​El Museo universal​ (1868)
Chindasvinto
 de Antonio Llaberia.

Nota: Se ha conservado la ortografía original.
De la serie:

Chindasvinto.

Como cumple á sus poderes,
en Toledo son juntados
treinta obispos, treinta nobles
para darse soberano.
Dan su voto los obispos
sentados en puestos altos,
y los nobles ¡es escuchan
en escabeles sentados.

Sobre una adornada mesa
se mira un cetro labrado;
cerca está de una corona,
signo de poder y mando.
Los dos símbolos demuestran
á los nobles y vasallos,
el cetro justicia recta
y la corona un abrazo.

—«Soy venido con cien guardias
por mostraros mi alto rango,
y para darnos monarca
razones dejad á un lado;
pues nadíe tiene las mías,
nobles condes y prelados,
si mis razones no os bastan,
con mí voluntad os basto.

Por corona soy venido,
sin corona no me parto.» —
Asi Chindasvínto dice
de orgullo temblando el labio,
un pie de la sala en medio
y con altivez mirándolos.
El obispo de Toledo,
con acento reposado,
á Chindasvínto responde
su enojo disimulando:

«Ciñérate la corona
si no la pidieras tanto,
pues no queremos un rey
que empieza siendo tirano.
— Callad, obispo, en malhora,
que sutilezas no gasto,
pues calzo guantes de malla,
no calzo guantes morados;
la cruz que lleváis al pecho
pegada a la espada traigo;
mis rezos son as batallas,
mis fieles son mis vasallos:
guardad de enojarme, obispo,
que cíen mesnadas comando.» —

Y á la corona y al cetro
se acercó con largo paso;
ciñéndose la corona,
dijo á nobles y prelados:
—«Lo que me dió la cabeza
»mi brazo sabrá guardarlo.»

Antonio Llaberia.