pedir quando fuesen instados, los instrumentos y auxîlios necesarios para la construccion: tercera, recurrir á las armas á la hora que viniesen por fuerza á obligarlos al trabajo, pero de modo que las solas provincias esforzadas se declarasen por la guerra; las otras entretanto debian mantenerse neutrales, á fin de poder ser mediadoras de la paz. Quarta, venir á un rompimiento general quando la mediacion de aquellas no fuése aceptada. Quinta, dexar partir los Misioneros sin incomodarles, porque ellos no tenian otro defecto que el de ser Españoles. Sexta, elegir al instante un Toqui General, el qual tuviese la incumbencia de cuidar de la execucion de los susodichos reglamentos, y de tener prontas todas las cosas necesarias para salir á campaña, luego que las circunstancias lo pidiesen.

En virtud de este último artículo la eleccion se hizo el mismo dia. Todos los sufragios se habian reunido en favor de Antivilu, Archi-Ulmen de la provincia de Maquegua el qual tenia una grande influencia en la junta, pero habiendose escusado con motivo de la neutralidad que segun los pactos debia observar su provincia, fué destinado á ocupar aquel empleo Curiñancu, hermano de un Ulmen de Encol, en el qual concurrian todas las qualidades que podian desearse en semejantes coyunturas.

En el primer Parlamento el Gobernador propuso su plano baxo todos aquellos aspectos que podian hacerlo agradable. Los Araucanos en conseqüencia de sus convenciones repugnaron, concedieron, tergiversaron, y pidieron los auxîlios necesarios para emprender la obra. Destinaron los sitios que podian parecer mas á proposito para la ereccion de las nuevas ciudades. Se les envió una gran cantidad de herramientas, de víveres, y de bueyes para el transporte de las maderas. El trabajo sin embargo nada progresaba. El Maestre de Campo Cabrito, se transfirió allí con varias compañías de soldados; á fin de estimular á los lentos trabajadores. Se pusieron sobrestantes por todas partes. El Sargento Mayor Ribera se encargó de la construccion de Nininco, y el Capitan Burgoa de la de otra ciudad que debia fabricarse sobre las riberas de Biobio. El Maestre de Campo dirigía las operaciones desde su quartel general de Angol.

Pero los Araucanos, empuñadas en vez de los azadones sus lanzas, mataron los sobrestantes, y reunidos en número de quinientos, baxo el estandarte de su Toqui, pasaron á sitiar á Cabrito en su acampamento. Burgoa, despues de haber sido muy maltratado, fué puesto en libertad por hacer agravio al Maestre de Campo, del qual se decia enemigo. El Sargento Mayor, escoltado de un Misionero, repasó á vista de los enemigos, que lo buscaban para matarlo, el Biobio. Vuelto despues al frente de quatrocientos hombres libró á Cabrito del asedio, y lo puso en salvo. Otro Misionero, Don Pedro Sanchez, rogó al Oficial Araucano enviado para hacerle escolta, que perdonase á un Español, de quien habia sido poco antes gravemente ofendido: el Araucano le respondió, él nada tiene que temer en vuestra compañia; ademas de que no es tiempo de pensar en venganzas privadas. Todos los Españoles que pudieron prevalerse de este asilo, evitaron la muerte.

El Gobernador entretanto se confederó con los Pehuenches para atacar juntos á los Araucanos por varias partes. Curiñancu, avisado de la venida de ellos, los sorprendió al salir de la cordillera, y habiendo hecho prisionero á su General Coliguru con su hijo, los quales hizo despues morir; puso todos los demas en derrota. Esta infamia, que parecia deber enagenar para siempre aquel pueblo de los Araucanos, lo reconcilio totalmente con los mismos, tanto que desde entonces se ha hecho el mayor enemigo del nombre Español, para contribuir á las miras de aquellos. Curiñancu se sirvió de estos Montañeses, durante la guerra, para inquietar las provincias vecinas á la capital. Ellos se han dedicado desde esta época á atacar mas amenudo las caravanas Españolas, que de Buenos Ayres pasan á Chile. Todos los años se reciben funestas noticias de aquellas partes.

Gonzaga, que demasiado presto habia dado parte á la Corte del buen suceso de su grandioso designio, no pudo resistir á la pena de verlo enteramente desvanecido. Las crónicas indisposiciones, á las quales estaba sujeto, agravadas con este sentimiento, le quitaron la vida en el segundo año de la guerra, con gran desazon de aquellos habitantes que lo amaban por sus apreciables qualidades. Le sucedió por nombramiento del Virey, Don Francisco Xavier de Morales. Las provincias neutrales, puestas de acuerdo, se habian ya declarado en favor de las otras. La guerra proseguia con vigor. Curiñancu por una parte, y su bravo Vice-Toqui Leviantu por la otra, tenian en continuo movimiento las tropas Españolas, las quales habian sido acrecentadas con varias divisiones enviadas allí desde España. No nos han señalado las circunstancias de los. diferentes ataques que se dieron los unos á los otros. La fama de una sangrienta accion acaecida á principios del año 1773 llegó hasta Europa. A esta época la guerra habia costado un millon y setecientos mil pesos al Real Erario, y á los particulares.

El mismo año se decidió de venir á un convenio. Curiñancu, provisto por su nacion de amplia autoridad para concertar los artículos, pidió por preliminar, que las conferencias se tuviesen en la ciudad de Santiago. Aunque esta pretension fuese contraria al uso establecido, con todo fué acordada por los Españoles sin mucha dificultad. Quando, pues, se comenzó á tratar de las condiciones de la paz,1773. el Plenipotenciario Araucano hizo otra proposicion que pareció mas extraordinaria que la primera. El pidió, que fuese permitido á sus nacionales tener un Ministro estable en la misma ciudad de Santiago. Los Oficiales Españoles que asistian al Congreso, se opusieron resueltamente á semejante demanda, pero el Gobierno creyó tambien útil el concederla, porque por este medio se podian mas facilmense ajustar inmediatamente las recíprocas diferencias. Sin embargo las dos proposiciones, atendida la índole, y el modo de vivir de aquellos nacionales, pueden dar motivo á muchas interpretaciones. Los demas artículos de la paz no encontraron la menor dificultad. Los tratados de Quillin, y de Negrete fueron de comun acuerdo revalidados. El enviado Araucano se alojó con su comitiva en el Colegio de San Pablo, habitado antes por los Jesuitas.

La Corte, informada de la muerte de Gonzaga, mandó á gobernar aquel pais á Don Agustín Jauregui, el qual obtuvo despues, con aplauso universal, el relevante empleo de Virey del Perú. Don Ambrosio Benavides que le ha sido subrogado, hace al presente felices aquellas poblaciones,1787. con su prudente y benéfica administracion.

CAPITULO XI.
ESTADO PRESENTE DE CHILE.

En la sucinta relacion que hemos dado de los sucesos ocurridos en Chile despues del descubrimiento del Nuevo Mundo, se ve que la posesion de este pais ha costado á los Españoles mas sangre y mas dinero que la del resto de la America. El Araucano, restringido en un pequeño canton, ha sabido en él, con armas débiles, no solo contrabalancear sus fuerzas, reputadas hasta entonces invencibles, pero aun ponerlos en peligro de perder las adquisiciones mas solidamente establecidas. Sus Oficiales fueron allí por la mayor parte desde la escuela de la guerra, esto es, desde los Paises-Baxos, y sus soldados tenian la reputacion bien merecida de ser los mejores de la tierra. Ellos estaban armados de aquellos rayos destruidores, con que habian hecho temblar los mas vastos imperios de aquel continente.

Esto parecerá mas maravilloso, sí se reflexîona la decidida superioridad que la disciplina Européa ha tenido en todas las partes de la tierra. Los Españoles mismos hicieron asombrar el mundo con la rapidez de sus conquistas. Los pocos Portugueses arribados á la India Oriental, se apoderaron de ella con una facilidad quasi increible, á pesar del número, y de las fuerzas de aquellos nacionales, los quales se servian de las armas de fuego. El General Pacheco con ciento sesenta de sus compatriotas, deshizo en varias ocasiones al poderoso Zamorino, que mandaba cincuenta mil soldados provistos de mucha artillería, sin perder siquiera un hombre. Brito, sitiado en Cananor, batió otro exército semejante con la misma fortuna. En nuestros dias Mr. de la Touche, circundado en Pondicheri de ochenta mil Indianos, los puso en fuga con trescientos Franceses, despues de haber muerto mil doscientos, sin perder mas que dos de los suyos. Pero á pesar de la fuerza y el arte, los Araucanos permanecen siempre en sus terrenos, lo que hace conocer el valor y constancia de este pueblo.

Los Españoles, perdidas las colonias que tenian en el estado Araucano, se han contentado, con mejor acuerdo, de establecerse solidamente en el espacio de pais que yace entre los confines australes del Perú, y el rio Biobio, ó sea entre los gr. 24 y, 36½ de lat. merid. el qual han dividido en trece provincias llamadas Copiapó, Coquimbo, Quillota, Aconcagua, Melipilla, Santiago, Rancagua, Colchagua, Maule [f], Itata, Chillan, Puchiacay, Huilquilemu [g]. Poseen tambien la plaza de Valdivia en el pais de los Cuncos, el archipielago de Chiloe, y la isla de Juan Fernandez. La Corte, como se ha visto en el curso de nuestra historia, manda para el Gobierno de todas estas provincias un Oficial de merito, que por lo comun tiene el grado de Teniente General, y reúne los títulos de Presidente, Gobernador, y Capitan General del Reyno de Chile. Su residencia es en la Ciudad de Santiago, y solo depende del Rey, excepto en el caso de guerra, en el qual es menester que reconozca en ciertos puntos la preeminencia del Virey del Perú.

En calidad de Capitan General manda el estado militar, y tiene baxo de sí no solo los tres grandes Oficiales del reyno, que son el Maestre de Campo, el Sargento Mayor, y el Comisario, sino tambien los quatro Gobernadores de Chiloe, Valdivia, Valparaiso, y Juan Fernandez. Como Presidente, pues, y Gobernador General, él es el Supremo Administrador de la justicia, y preside á los dicasterios superiores establecidos en la misma capital, cuya autoridad jurídica se extiende á todas las provincias sujetas al dominio Español en aquellas partes.

El principal de estos Tribunales es la Audiencia, ó sea el Senado Real, el qual juzga en última instancia de todas las causas civiles y criminales de importancia. Por este motivo este cuerpo se divide en dos salas llamadas la una Civil, y la otra Criminal. Ambas son compuestas de varios jueces respectables llamados Oidores, de un Regente, de un Fiscal, el Procurador regio, y de un Protector de los Indios. Todos estos Ministros son provistos por la Corte con gruesos estipendios. Sus sentencias son finales, fuera, de los casos contenciosos, en los quales se puede apelar al Supremo Consejo de las Indias, quando el asunto de la disputa excede la suma de 10Ϡ escudos. La justicia, como hemos ya dicho con unánime consentimiento de aquellos pueblos, es administrada por ellos con una integridad singular. Los demas Tribunales Supremos son el de Hacienda, el de Cruzada, el de Tierras Vacantes, y el Consulado, el sea el Tribunal del Comercio, independiente de qualquiera otro de este genero.

Las provincias son gobernadas por Prefectos, llamados anteriormente Corregidores, y ahora conocidos con otros nombres [h], los quales, segun su institucion, deben tener nombramiento Real, pero atendida la distancia de la Corte, son por lo comun creados por el Capitan General, del qual se dicen Lugar-Tenientes. La jurisdicion de ellos se extiende sobre lo político y sobre lo militar, y sus emolumentos dependen de los inciertos de las propias cargas. En todas las capitales de las provincias hay, ó á lo menos debe haber, un Magistrado Municipal llamado Cabildo, el qual es compuesto, como en el resto de la Monarquía, de varios miembros perpetuos nombrados Regidores, de un Porta-Estandarte, de un Procurador, de un Juez Foraneo denominado Alcalde Provincial, de un Alguacil, ó justicia mayor, y de dos Cónsules ó Burgo-maestres dichos Alcaldes: estos últimos son electos entre la primera nobleza, por el mismo Cabildo, en el principio del año, y tienen jurisdicion tanto en las materias civiles como en las criminales de primera instancia.

Los habitantes de la campaña estan repartidos en regimientos, los quales tienen obligacion de marchar á las fronteras, ó á la marina, en caso de guerra [i]. Ademas de estas milicias el Rey mantiene allí un cuerpo suficiente de tropas regladas para la defensa del reyno, cuyo número habiendo sido acrecentado en estos últimos años, no lo podemos designar [j]. Sabemos muy bien que en la Concepcion, ciudad puesta sobre la frontera Araucana, hay dos cuerpos, uno de caballería, y el otro de infantería. El primero es compuesto de ocho compañías, y el segundo de trece, inclusa una de Bombarderos. A la caballería preside el Brigadier Don Ambrosio Higgins, de nacion Irlandes, el qual por sus esclarecidas circunstancias se ha atraido la estimacion y la benevolencia de aquellos habitantes. El es al mismo tiempo Maestre de Campo, y Intendente del Departamento de la Concepcion [k]. La infantería, como tambien la artellería, estan baxo el mando de dos Tenientes Coroneles. La ciudad de Santiago mantiene algunas compañías de Dragones para su guardia. Yo no me hallo en situacion de dar una relacion circunstanciada de las entradas, y de los gastos del Gobierno, los quales se han aumentado de algun tiempo á esta parte.

En quanto al Gobierno Eclesiástico, Chile esta dividido en dos solas Diócesis vastísimas, esto es, en la de Santiago, y en la de la Concepcion, así llamadas de los nombres de las ciudades donde residen los Obispos, los quales son sufraganeos del Arzobispo de Lima. La primera Diócesis se extiende desde los confines del Perú hasta el rio de Maule, y comprehende tambien la provincia de Cuyo, situada de esta parte de los Andes. La segunda abraza todo el resto de Chile con las islas anexas, aunque la mayor parte de esta extension sea todavia habitada por paganos. Las dos Catedrales son servidas por un competente número de Canónigos, cuyas rentas, como tambien las de los Obispos, dependen de los diezmos que allá estan en uso. El Tribunal del Santo Oficio establecido en Lima, mantiene en Santiago un Comisario con varios Ministros subalternos.

El conquistador Pedro Valdivia, introduxo consigo los Religiosos de la Merced, y despues de haberse establecido allí, pidió tambien hácia el año 1553 los Dominicos, y Franciscos Observantes. Los Agustinos llegaron en 1595, y los Hospitalarios de San Juan de Dios cerca del año 1615. Todos estos Ordenes Religiosos tienen muchos conventos, y los tres primeros forman provincias separadas. Los hermanos de San Juan de Dios tienen la incumbencia de los hospitales del pais, baxo un Comisario dependiente del Provincial del Perú. Estas son las únicas congregaciones de Religiosos que se encuentran al presente en Chile. Los Jesuítas que entraron en aquel reyno con el sobrino de su Fundador Don Martin de Loyola en 1593, tenian tambien una provincia separada. En diferentes tiempos otros regulares han procurado formar establecimientos pero los Chileños se han opuesto siempre á la introducion de nuevos Ordenes Religiosos. Santiago, y la Concepcion son las solas ciudades, que tienen conventos de Monjas.

Los Españoles han fundado sus ciudades en las mejores situaciones del pais. Pero muchas de ellas hubieran sido mejor colocadas sobre las riberas de los grandes rios, para facilitarles el Comercio. Este defecto es mucho mas de notar en las nuevas fundaciones. Las calles de estas ciudades son todas derechas, empedradas á escaque, ó sea en ángulos rectos, y tienen 36 pies de París de ancho. Las casas, aunque sean con motivo de los terremotos, por lo comun sin altos, sin embargo son cómodamente construidas, blanqueadas por fuera, y en la mayor parte pintadas por dentro. Tienen en su recinto amenos jardines regados por canales de agua perenne, que pasan por todas las habitaciones. Las casas de los nobles en particular, son amuebladas con mucha riqueza, y buen gusto. Habiendo aquellos habitantes observado que los edificios antiguos fabricados de dos cuerpos se habian conservado ilesos, á pesar de los mas violentos movimientos de los terremotos, se han animado á habitar en alto, y ahora han principiado á construir sus casas á la manera de Europa. Así aquellas ciudades tendran mejor vista, tanto mas, quanto en vez de adobes, de los quales comunmente se servian, creyendolos de mayor seguridad contra los terremotos, van empleando en las nuevas, fábricas la piedra y cal.

Las bodegas, los albañales, y los pozos, mas comunes de lo que son al presente, podrian hacerlos menos expuestos á este terrible desatre. Las iglesias son por lo ordinario, mas recomendables por la riqueza que por la arquitectura. En la capital sin embargo, merecen ser observadas tambien en este punto la Catedral, y la iglesia de PP. Dominicos, las quales son enteramente fabricadas de piedra quadrada. La primera, construida á expensas Reales, baxo los auspicios del actual Obispo D. Manuel Alday, Prelado digno de toda alabanza, no menos por su piedad que por su ciencia, muy conocida en el último Sinodo de Lima, es de magestuosa arquitectura, y tiene de largo 384 pies parisienses. Dos arquitectos Ingleses formaron el diseño y se encargaron de la obra. Pero llegados á la mitad de ella protextaron no querer seguir adelante si el pactado salario no fuese aumentado. Habiendose suspendido por este motivo la fábrica, se ofrecieron á concluirla dos de aquellos Indianos que trabajaban baxo los mismos Ingleses, los quales disimuladamente habian procurado instruirse en todos los ramos de su arte. Estos efectivamente la conducieron al fin con toda aquella perfeccion que se podia, esperar de los mismos maestros [l]. En la misma capital son tambien dignos de mencion el quartel de Dragones, la casa de Moneda nuevamente levantada por un arquitecto Romano, y el Hospital de los Huerfanos fundado por el Marques de Monte-pio, Don Juan Nic-Aguirre, y dotado del presente Soberano, que favorece con particular propension todos los establecimientos de pública utilidad.

La parte de Chile Española, mediante la libertad que el mismo Soberano se ha dignado conceder al comercio marítimo, se va repoblando con aquella rapidez que exîgian lo agradable de su clima, y la abundancia de sus productos. Su poblacion en general es compuesta de Européos, de Criollos, de Indios, de Negros, y de Mestizos. Los Européos, fuera de algunos pocos Franceses, Ingleses, y Italianos, son todos Españoles, y por la mayor parte de las provincias septentrionales de España. Los Criollos, que forman allí el mayor número, son los descendientes de los Européos. El carácter de ellos, fuera de algunas pequeñas diferencias provenientes del respectivo clima, ó del gobierno, es enteramente semejante al de todos los demas Criollos americanos oriundos de qualquiera nacion Européa. Las mismas ideas y las mismas qualidades morales se descubren en todos. Esta uniformidad, muy digna de reflexîon, no se que haya sido considerada por algun filósofo en toda su extension. Por todo lo qual, lo que los viageros inteligentes y sin preocupacion han escrito en quanto á la índole de los Criollos Franceses é Ingleses, se puede sin equivocacion aplicar á estos de Chile [6].

Son estos generalmente dotados de buen ingenio, y tienen buen éxîto en todas las facultades, á las quales se aplican. Harian progresos notables en las ciencias útiles, como los han hecho en la metafísica que se les enseñaba, si tuviesen aquellos estímulos, y aquellos medios que se encuentran en Europa. No se reconoce en ellos algun particular apego á las preocupaciones, y si alguna vez las tienen, se despojan de ellas fácilmente, luego que advierten lo bueno, y lo útil. Pero los libros instructivos, y los instrumentos científicos son allí poco comunes, ó se venden á un precio exôrbitante. Así aquellos talentos, ó no se ilustran, el se emplean en cosas frívolas. Los gastos de la imprenta son tambien excesivos, por lo qual pocos quieren aspirar á la fama de escritores. Entre ellos está en grande estimacion la ciencia de las Leyes Civiles y Canónicas. Muchos jóvenes Chilenos, pues, acabado el curso de Filosofía, pasan á instruirse en la capital del Perú, donde aquella facultad se enseña con particular aplauso. Un Vazquez, un Boza, un Urizar, un Caux, un Mier, y el ya aplaudido Señor Alday, se han adquirido gran nombre en tal profesion.

Las bellas artes se encuentran en Chile en un estado miserable. Las mecánicas tambien estan hasta ahora muy lejos de su perfeccion. Se deben exceptuar sin embargo, las de carpintero, de herrero, y de platero, las quales han hecho algun progreso á merced de las buenas luces que comunicaron algunos artesanos Alemanes que pasaron allí conducidos por el P. Cárlos de los Condes de Flainhausen, en Baviera, que quiso emplearse en aquellas Misiones. Este benemérito Religioso, que murió en 1766, tenia un singular amor á aquel pais, cuyas ventajas procuró siempre con el mismo ardor que hubiera podido tener el mas zelante nacional, pero no pudo efectuar todas sus benéficas ideas. La importante revolucion, que el Soberano va felizmente promoviendo en todo género de útiles conocimientos, se ha propagado hasta aquellas partes. Las ciencias, y las artes, que antes no se conocian, ó estaban olvidadas, ahora se atraen la atencion de aquellos habitantes. Así es de esperar, que en breve todo mudará de semblante.

Los hombres civiles se visten á la francesa, y las mugeres á la manera del Perú, la qual es ya bien conocida por el viage del célebre Don Antonio Ulloa, y por la descripcion que hizo de ella el Señor Abate Raynal. Las Chilenas, pero con mayor modestia, llevan la ropa mas larga. Por lo demas el luxo es el mismo. De Lima van á Chile todas las modas, como de Paris se extienden por toda la Europa. Las ricas personas se tratan con brillantez en vestidos, en libreas, en coches, y en denominaciones honoríficas. Hasta los títulos de Condes, de Marqueses, &c. han pasado allá con todas las demas modas Européas. Los titulados de la capital son los Marqueses Irrazabal, de la Pica; Encalada, de Villa-Palma; Poveda, de Cañadahermosa; Aguirre, de Monte-Pio; Huidobro, de Casa-real; y los Condes Mesía, de Sierrabella, Alcalde de Quinta-alegre; y Toro, de la Conquista. Chile ha tenido la prerogativa sobre las demas provincias de la América, de ver dos de sus patricios ensalzados á la dignidad de Grandes de España, esto es, Don Fernando Irrazabal, Marques de Valparaiso, nacido en Santiago: que fué Virey de Navarra, y Generalísimo del exército Español en tiempo de Felipe IV; y Don Fermin Caravajal, Duque de San Cárlos, natural de la ciudad de la Concepcion, el qual reside al presente en la Corte de Madrid. Don Juan Covarrubias, nacido tambien en Santiago, habiendo pasado á principio de este siglo al servicio de su Magestad Christianísima obtuvo de ella el título de Marques de Covarrubias, el habito del Santo Espíritu, y el grado de Mariscal de Francia.

Las gentes del Campo, aunque oriundas por la mayor parte de los Españoles, visten quasi enteramente á la Araucana. Dispersas por aquellas vastas campañas, y lejos de muchas incomodidades, gozan de toda su libertad, y, pasan una vida tranquila y alegre entre los dulces placeres que inspira aquel delicioso clima [7]. Por eso son naturalmente festivos, y amigos de toda suerte de diversiones. Aman la música, y componen versos á su modo, los quales, aunque rústicos, é inelegantes, no dexan de tener una cierta gracia natural, la qual deleyta mas que la afectada elegancia de los poetas cultos. Son comunes entre ellos los compositores de repente, llamados en su lengua del pais Palladores. Así como estos son muy buscados, así quando conocen tener este talento, no se aplican á otros oficios. En las campañas depedientes de las colonias Españolas, ordinariamente no se habla otra lengua que la Española. Los campesinos, vecinos á las fronteras hablan tambien la Araucana ó Chileña.

El ayre saludable que respiran, y el continuo exercicio de andar á caballo, á que se acostumbran desde niños, los hace hombres robustísimos, y los preserva de muchas enfermedades. Las viruelas no son allí tan familiares como en Europa, por lo qual suelen hacer estragos, quando les acomete, porque los encuentra ya en edad provecta. Este mal se introduxo en 1766 la primera vez en la provincia de Maule, donde comenzó á hacer un horrible exterminio. Uno de aquellos aldeanos, que se habia ya restablecido de ellas, tuvo la ocurrencia de curar á varios de aquellos infelices abandonados, con leche de vaca, la qual les administraba en bebidas, ó en ayudas. Con este solo remedio sanó á todos aquellos que cayeron en sus manos, mientras los Medicos con sus complicadas recetas salvaron poquísimos. He referido esta anecdota; porque confirma maravillosamente los felices sucesos que ha conseguido con la leche de vaca en la cura de las viruelas el Doctor Lassone, Medico de S. M. la Reyna de Francia, como él mismo informa al publicó en su Memoria impresa en los Actos Médicos parisienses año 1779. Pero nuestro campesino se sirvió de la leche simple, quando el Señor Lassone cree oportuno darla mezclada con una decoccion de raiz de peregil. Sea lo que fuere, estos efectos parecen demostrar que la leche por su calidad dulcificante tiene la singular propiedad de debilitar el miasma virolento, y de reprimir la impresion dañosa ú mortífera.

Los moradores de las campañas de Chile son en general de buen corazon: contentos con su propia subsistencia no saben, por decirlo así, que cosa sea el ahorro, ó la avaricia: de este vicio son raros aquellos que estan infectos. Sus casas estan abiertas para todos los pasageros que se presentan, á los quales dan amigablemente alojamiento sin algun interés: así estas son las ocasiones en que se averguenzan de no ser bastantemente ricos para poder exercitar mejor la hospitalidad. Esta virtud es tambien comun en las ciudades [8]. De ahí viene que aquellos vecinos no se han tomado hasta ahora el cuidado de erigir hosterIas ó posadas públicas, las quales sin embargo serian necesarias en el caso que el comercio interno recibiese mayores aumentos.

Es bastante extensa la descripcion que hace el Autor del viage del Lord Anson, acerca de la destreza de los aldeanos de la América Meridional en el manejo del lazo, con el qual cogen á los animales selváticos, y aun á los domEsticos que se han vuelto montaraces. Los campesinos de Chile llevan continuamente este lazo colgado en la silla del caballo, para tenerlo pronto en las necesidades, y ál a verdad son habilísimos en su manejo; Una tira de cuero muy fuerte, y bien torcida, á modo de cordon, larga de muchas brazas, y terminada por un ojal fuerte de la misma piel, para que corra la cuerda, forma todo el artificio de este lazo. Se sirven del á pie, y á caballo, y quando lo practican montados, les es indiferente que sea corriendo por bosques, ó por montes y y laderas casi perpendiculares, cuesta abaxo, que es lo mas difícil, para lo qual atan por el vientre con una extremidad de la susodicha cuerda á sus caballos, y con la otra forman el lazo, lo tiran con la mano derecha á sobre el animal que huye, y es muy raro el golpe de presa que se les escapa. Herodoto hace mencion de un semejante lazo empleado en la guerra dé los Persianos Sagarsos[9]. Los Chileños se han servido tambien de ellos, con buen suceso, contra los piratas ingleses desembarcados en sus costas. Son así mismo habilísimos en el manejo de los caballos, y á juicio de los viageros que han tenido ocasion de observar la destreza de ellos, y su valor en tal exercicio, desde luego podrian formar uno de los mejores cuerpos de caballería del mundo. Se deleytan mucho en las carreras de los caballos, los quales hacen correr á la Inglesa, esto es, formando parejas de niños, muy practícos, montados en pelo.

Los Negros, que solo se han introducido en Chile por vía de contrabando, estan sujetos á una servidumbre que puede decirse tolerable en parangon de aquella, á que estan sujetos en muchas partes de la América, donde el interés de las, plantaciones de la caña-dulce, del cacao, &c. sufoca todos los sentimientos de la humanidad. Como estos ramos de comercio aun no se han establecido en este reyno, los esclavos se emplean en las ocupaciones domésticas, donde con la asistencia y diligencia en el servir, se adquieren mas facilmente la benevolencia de sus amos. Los mas estimados son los que nacen en el pais, de padres Africanos, ó los mestizos mulatos, los quales provienen de una negra, y un blanco, ó viceversa, porque estos se aficionan mas á la familia, de la qual dependen.

El Gobierno, ó la piedad de los habitantes, ha introducido un reglamento razonable en favor de los individuos de esta infeliz clase de gente. Aquellos que mediante su industria, han juntado aquella cantidad que se requiere para comprar un esclavo, pueden rescatarse, entregando el valor al amo, el qual es obligado á recibirlo, y á darles la libertad: se encuentran muchos libres de esta manera en todo el pais. Aquellos, pues, que son maltratados injustamente de sus propietarios, pueden pedirles carta de venta, esto es, un papel, con el qual pueden buscar quien los quiera comprar. En caso de negarseles tienen la facultad de recurrir al Juez del lugar, el qual exâminados los motivos, debe concederles el permiso. Pero estos casos son muy raros, ó porque los amos se abstienen por su reputacion de reducir á sus esclavos á tales extremos, ó porque los mismos esclavos toman tal amor á sus dueños, que el mayor agravio que puede hacerseles es amenazarles de venderlos á otros. Así sucede amenudo, que aquellos que por sus buenos servicios han quedado en libertad, por via de testamento, no quieren prevalerse de ella, para no perder la proteccion de la casa donde sirven, y en la qual conocen tener asegurada para siempre su subsistencia. Los amos tienen el derecho de padres de familia sobre los propios esclavos, por lo qual pueden castigarles sus faltas. La justicia misma los dexa á su arbitrio, quando estos se hacen merecedores de alguna pena legal inferior á la muerte. Semejante manera de servidumbre parece contraria al derecho natural, pero la sociedad saca de ella grandes ventajas. Las familias no son expuestas á la instabilidad de las personas de servicio, las quales reputandose siempre como extrangeras jamas se aficionan á vuestra casa, y revelan todos los secretos de ella.

El comercio interno de aquellas colonias es hasta ahora de poca importancia, á pesar de la comodidad que presenta el pais para animarlo. Pero falta allí la industria, ó por mejor decir la necesidad, que es el principal manantial de ella. Un gran comercio es relativo á una gran poblacion: á medida que esta crecerá, se aumentará tambien aquel [m]. La comunicacion por agua, que facilita sus progresos, se ha comenzado ya á establecer. En varios de aquellos puertos se fabrican barcos para el recíproco transporte de las mercaderías, las quales se conducian antes por tierra, á lomo de mulas, con gran trabajo, y gastos de los negociantes: esta feliz innovacion puede ser seguida de otras mas importantes. Se han construido tambien gruesos baxeles en el puerto de la Concepcion, y en la boca del rio Maule.

El comercio externo se hace con el Perú, y con España. En el primero se emplean 23, ó 24 bastimentos de 500 á 600 toneladas, parte de Chilenos, y parte Peruanos, los quales por lo comun hacen tres veces al año aquel giro. Estos extraen de Chile trigo, vino, legumbres, almendras, nueces, cocos, conservas, carne seca, grasa, sebo, cordovanes, suelas, xarcias, maderas para construccion, cobre, &c. y dexan allí plata, azucar, arroz, y algodon. Los baxeles de España en cambio de las mercaderías de Europa reciben oro, plata, cobre, lana de vicuña, y cueros. El comercio de la India Oriental atraería mas utilidad á los Chilenos que ningun otro, porque sus mas apreciables efectos escasean, el no se encuentran del todo en aquella abundante porcion de la Asia. El tránsito, ayudado de los vientos australes que dominan en aquellas mares, sería facil, y expedito. En Chile no se acuñan, ni giran otras monedas que oro y plata. Las de cobre no tienen allí curso, lo que causa gran impedimento, y perjuicio al comercio interno. La ínfima moneda de plata vale 6 sueldos y 3 dineros boloñeses. Los pesos, y las medidas son cuasi las mismas que se usan en Madrid.

FIN DE LA HISTORIA.

Notas del autor editar

  1. Sobre lo qual yo observé que los Indios que forman el mayor número de marineros en estas mares (del Sur) son muy diestros, muy dociles, muy laboriosos, y muy buenos hombres de mar para estos climas suaves y templados.

    Voyag. de Georg. Anson. tom. 2. lib. 2. pag. 465.

  2. Ovalle Histor. lib. 6. cap. 1.
  3. Id. ibid.
  4. Ovalle lib. 7. cap. 3.
  5. Esta (la paz) se concertó entre unos y otros, quedando por límites fixos la corriente del rio Biobio, y concediendoseles á los Indios la reforma de los Capitanes de amigos, por cuyos desórdenes habia sido encendida esta guerra. Ulloa Viag. Part. II. tom. IV. Resum. hist. pag. 150. n. 222.
  6. Los Criollos son en general bien hechos. Apenas se vé uno solo afligido de aquellas deformidades que son tan comunes en los demas climas. Su intrepidez se ha señalado en la guerra por una continua serie de acciones brillantes. No habria mejores soldados, si ellos fuesen capaces de disciplina. La historia no les acusa alguna de las cobardias, de las traiciones, de las baxezas que manchan los anales de todos los pueblos. Apenas se citará un crímen vergonzoso que haya cometido un Criollo...

    La disimulacion, los artificios, las sospechas jamas entran en sus ánimos. Gloriosos de.su franqueza, de la opinion que ellos tienen de sí mismos, y de su extrema vivacidad, apartan de su comercio estos misterios, y estas reservas, que ofuscan la bondad del carácter, apagan el espíritu social, y oprimen la sensibilidad.

    Una imaginacion ardiente, que no puede sufrir alguna violencia, los hace independientes, é inconstantes en sus gustos. Ella los atrastra á los placeres con una impetuosidad siempre nueva, á la qual ellos sacrifican su fortuna, y todo su ser.

    Una penetracion singular, una pronta facilidad para tomar todas las ideas, y para producirlas con fuego; la fuerza de combinar añadida al talento de observar; una mezcla dichosa de todas las qualidades del espíritu, y del carácter que hacen al hombre capaz de las mas grandes cosas, les harán atreverse á todo quando la razon les estimule á ello. Rayn. Hist. de las dos Ind. tom. V. lib. II. §. 31. pag. 315. edict. de Ginebra.

  7. La mayor parte de estos hombres sanos y robustos, viven en sus haciendas esparcidas, y cultivan por sus propias manos un terreno mas ó menos vasto. Ellos son estimulados á estas loables labores por un cielo siempre puro, y siempre sereno, por el clima mas agradablemente templado de los dos emisferios; sobre todo por un suelo, cuya fertilidad admiran todos los viageros. Raynal lib. 8. pag. 263. V. Chilli.
  8. "En todo el Reyno de Chile es extrema la caridad con los extrangeros; los pueblos son allí de una bondad sin exemplo, y yo experimenté tan grandes, y considerables beneficios, que no encuentro terminos bastantes significativos para exprimir sus liberalidades. Las desazones que ellos han recibido muchas veces de varios de nuestra nacion, jamas han podido disminuir sus bondades naturales." Feuillée tom. 2, pag. 310.
  9. "Sunt quidam nomades homines, qui Sagartii appellantur . . . . utentes reste è Ioris conferta, qua fretr in prælium eunt. Est autem prælium eorum hominum á hujusmodi. Ubi cum hoste congressi suit injiciunt eas restes in summo laqueum habentes, qui laqueus cum aut equum, aut hominem adeptus est, eum ad se trahumt: ita iili illaquéati conficiuntur." Herdod. Polymn. pag. 477.

Notas del traductor editar

  1. Murex.
  2. Panke tinctoria.
  3. El gobierno temporal de estas islas actualmente pertenece al Vireynato de Lima.
  4. Diremos alguna cosa, á este proposito de lo que observamos en nuestro tránsito por estas regiones. El 27 de Abril de 1783 partimos en posta de Mendoza para Buenos Ayres, luego supimos de las gentes que encontrábamos, que los Indios Pehuenches habian salido á sus correrias, y poco despues nos dieron la funesta noticia de los estragos que cometieron en el Pago de la Magdalena. Con este motivo no habia casa de posta donde no se hablase melancólicamente de lo expuesto que estaban á sus insultos, y efectivamente vimos algunas casas desamparadas por temor de ellos. En el año anterior, cerca de 300 Indios, tendidos sobre los lomos de los caballos, con las picas arrastrando hácia tras, para hacer creer que era manada casual de yeguas de las que se suelen ver en aquellas Pampas, se aparecieron en la posta de Gutierrez, y no se atrevieron á atacarla por ser una de las mas bien reforzadas, sin embargo que solo se les presentó á la vista con su fusil el único hombre que habia en ella. Este hombre conoció que los caballos venian gobernados, por la union y direccion que traian, aunque no advirtió los ginetes hasta que estuvieron muy cerca, y despues tuvo la buena precaucion de no dispararles, con cuya reserva tal vez entrarian en rezelo de mayor fuerza, lo que les hizo abandonar la empresa, dirigiendo sus furias contra los infelices moradores de aquellas campañas. No tuvo tan buena suerte el maestro de postas Amatrain, que mataron el mismo año, y un negro que le acompañaba. Algunas postas tienen murallas de palizada, ó de tapia, con su foso y puente levadizo. En la posta de Gutierrez nos contemplábamos muy seguros porque teniamos á la vista los peltrechos, que se compondrian de media arroba de pólvora, y un número correspondiente de balas, y en la pared puestas con órden y mucha limpieza diez escopetas. Si todas las postas de la carrera estuvieran tan fortificadas como esta, y en menos distancia unas de otras, esto es, de dos á tres leguas, interponiendo quatro ó cinco fuertes, siguiendo la misma linea, en los lugares mas peligrosos que hay en la extension de las 200 leguas hasta la Punta de San Luis, en la forma que los que hay establecidos guarnecidos por invalidos; los viageros en posta, los que trafican á mula, que llaman en arria, y las tropas de carretas, estarian con este respetable cordon á cubierto de sus insultos. En este caso convendria establecer las postas mas á lo interior de las Pampas, para no perder tantos terrenos como se han abandonado, y no hacer el semicirculo que hacen los que viajan á Chile por la costa. La poblacion tambien se aumentaria con la consiguiente tranquilidad.
  5. El curioso que quisiere saber los nombres de otros muchos Españoles que antes de este hecho se distinguieron en la conquista de Chile, vea la Historia del Abate Olivares, la qual el autor sigue en la mayor parte. Esta dá amplia noticia de ellos, refiriendo los nombres de los Oficiales que pasaron de Lima á Chile con Valdivia, y de los soldados que perecieron con él en el llano de Tucapel: tambien de los que se distinguieron en la gloriosa batalla de todo un dia en la cuesta de Villagran: en la defensa del fuerte de la Concepcion, que hizo fabricar el Gobernador Hurtado de Mendoza: en la derrota de 14Ϡ Indios con 800 hombres en el estado de Arauco: en la defensa de la ciudad de Cañete, y en otras muchísimas acciones.
  6. En el gobierno de Don Agustin Jauregui se dividió esta provincia capital Talca, en dos, sirviendo de término el rio Maule, quedando la antigua al norte de él con su nombre, y la nueva al sur, con el de su capital Cauquenes.

    Últimamente hácia el norte ha sido desmembrada la provincia de Maule de tres doctrinas ó curatos, esto es, dos de las Salinas, y el de Curico, para formar con varios terrenos quitados á la provincia de Colchagua, la nueva provincia de Curico. La de Maule queda ahora reducida N. S. á el término que encierran los rios Maule, Lontue, y Mataquito. Estas divisiones es natural que al paso que influyan poco en el adelantamiento de las nuevas provincias, tambien causen la decadencia de las antiguas.

  7. La Junta de Real Hacienda de Chile, con vista de su Fiscal, é informe del Intendente de la Concepcion, por Decreto de 9 de Agosto de 1792, ha erigido la nueva provincia de la Laxa, estableciendo su su capital en la Villa de Angeles, plaza de armas fronteriza á los Indios Llanistas y Pehuenches.
  8. Subdelegados se llaman en el dia. El nombramiento de estos ha mandado S. M., por punto general, que lo hagan los Intendentes y Capitanes Generales del reyno.
  9. Se numeran en el Real Servicio 15856 plazas de Milicias Provinciales Regladas en los dos Obispados de Santiago, y de la Concepcion, segun se vé por el Estado Num. I. puesto al fin. La ereccion de estos Cuerpos Milicianos fué el año 1777, en el gobierno de Don Agustin de Jauregui; todos ellos son escogidos de la gente mas florida del reyno. Solo asisten á la decoracion de las funciones, y rara vez en el servicio de rondas ó patrullas, gozando de este privilegio por estar reservados para el caso de guerra, para el qual continuamente se exercitan en el manejo de las armas.

    Ademas de estas Milicias Regladas, hay un copiosísimo número de Milicias Urbanas que estan sujetas á Comisarios, que hacen como de Coroneles, mandando unas veces mas y otras menos, sin número determinado, segun la extension de los territorios, cierta cantidad de compañias, y estas del mismo modo no tienen número fixo, las hay de mas de 100 hombres, y tambien de menos; de ellas se sacan, ó se escogen las faltas para reemplazar los cuerpos reglados. Hacen el servicio de guardias de cárcel, de conducir reos, y los demas que necesita la buena policía, sin dexar por esto de servir en la guerra quando la necesidad lo exîge, con cuyo motivo estan alistados todos los individuos capaces de llevar armas, excepto aquellos precisos para labrar la tierra, y cuidar los ganados.

  10. El Plano Num. II. manifiesta todo el exército de tropa veterana en Chile, que se compone de 1976 hombres.
  11. El 21 de Noviembre de 1787 sé dignó conferirle S. M. los empleos de Gobernador, Presidente de la Real Audiencia, y Capitan General del Reyno de Chile, y el 19 de Septiembre de 1789, el de Mariscal de Campo de los Reales Exércitos. Al presente desempeña estos cargos con aquella aplicacion que exîge la Real confianza, y que es característica de su genio laboriosísimo. Apenas entró en posesion del mando, quando se puso en camino hácia las provincias septentrionales del reyno, visitando todos aquellos pueblos para atenderles en justicia; contribuyendo al mismo tiempo con las mas bellas ideas para el fomento de las minas, de la agricultura, de la pesca, y del comercio; estableciendo tambien escuelas públicas. Fundando de nuevo las villas de Vallenar, en el Guasco, de San Francisco de Borja en el valle de Combarbalá, y de los Andes en Aconcagua, dando sus activas providencias para la reedificacion ó repoblacion de las antiguas villas de San Rafael de Rozas en el partido de Cuzcuz, y de Santo Domingo de la Ligua en el partido de Quillota. Despues, regresado á la Capital de Santiago, no ha cesado de influir en los adelantamientos de su poblacion y buena policía; haciendo tambien componer los caminos de la cordillera y de la costa. Últimamente se ha trasladado á las fronteras de Arauco á celebrar el Parlamento general con los Indios.
  12. El Arquitecto Romano Don Joaquín Toesca dirige el frontispicio de esta Iglesia, en el qual se ha propuesto el buen gusto de la magnifica obra de San Juan de Letran, por diseño del Borromini: toda ella hasta el presente ano de 92, tiene de costo unos 600Ϡ pesos. El mismo Arquitecto es el que ha dirigido la fábrica de la casa de Moneda: su frente principal, que mira al norte, tiene 150 varas, es de órden dorico. La portada está adornada con ocho columnas que resaltan del vivo de la pared los dos tercios de su diametro, que es de vara y quarta, guardando la proporcion del célebre Viñola; descansan estas sobre un zocalo de vara y quarta de alto, que gira por toda la circunferencia de la obra. Esta fachada tiene 18 ventanas inferiores, y 18 balcones superiores á ellas; su proporcion es el duplo de su ancho, y entre una y otra está situada una pilastra con sus medias pilastras; las ventanas de los balcones tienen sus jambas y dinteles que las adornan, y sobre estos sus frontis, uno triangular y otro de porcion de circulo, y á su pie la delicada moldura que corre de una media pilastra á la otra; en el medio resalta todo el vuelo del ancho y largo del balcon. Los otros dos frentes caen el uno al Este, y el otro al Oeste; tienen 178 varas, y estan adornados del mismo órden de pilastras y balcones que la fachada principal; sobre el cornison de las ocho columnas se eleva un frontis adornado de pilastritas con sus correspondientes molduras, entre estas varios geroglificos alusivos á la fábrica. Esta se remata con una grande balaustrada, en cuyo medio se eleva el Escudo Real sostenido de dos famas, y sobre las otras columnas distintos trofeos de guerra. A toda la obra circuye, sobre el cornison, un atico asimismo de balaustrada. Las oficinas interiores estan perfectamente distribuidas. Su costo se regula en mas de 800Ϡ pesos. Tambien ha dado los diseños para la fabrica de la casa de Cabildo, y Cárcel pública. Los Padres de San Francisco trabajan en el Conventillo una hermosa capilla dedicada á N. S. del Carmen, con el frontis de órden dorico, y lo interior del corintio. Los Hospitalarios de San Juan de Dios estan construyendo, por direccion de este Arquitecto, un majestuoso y gracioso templo de tres naves: la portada adornada de pilastras, con dos grandes torres, sigue el órden dorico, y las obras interiores el jonico. Este bello gusto se va propagando hasta los edificios de los particulares.
  13. Hasta ahora se puede decir que de los dos ramos, de los quales en general se forma el comercio, esto es, agricultura, é industria, solo el primero es el que anima el tráfico interior de este reyno, y aun el exterior que tiene con las provincias del Perú. El trabajo de minas ocupa tambien la atencion de muchas gentes en las provincias de Copiapó, de Coquimbo, y de Quillota, y en algunos otros minerales de veta, y de lavadero que hay esparcidos por las montañas de las demas provincias. Pero la industria está tan extenuada que casi no merece este nombre. A pesar de la abundancia de sus frutos, y de las primeras materias, lana, lino, cañamo, pieles, y metales, que podrian en aquel pais proporcionar un floreciente comercio, este continúa con languidez. De modo que los habitantes solo se entretienen en las pocas manufacturas de ponchos, medias, calcetas, bayetas, alfombras, cobertores ó frazadas, pellones, sillas de montar, sombreros, y otras menudencias, que por la mayor parte sirven para el consumo de la plebe, ó de las gentes pobres, pues las de medianas proporciones gastan los efectos de Europa. Así estas pocas producciones, y sobre todo las considerables que se sacan de las matanzas de ganado vacuno, que las hacen prolixamente; de las tenerías, que tambien estan muy adelantadas; y los granos y vinos componen el comercio interior del reyno.

    El exterior, que se hace con todos los puertos del Perú, particularmente con el Callao, se lleva los sobrantes de los frutos que se consumen en el reyno; estos ascienden á setecientos mil pesos, sirviendo de un buen equivalente para contravalancear los efectos que se reciben de aquellas partes, quedando á beneficio de Chile cada año un resultado de doscientos mil pesos, segun los estados que tengo en mi poder, los quales coinciden con los que se han publicado en los periódicos de Lima.

    El comercio que hace Chile con Buenos Ayres es meramente desnivelado, pues solo, para el artículo de la yerba del Paraguay necesita enviar trescientos mil pesos en dinero todos los años. Otras varias especies que tambien se remiten, pueden servir de compensacion de alguna que igualmente se reciben.

    Para el giro de España son muy pocos los frutos que se sacan de Chile en cambio de mas de un millon de pesos que en efectos de Europa se reciben anualmente, ya en derechura, ó por la via de Buenos Ayres, y alguna cosa por Lima. El oro, la plata, y el cobre son las especies que unicamente hacen este Comercio, pues los cueros al pelo, y la lana de vicuña que se extrae hasta ahora, compone una cantidad muy pequeña.

    El oro que se amoneda en la capital se regula cada año en cinco mil doscientos marcos, de modo que haciendo confrontacion de la salida con lo acuñado no se encuentra discrepancia, por lo qual se cree que no haya extraccion clandestina, ni aun en pasta, ni en las obras de uso se consume porcion considerable.

    La plata que se saca de las minas se calcula en treinta mil marcos: de esta cantidad veinte y cinco mil se sellarán anualmente, y los cinco mil restantes se emplearán en las obras para el uso del servicio de mesa, ó en otras varias alhajas. El exceso que se observa en la salida de este metal, respecto del que se amoneda, consiste en el que entra de Lima. Las remesas para España, de oro y plata, se hacen comunmente por Buenos Ayres; el primer metal, como menos voluminoso, lo conducen los correos mensuales en cantidad de dos á tres mil onzas, y para el segundo se hacen dos conductas en el verano, en las quales tambien se remite oro. De manera que sumado el oro de las catorce, ó mas remesas, asciende á 656Ϡ pesos, y la plata á 244Ϡ. El cobre que se extrae de las minas se regula de 8 á 10Ϡ quintales. Baxo de estos datos no sería difícil hacer por mayor un resumen de todo lo que produce Chile cada año.

    Ya que por su situacion local, demasiado distante de los Reynos de España, carece Chile de grandes poblaciones vecinas que le ayudasen á fomentar su comercio con la saca de sus muchas producciones, á lo menos era menester que los Chilenos trataran de unir mas directamente su giro con la Metrópoli. Generalmente las expediciones mercantiles que se han hecho hasta ahora desde Cadiz para este reyno, han sido por via de arribadas, dexando por primera escala sus intereses en el puerto de Valparaiso, siguiendo en ocasiones al de Arica á descargar los que suelen conducir para el Perú, y de todos modos á Lima á hacer los acopios de los retornos necesarios para volver á Europa. Este modo de girar, es muy perjudicialísimo al comun de su comercio y poblacion, por cuyo motivo no ha progresado, como debia, en razon de su natural fecundidad, pues solo recibe el gravamen de los muchos efectos que se le introduce sin disfrutar las ventajas de la venta de los frutos que produce, cuyo beneficio precisamente experimentaría sino hiciese este comercio tan pasivo.

    Convendría, pues, que los retornos, de estas expediciones se dirigiesen para España desde el puerto de Valparaiso; en este caso se encontraría un flete cómodo para la extraccion de los cueros, de la lana de carnero, del cobre, y aun del oro, y la plata; para lo qual solo tendrían, como los comerciantes de Lima, la prevencion de hacer subir desde Guayaquil, en tiempo oportuno, aquellas cantidades necesarias de cacao, para completar sus cargamentos; lo mismo digo de qualquier otro fruto que les tuviese cuenta. Esta operacion fomentaría muchísimo la agricultura, é industria interior: ¿y qué sabemos si despues de algunos años avanzaría á tal punto de incremento, que por lo poco costoso de estos viages, respecto de la abundancia de los víveres, se llegaría á transportar á España maderas, lino, azucar, algodon, y otros muchísimos artículos que en el dia, al parecer, no tienen cuenta? Lo cierto es que el comerdo como todas las cosas, va subiendo por grados, y que la industria del hombre, con el uso, suele á veces abrirse para el giro unos conductos favorables, que se creian impracticables, los quales despues hacen prosperar aun los terrenos menos fértiles. Esta es una verdad constante de la qual vemos á cada paso mil exemplares.

    Tambien seria interesante que se habilitase un buen puerto en la mejor de las caletas ó ensenadas que hay en el intermedio de Valparaiso á la Concepcion, pues siendo las provincias que promedian esta distancia las mas feraces de Chile, por no haberse proporcionado un puerto para depositar á poca costa sus frutos, les es muy gravoso el remitirlos al dicho de Valparaiso, ó al de Talcaguano, de donde nace que se ven obligados á sembrar solamente lo poco que necesitan para el consumo de su poblacion. La falta de ocupaciones hace parecer estas gentes desidiosas, pero yo, que hablo por experiencia, podria asegurar lo contrario, habiendolas visto trabajar con mas que regular aplicacion en sus haciendas domesticas, en el cultivo de sus campos, y en las manufacturas que les proporciona su pequeña industria, particularmente las mugeres, que son muy laboriosas.