Ave gris

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¿De la pared la escala suspendida?

¡y al pie de la pared... tú y yo, mi vida!


En la triste y desierta

soledad de los ámbitos azules,

como una novia muerta,

la blanca luna entre nevados tules.


¡Silencio, ni un ruido,

mudo el viento en los árboles, dormido!


Tú, mustia y temblorosa,

como el pétalo casi desprendido

del cáliz de una rosa.


¿Después? las explosiones

del amor, tanto tiempo comprimido,

¡en nuestros anhelantes corazones!


¡El vértigo!... ¡Los éxtasis profundos!...

debajo de la noche y de los mundos!

Luego... un ave cruza

el aire, que nos mira y lanza un grito:

una enorme lechuza,

que se pierde en el lóbrego infinito.


Tú, que huyes asustada;

yo, ¿qué subo la escala y luego? ¡nada!


Hoy ha cambiado todo,

¡oh niña, y de qué modo!


El espantoso olvido

como pájaro lúgubre e inquieto,

en la noche de tu alma se ha cernido.


¡Sabes que soy discreto

y que nunca hablaré de tu secreto!


Más, no sabes, ignoras,

¡cuán amargas y tristes son mis horas!


¡No sabes que me río

y que me estoy muriendo, á pesar mío!

Más no importa; que cante

de alegría tú nuevo y dulce amante.


De tu honor ostentando los tesoros

hoy por la senda de tu amado cruzas,

porque sabes muy bien... que hablan los

loros,

¡pero no las lechuzas!