Circo de Gallos de Recoletos

​El Museo Universal​ (1859)
Circo de Gallos de Recoletos

Nota: Se ha conservado la ortografia original.

El solemne aparato y grande popularidad que han adquirido últimamente en Madrid las riñas de Gallos, siempre famosas en España, nos ha sugerido el pensamiento de publicar el grabado que verán en otro lugar nuestros lectores, y de insertar una reseña facultativa que pueda darles una idea de este peregrino espectáculo.

Para ello, hemos tenido la fortuna de encontrar el siguiente precioso artículo, debido a la pluma de uno de los primeros literatos españoles, que vanamente oculta su nombre, siendo asi que la originalidad de su estilo y novedad de su pensamiento, lo revelará a cuantos conozcan nuestras glorias contemporáneas.

CIRCO DE GALLOS DE RECOLETOS.
FUNCIÓN DEL DOMING0.

Con la jaca javada
Riñe el gallino,
Ella tira revuelos
Y él sube á pico.
–¡Cien por la jaca!...
–Van conmigo, Zurita—
–No, que hay patada.

Por esta seguidilla se podria seguir enebrando cualquiera otro artículo de gallos que no fuere el primero; pero como sea de costumbre diseñar el escenario donde se desenvuelve todo el drama, resuelvo que la seguidilla quede aislada y escueta como epígrafe sapiente de esos que los sabios en actividad tomaná préstamo de los sabios en descanso, y paso al estilo narrativo pedestre que cunde a maravilla.

Es el caso que todo español de raza conoce a palmos la plaza de toros, en esto no cabe duda; pues bueno, para representaros el circo gallístico, reducid la escala de una plaza de toros, de metros á pulgadas, sobreponedle ademas un techo diáfano que quite a los carteles de anuncio la amenazadora cláusula si el tiempo lo permite; dádle asientos cómodos, paredes decorosamente vestidas, cortinas confortables y el abrigo, en fin, de que carecen en invierno las funciones de novillos; y asi tendreis una idea aproximada del circo; con sus butacas, gradas, lunetas, palcos y galerías, y en mitad de todo su diminuto redondel.

En cuanto al concurso no hay mas que reducir el número de ciento a uno, mezcla de todas las categorías sociales: son los mismos asistentes, la aficion es idéntica, el bullicio igual, las oportunidades de la propia especie, la tecnología muy parecida y la impaciencia y el cruzamiento de los diálogos, y la contrariedad de las opiniones sobre cuál gallo hiere mas, sube mejor, sale mas a tiempo, revuela, se reboza, huye ó tiene golpe de sentido, si es de ley brava, si vencerá ó será vencido de tal ó de cual modo, si recibió gollete ó lleva toque de cuerda; y otra infinidad de frases por el estilo, forman tal confusa algaravía que el espectador lego no solo no acierta cómo se entenderán aquellas gentes en definitiva, sino que él mismo no comprende cómo van a dirimir su cerrada contienda, tan llena de peripecias, aquellos dos valerosísimos y hermosos animales, que con paso igual y armas iguales, luchan con espada y daga hasta morir ó matar, sin mas causa ni otro motivo, que se alcance, que el ser de la misma especie.

Estos gladiadores no son de raza latina como los repugnantes gladiadores romanos, que hacian oficio de divertir al pueblo con sangre humana; no son tampoco de raza anglo-sajona, por mas que hayan dado en llamarlos ingleses; son de raza india, mas valerosa por cierto que las razas que Alejandro y Pompeyo vencieron con fácil triunfo, segun la espresion de César, hace una polladada de siglos, y ricas mil veces mas que los míseros cipayos de estos nuestros días, que Havelock Nicholson y Wilson arrollan como a manadas de carneros... Por lo que tengo visto en el Circo-gallístico, y por lo que tengo leido en los partes de la India, estoy por asegurar al público, que un gallo inglés arrolla un batallon de indios rebelados, ó lo que es mismo, que un gallo indio arrolla un batallon de cipayos.

Cuando se presencia en el Circo todo lo que es un gallo y se advierte lo que suelen hacer con estos héroes las cocineras, acude involuntariamente a la memoria el triunfo milagroso de Judit sobre Holofornes.

¡Oh Fabio! Aunque te rias,
Detesto la mujer que mata un pollo,
Porque corta en cogollo
Lauros de gloria a los futuros dias.

No se entienda, sin embargo, que aludo al suculento pollo poltron de barbas blancas y cabeza gorda, de donde se desenvuelve el maravilloso poulé grás, ni al implume pollo de salon, ó sea pollo humano, que adversativo del poulé grás, lo chupan brujas, ó se chupa solo, y dice de sí mismo que lo menguan amores de matronas egrégias y desvelos que tiene por servirlas. Menguados estos y cebados los otros, dolos a su misérrimo destino, que solo me contraigo a defender al que nació para mas altos fines que la gula... al pollo infanzon, al niño de gallo inglés.

Porque en verdad, en verdad os digo que no merece morir en pañales quien tal hace, y yo lo he visto.


Saltó un gallo al redondel,
Colorado y muy derecho,
Y un jiro de pelo en pecho
Salió a medirse con él
Dentro del recinto estrecho.

Miráronse frente a frente
Con miradas muy feroces,
Y se embistieron a coces
Con desprecio de la gente
Que allí estaba dando voces.

Pasó el jiro a su contrario
Al comenzar las subidas;
Y hubo esperanzas perdidas
En aquel público vario,
Y apuestas no recibidas.

Pero como se pasara
Por sobra de corvejones,
Recogiendo los alones
Hirió al contrario en la cara
Con entrambos espolones.
 
Hubo de saberle mal
Al colorado la fiesta,
Pues con cólera funesta
Volvió sobre su rival
Y le ensangrentó la cresta.

El jiro con tal fiereza
Respondió al sentirse herido,
Que dió golpe de sentido
Al contrario en la cabeza
Y se lo dejó tendido.

Y en el estadio sangriento
Aun pugnaba por luchar
Vuelto de su aturdimiento;
El que hubieron de apartar
Gallo color de pimiento.

Fue la segunda pelea
Tambien de un jiro
Real Contra un rojo, en peso igual,
Para que la lucha sea
Peso á peso y tal á tal.

Rompió el gallo colorado
Tan poseido de ira,
Que por todas partes tira;
Mientras el otro pausado
Mide el golpe y se retira.

Hasta que ya conociendo
Que su contrario está loco,
Empieza á tenerlo en poco,
Y sus fuerzas va midiendo
Y le pega un soplamoco.

Sale el rojillo por piés
Para buscar una treta,
Y aquí el gallo jiro inglés
Lo deja muerto á sus pies
Como con una escopeta.

Gran tumulto se levanta
De aplausos y gritería,
Entre tanta gente y tanta
Que puso dinero á manta
Por aquella jaca pia.

Al punto salió un jabado
Contra otro rojo tambien,
Y en el rudo quien á quien
 Quedó el claró despicado
En el primer Santi-Amen.

Van apuestas por el rojo
Que á varios causara celo,
Mas el claro entró á revuelo
Y hubo de sacar un ojo
A su enemigo en el duelo. -

Y en aquel funesto trance
Poniendo el ojo contrario,
Busca el rojo á su adversario
Que le tira un nuevo lance
Y lo vuelve un Belisario.

Perdió él rojo, y sale un jiro
Contra otro retinto fiero,
Gran fama tiene el primero,
Pero se ve al primer tiro
Que va á perder el dinero.

Lo apoyaba gente noble,
Y en él se via el regalo,
Pero llevó tanto palo
Que aunque el gallo fuera un roble
Hoy debe hallarse muy malo.

Y empezó el careo quinto
Con dos gallos desiguales,
Porque tres onzas cabales
Le llevaba el mas retinto
Al de rubios carcañales.

A los primeros pecheos
Conoció la diferencia
El gallo lleno de ciencia,
Que salió dando rodeos
Dictados por la esperiencia.

¡Mas ay! que aquella cautela
Le trajo daño infinito,
Porque yendo á toda vela
Le entró la contraria espuela
Por el bocado esquisito.

¡Cayó el gallo Satanás
Por primera vez vencido!
Que el destino no ha querido
Que venza á quien pesa mas
Pero no porque haya huido.

Y se marcharon las gentes
A la fiesta de novillos;
Que si la hubiese de grillos,
Tambien fueran concurrentes
Hombres, hembras y chiquillos.