Charadas
En la misma tertulia del ya citado Capitán general, se entretenían una noche las señoritas y caballeros jóvenes en ponerse charadas.
Estaba allí un estudiante de leyes, que iba ya a graduarse de Licenciado, y que era guapo y listo, si bien poco dichoso en amores.
Entre las señoritas presentes, así por lo graciosa como por lo coqueta, sobresalía D.ª Manolita. Nuestro estudiante la había requerido de amores, y ella, durante algún tiempo, le había querido o había fingido quererle. Después le había dejado por otro. De aquí que el estudiante estuviese con ella, y no sin razón, algo fosco y rostrituerto.
Le llegó su turno de poner una charada y le excitaron para que la pusiese.
El estudiante, encarándose con D.ª Manolita, la puso en estos términos.
-Mi primera y mi segunda, lo que es usted; mi tercera, lo que usted me dice; el todo, lo que yo siento.
En vano se calentaban la cabeza todos los del corro. No pudieron adivinar la charada y se dieron por vencidos. El estudiante entonces explicó la charada de esta manera:
-Mi primera y mi segunda; lo que es usted, infier: mi tercera, lo que usted me dice; no:y el todo, lo que yo siento; infierno.
La charada fue muy aplaudida por los circunstantes; pero D.ª Manolita tuvo alguna turbación y se sonrojó. Procuró, sin embargo, mostrarse fría, tranquila e indiferente, y para ello puso también su charada, que fue como sigue:
-Mi primera y mi segunda, una ninfa; mi tercera, un signo de música; mi cuarta, otro signo de música; y el todo, una cosa que he hecho muy bien en el día de hoy.
El auditorio no fue más feliz con esta charada que con la del estudiante quejoso. Doña Manolita tuvo también que explicarla y dijo:
-Mi primera y mi segunda, una ninfa; Eco: mi tercera y mi cuarta, dos signos de música;mi, do: y el todo, lo que he hecho muy bien hoy; he comido.
Y D.ª Manolita recalcó el he comido para que todos, incluso el estudiante, comprendieran que no había perdido el apetito y que no le importaban nada los celos y las quejas de aquel pretendiente abandonado y burlado.